El caso Molina terminó con el sueño de Taleb
El presidente Néstor Kirchner ordenó al canciller Rafael Bielsa el relevo de Raúl Taleb, embajador en La Habana. Es apenas un formalismo desde la Casa Rosada, casi para cumplir la cadena de mandos naturales, porque Taleb no es un diplomático de carrera, sino un político al que el Presidente le entregó las llaves de la relación con la Cuba de Fidel Castro. Así, el destino de Taleb siempre estuvo ligado a la voluntad de Kirchner.
"Es el sueño del pibe", dicen que fue la expresión de Taleb al enterarse de su postulación en septiembre de 2003. Kirchner había visitado al entonces candidato a gobernador entrerriano Jorge Busti y entre una y otra cuestión de campaña, apareció la mención de Taleb como candidato a embajador. Era para él un premio consuelo.
Taleb había sido uno de los que sonaba como compañero de fórmula para Busti, pero otro ocupó su lugar. Parece que Busti debía darle algo y tenía en mente contar con un embajador político entrerriano. Taleb es licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, egresado de la Universidad Católica de Córdoba. Ese título le daba el perfil para ser puesto a consideración de Kirchner.
Todo sucedió de manera veloz. En la reunión de Kirchner con Busti, se aprobó la idea de enviar a Taleb a Cuba. El sondeo con las autoridades cubanas dio una rápida respuesta positiva; no era para menos, la Argentina carecía de embajador en La Habana desde los encontronazos de Castro con Fernando de la Rúa. Para colmo, un juez federal argentino había ordenado arrestos entre el personal diplomático de la embajada en Cuba, en una investigación de tráfico de pasaportes. Cuba estaba deseosa de recuperar las relaciones con la Argentina. No puso trabas a Taleb.
Entre la decisión y el acuerdo en el Senado para nombrar a Taleb pasó una semana. Una directiva de Kirchner no sería trabada en la Cámara alta, menos una dirigida a congraciarse con el comandante Castro, aquel que en mayo había dado un discurso en Buenos Aires como si estuviese en La Habana.
Y hacia allá fue Taleb, soltero y de 51 años, con experiencia como dirigente deportivo en el club Diamante y antecedentes como legislador entrerriano desde 1991.
Fomentó acercamientos comerciales varios entre la isla caribeña y las provincias argentinas. Pero el "huésped" que lo colocó en alta exposición mediática fue Diego Maradona, en sus épocas de internación cubana.
Tuvo que defender, además, una posición difícil cuando el Gobierno no condenó al régimen de Fidel Castro en las Naciones Unidas. "En Cuba no se violan los derechos humanos más que en otros países", fue una de las frases con las que buscó dar fuerza a la posición oficial.También resultó una idea que lo expuso a críticas de intelectuales argentinos, encabezados por Marcos Aguinis, quienes reclamaron su destitución.
No se dio entonces su caída, defendido por la Casa Rosada, desde los mismos despachos en los que anoche se pedía su cabeza.
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