Distinguen al jurista Antonio María Hernández con un doctorado honoris causa en México
La UNAM, la casa de estudios más grande de América Latina, le concedió el reconocimiento
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El constitucionalista Antonio María Hernández fue distinguido con un doctorado honoris causa de la Universidad Autónoma de México (UNAM), la casa de estudios más grande de América Latina.
La ceremonia se desarrolló en el Palacio de Minería en la Ciudad de México, donde se concretó la investidura de los 14 doctores honoris causa designados por el Consejo Universitario. El rector Leonardo Lomelí Vanegas entregó las togas, birrete, muceta, medallas y diplomas. Estas distinciones se entregan sólo una vez por cada mandato de 4 años del Rectorado.

Hernández es el primer jurista argentino en recibir esa distinción en la historia de la Universidad, por sus contribuciones al constitucionalismo, al federalismo, al constitucionalismo provincial y al derecho municipal.
Nacido en Córdoba, hace 76 años, Hernández ha sido legislador provincial, diputado nacional y convencional constituyente en la reforma de 1994. Es autor y coautor de más de 50 libros y ha pronunciado más de 900 conferencias en Universidades de Argentina, América Latina, Estados Unidos, Europa, Asia y África. Integró la Asociación Internacional de Derecho Constitucional y actualmente forma parte del Comité Directivo del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional y de la Asociación Internacional de Centros de Estudios Federales.
Al exponer en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, desarrolló el concepto de cultura constitucional. Recordó al Profesor Peter Haberle, que sostuvo la Teoría de la Constitución como ciencia de la cultura y que la Ley Fundamental era la expresión del respectivo legado cultural y de las esperanzas y deseos de cada pueblo.
Posteriormente puso de relieve las Encuestas de Cultura Constitucional realizadas en la región: 3 en México, 3 en Argentina y 1 en Bolivia, Costa Rica y en el Sur del Perú. Los resultados confirmaron el pensamiento de Carlos Nino, sobre Argentina como sociedad anómica. Después de analizar el concepto de la anomia, vinculado a la violación de las normas, como expresión de la débil cultura constitucional que existe en la región, Hernández señaló algunas de sus graves manifestaciones como el hiperpresidencialismo, el gobierno por decretos, las delegaciones legislativas, las emergencias permanentes y la falta de controles eficientes por parte de los órganos legislativos y judiciales.
Se refirió también a la tendencia a la centralización en los países federales: Argentina, México y Brasil, además de Venezuela, que ha dejado de serlo. Y sumó a la débil cultura de la legalidad existente en la región las persecuciones y ataques a la libertad de prensa, esencial para la democracia constitucional. Después consideró el problema de la polarización, impulsada por gobiernos populistas de distinto signo. Agregó la cuestión de las migraciones y de las profundas desigualdades en nuestra América Latina y finalizó alertando sobre la necesidad de regular los riesgos de la inteligencia artificial y el tecno feudalismo.
Consideró seguidamente la situación actual de la democracia en la región, según el índice de The Economist 2024, que sólo incluye como democracias plenas a Uruguay y Costa Rica, seguido de democracias defectuosas, que la Argentina integra con Brasil, Chile y Colombia, entre otros países. Luego están los regímenes híbridos, donde aparecen características de la última categoría, de los sistemas autoritarios.
Hernández señaló el valor de las instituciones como lo han destacado Acemoglu y Robinson, actuales Premio Nobel de Economía, en el libro “Por qué fracasan los países”, y el peligro de los populismos y la recesión democrática. Citó, en ese sentido, a distintos autores como Levitsky y Ziblatt, Rosanvallon y Larry Diamond.
Finalmente enunció diversas propuestas para elevar la cultura constitucional, comenzando con la necesidad de una educación cívica y democrática y un llamamiento a los valores de la tolerancia, del diálogo, del cambio en paz de las sociedades y de la fraternidad, como postulaba Bobbio.
Ante una pregunta sobre las crisis, Hernández recordó a Albert Einstein: “Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla”.
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