La decisión de Alberto Fernández de quitarle a la Ciudad más de un punto de coparticipación, para dárselo a la provincia con la excusa de la rebelión policial es mala, inconstitucional, berreta, electoralista y progrieta.
Además, deja desnudos al Presidente, pero también a la vice, Cristina Fernández, el gobernador, Axel Kicillof, y por supuesto, a "SuperDeMentirita" Berni.
Los deja desnudos en el peor de los sentidos. Es que, con pandemia o sin pandemia, está claro que no son capaces de anticiparse, como hombres y mujeres de Estado, a los temas estructurales que están por explotar.
Es que parecen distraídos.Desenfocados. Porque tienen sus intereses en otra parte. Lejos de los suboficiales y oficiales de la bonaerense que en estos días se hicieron oír. Y sí: siempre parecen obsesionados por sus cuestiones personales en el juego del poder. A Cristina, por ejemplo, nadie la logra sacar de su obsesión por desplazar a muchos fiscales y jueces que, supone, van a fallar en su contra.
Se quiere cargar al Procurador Eduardo Casal como sea. También a tres camaristas que todavía resisten: Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli. Todos esperamos con ansiedad lo que va a determinar al final la Corte.
La misma Corte que los autorizó a asumir en los juzgados donde todavía permanecen. Pero volvamos al aumento salarial de la policía bonaerense. El argumento central de Kicillof, explicando que la bonaerense estaba así por culpa de María Eugenia Vidal, se cae en dos minutos.
En especial cuando aduce que Vidal debió seguir peleando por lograr más puntos de coparticipación durante el gobierno de Mauricio Macri.La cuenta es sencilla. Cristina Fernández fue presidenta desde 2007 hasta diciembre de 2015.
Durante ese período, no solo no le aumentó ni un punto de la coparticipación a la provincia del gobernador Daniel Scioli. Es más: en alguna oportunidad, lo puso al límite de la quiebra, al mismo tiempo que Roberto Baradel le exigía cada vez más aumento para los docentes.
¿Adiviná quién era el ministro de Economía de la Argentina, desde diciembre de 2013 hasta diciembre de 2015? En efecto, nada más y nada menos que Axel Kicillof. Así que estaría bueno, por una vez en la vida, que no disfracen sus ideas pseudoprogresistas, con mentiras de patas cortas.
El otro argumento berreta, que Alberto Fernández compró, lo esgrimen, con un nivel de ignorancia o a propósito, tanto Máximo Kirchner, el supuesto pacificador, como su madre, Cristina Fernández.
Ambos sostienen, palabra más, palabra menos, que la ciudad es opulenta porque sí, como si fuera una condición perversa, y que La Matanza o Lomas de Zamora, tienen muchos más habitantes, pero reciben mucho menos dinero.
La falacia, aquí, consiste en asimilar cantidad de habitantes con cantidad de dinero. Con ese criterio, Suiza, con apenas 10 millones de habitantes, debería ser más pobre que la India, con más de 1400 millones de habitantes. La verdadera manera de plantear una distribución justa es comparar la riqueza que un distrito produce, restarlo por el costo que genera y empezar a discutir.
Porque si se sigue este criterio tan falaz, populista y demagogo no habría ningún problema en tomar tierras una y otra vez. Y que se quede con ellas el más vivo o el más fuerte. Hasta que llegue otro más vivo y más fuerte que él.
Tampoco habría problema en que la próxima vez los policías se pudieran meter en la Quinta de Olivos, tomaran lo que hay en la heladera, (seguramente llena) y de paso durmieran, un día, aunque sea un día, en la cama presidencial.
O, siguiendo por la vía del absurdo, también podrían ir a los departamentos y las cocheras de Cristina que no están en Lomas de Zamora, Merlo, Moreno o La Matanza, sino en Recoleta y Puerto Madero. Total: "Donde hay una necesidad siempre hay un derecho".
Pero si queremos continuar por la vía no del absurdo, sino de la pura realidad, yo les sugeriría, con mucho respeto, al Presidente, a Cristina, al gobernador y a Berni, también, que empiecen a pensar cómo van a salir de la trampa que se acaban de poner ustedes mismos, cuando empiecen el resto de los empleados del Estado a discutir la paritaria ya, porque los policías de la provincia son solo un porcentaje de quienes cobran salarios por debajo de la línea de pobreza.
Detrás van a venir -quó digo ¡ya están viniendo!, los trabajadores de la salud. Y pegados a ellos, el resto de los 500 mil empleados públicos del distrito más grande de la Argentina que todavía no empezaron a discutir paritarias. Y ahora hablamos de números reales.
Alberto Fernández le acaba de meter la mano en el bolsillo para sacarle 45.000 millones de pesos no solo a Horacio Rodríguez Larreta. No solo a la Ciudad de Buenos Aires. No solo a los más de 3 millones de habitantes que viven y duermen en la ciudad, incluidos Cristina Fernández, Alberto Fernández y Máximo Kirchner. También a los millones de habitantes que vienen todos los días a trabajar y se vuelven a su casa del conurbano, incluidos el personal de la salud y los policías que trabajan en la ciudad y se juegan la vida igual que los de la provincia.
Pero con el anuncio de Alberto convalidado por Kicilloff acaban de hacer algo peor, todavía: instalar una nueva (y falsa) grieta.
La falsa grieta de los porteños ricos, desalmados, egoístas, de derecha, contra los pobres solidarios y siempre dispuestos a votar al peronismo que hace justicia, asociados a los empleados públicos de clase media y media alta, incluidos funcionarios, que ganan por encima de los 200 mil pesos.
La misma falsa grieta que inauguraron en 2008 con el conflicto del campo. ¿Te acordás del yuyo? ¿De los piquetes de la abundancia? Usan los mismos trucos.Pero, al pasar de los años, obtienen peores resultados. Y nos hacen más pobres a todos.
No solo a los habitantes de la provincia que gobernaron durante 30 años, sino a todos los que vivimos y trabajamos en la Argentina.Cada vez más pobres. Cada vez más resentidos.Cada vez peores.
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