Qué le aconsejan los expertos a Mauricio Macri y Alberto Fernández para la campaña
Ordenar un discurso disperso, transitar sobre una línea fina entre la moderación y la radicalización, evitar hacer campaña en momentos de crisis o reemplazar la discusión coyuntural para debatir modelos de país. A medida que se reanuda la campaña presidencial, los equipos de los candidatos deben elegir entre un abanico de estrategias para encarar la carrera final hacia el 27 de octubre.
Consultados por LA NACION, expertos en campañas y en comunicación política discuten sobre qué caminos deberían asumir los candidatos para ampliar su caudal de votantes o, en algunos casos, para no perderlos.
La fragilidad de la economía y la tregua de acusaciones cruzadas que alcanzaron Mauricio Macri y Alberto Fernándezpara calmar a los mercados y mantener la estabilidad cambiaria puso un signo de interrogación sobre la confrontación que exige la competencia por acceder a la Casa Rosada y sus efectos. ¿Es momento de hacer campaña?
Para Daniela Aruj, el Gobierno debe mantenerse al margen hasta que logre resolver los últimos sacudones de la economía. "Macri no puede hacer campaña. Va a tener pocas posibilidades de bajar un mensaje ahora. Debe poner la mente fría y tomar decisiones que lleven a la estabilidad financiera y le den un curso a la economía primero. Después, sí", señaló.
La experta indicó, en tanto, que más allá de que la derrota en las PASO obliga al macrismo a pensar en una remontada inédita para dar vuelta los resultados, el Gobierno todavía carga con los errores cometidos después de las primarias, particularmente la reacción del Presidente en la conferencia de prensa del día después de la votación. Aruj cree que, una vez relanzada la campaña, el oficialismo debe intentar priorizar la discusión "por el modelo" de país que propone el Gobierno a largo plazo por sobre el debate económico de hoy. "Va a tener que explicar cuáles eran sus pretensiones en términos de modelo cuando asumió y decir que estuvo lejos de cumplir las expectativas. Asumirlo sin vueltas. Irrita a la sociedad que un candidato diga que hizo todo bien y que encima lo cachetearon", sostiene.
Por el contrario, Ana Iparraguirre, directora de Dynamis Consulting, considera que este es el momento de hacer campaña entendida como canal para llevar tranquilidad a la población mediante la explicación de las dificultades que vive el país. "La campaña puede servir para entender la realidad en momentos de incertidumbre como este", dice.
Pero el intento de disipar esa incertidumbre y transmitir propuestas sobre los planes de los candidatos todavía no se ve con claridad. Las analistas coinciden en que el Frente de Todos, por ejemplo, por ahora no logra mostrarle a la población un mensaje uniforme, lo que puede perjudicar a su postulante Alberto Fernández.
"El problema de Fernández es que hace silencio, pero los demás no se callan y complejizan la moderación que quiere mostrar. [El silencio] es lo que quiere hacer yéndose a España", explicó Iparraguirre. Aruj, por su parte, agregó: "A Fernández lo daña que salgan a hacer campaña por él. Tiene que tratar de no perder votos y que los que tienen un perfil más combativo no tengan la exposición que están teniendo hoy. Irritar gratuitamente a algunos sectores no sirve".
Aruj se refirió a las últimas irrupciones mediáticas de Juan Grabois y de Felipe Solá. El primero, por su propuesta de reforma agraria centrada en la expropiación de tierras, que lo obligó a aclarar que su idea no representa al Frente de Todos. El segundo, por sugerir el regreso de la Junta Nacional de Granos, que molestó a dirigentes agrarios.
Así como algunos analistas creen que Fernández debe ordenar su discurso, tampoco está claro el mensaje que puede bajar Juntos por el Cambio. "El discurso oficialista está en un dilema sin salida. Si modera su discurso, no es atractivo; si lo radicaliza, espanta el sector moderado; si se muestra optimista, no es creíble; si se muestra admitiendo la crisis, le sirve para gobernar, pero no para ganar elecciones, porque los pone a ellos mismos como responsables de esta situación", analiza el politólogo Mario Riorda.
Y agrega: "Si la campaña del oficialismo se hubiese dado en una situación de derrota en las primarias, pero no de crisis, las chances de torcer la estrategia con cierta eficacia hubieran existido. Pero como la elección se da en esa situación de crisis, con fragilidad institucional extrema y fragilidad económica peor, las chances de modificar estratégicamente cualquier rumbo y crecer electoralmente son bastante improbables".
En tanto, según los expertos, las fuerzas que quedaron fuera de la polarización se enfrentan al desafío de mantener, e incluso aspirar a ampliar levemente, el número de votos que obtuvieron en las PASO ya no con el objetivo de llegar a un eventual ballottage, pero sí de conseguir peso político en el ámbito legislativo.
"Un contexto de crisis hace más difícil que las terceras opciones aparezcan, a menos que se dinamite una de las principales", explica Iparraguirre.