
Menem recibió a Akihito en la quinta presidencial
El emperador nipón recordó la amistad entre ambos países
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El presidente Carlos Menem y el emperador del Japón, Akihito, coincidieron ayer en robustecer los lazos de amistad y obtener una mayor comprensión con motivo de los 100 años de las relaciones diplomáticas, que ambos países celebrarán el próximo año.
Menem y su hija, Zulema, recibieron a la pareja imperial en la residencia de Olivos, en el segundo día de su visita oficial a la Argentina.
El recibimiento oficial se efectuó en la Plaza de Armas de la residencia, donde el jefe del Estado le expresó a los emperadores que era "un orgullo, para el pueblo y el Gobierno, recibirlos y darles la más cordial y afectuosa bienvenida".
Agregó que "1998 marcará una fecha significativa" por el centenario de las relaciones bilaterales y subrayó que, "en aquella época, Argentina estuvo muy cerca de Japón, y lo sigue estando". Por su parte, Akihito le expresó a Menem que era "un motivo de gran complacencia volver a visitar a su país junto a la emperatriz, y estamos agradecidos por sus cálidas palabras de bienvenida".
Dijo que "es nuestro deseo profundizar nuestro conocimiento y el desarrollo logrado en los últimos años en el país", y le transmitió su deseo de "fortalecer los lazos de amistad".
Con excepción del ministro de Trabajo, Armando Caro Figueroa -se encuentra en Ginebra-, el resto de los ministros del Poder Ejecutivo estuvo en la ceremonia, muchos acompañados por sus esposas. También se vio al vicepresidente, Carlos Ruckauf, y al senador Eduardo Menem, así como a Ramón Hernández y Alejandro Tfeli.
Menem llegó a la Plaza de Armas vestido con un traje azul, corbata y pañuelo bordó, en tanto que su hija lució un conjunto color marfil.
A su vez, el emperador vistió un riguroso traje negro y la emperatriz un tailleur color violáceo, guantes blancos y una sobria capelina a tono con su vestido.
Debut de funcionarios
Esta visita, importante por tratarse del primer emperador de Japón que visita el país, marcó el debut en una de las áreas más sensibles del Protocolo de Jesús Fernando Taboada y de Alejandro Daneri, flamantes directores de Ceremonial de la Cancillería y de la Presidencia, respectivamente, quienes estuvieron secundados por Rodolfo Martín-Saravia, que trabajó sobre la visita en los últimos ocho meses.
Al término de la ceremonia en la Plaza de Armas, Menem y Akihito se trasladaron al chalet presidencial, donde mantuvieron un encuentro protocolar.
Tras la foto oficial de Menem y su hija con la pareja imperial, se realizó en el edificio de la Jefatura la presentación de la comitiva que acompaña a los emperadores y de las autoridades argentinas.
Akihito y la emperatriz Michiko dejaron la quinta de Olivos cinco minutos antes de las 12. Antes de concurrir a la comida de Estado en el hotel Alvear, los emperadores realizaron diferentes actividades, de lo que se informa por separado.
En la comida, los emperadores (quienes hoy retornan a su patria) y el Presidente compartieron la presencia del ex presidente Raúl Alfonsín sentado a la mesa principal. Menem destacó la "invalorable" presencia de las visitas y deseó "cien años más de profundo acercamiento", con motivo de cumplirse el primer centenario del establecimiento de relaciones entre ambos países. Hoy a las 11, retornan a su patria.
Entre peces, flores y dinosaurios
Los emperadores del Japón, luego de mantener su primer encuentro con el presidente Menem en la residencia presidencial de Olivos, dedicaron cinco horas de su tiempo a unas pocas visitas a distintos lugares de la Capital.
Pasado el mediodía, la pareja imperial arribó a las instalaciones del Yacht Club Argentino, ubicado en la Costanera Sur, a escasos metros de Puerto Madero, donde ofrecieron una recepción a distintas personalidades del quehacer nacional y de la cultura.
Durante una hora, los emperadores disfrutaron de la presencia de María Kodama, los bailarines Julio Bocca y Maximiliano Guerra, René Favaloro, la cantante Virginia Luque y la escritora María Elena Walsh.
Entre las presencias relacionadas con el mundo empresarial que fueron invitadas al cóctel en el club náutico estuvieron el economista Roberto Alemann, el presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Julio Macchi, y la titular del grupo Fortabat, Amalia Fortabat.
De vuelta al jardín
Puntualmente, a las 14, la caravana de 25 automóviles se dirigió al hotel en donde Akihito y Michiko descansaron media hora antes de trasladarse al Jardín Japonés, por ellos inaugurado 30 años atrás.
Allí, sus majestades imperiales pasearon por el parque durante diez minutos antes de ingresar en la casa de té junto con su numerosa comitiva. En este espléndido lugar de esparcimiento se concentraron 1200 personas de la colectividad nipona y alumnos del Instituto Privado Argentino Japonés, provistos de pequeñas banderas argentinas y japonesas.
Dentro de la casa de té, Akihito y Michiko presenciaron un espectáculo folklórico argentino y una danza ritual de Okinawa. Previamente escucharon las palabras de bienvenida de T. Yohena, presidente de la Comisión de Bienvenida. El emperador hizo lo propio y remarcó el esplendor que tenía el Jardín tras 30 años de inaugurado. Los emperadores, tras saludar desde el balcón de la casa, se retiraron con rumbos diferentes.
Akihito fue al Museo Argentino de Ciencias Naturales, donde observó detenidamente los esqueletos de dinosaurios durante casi dos horas, y Michiko, al Instituto del Sagrado Corazón.
Apostillas
La colectividad japonesa de nuestro país tiene una particularidad que la diferencia de las de Brasil, Estados Unidos y Perú, las tres más grandes del mundo: el 80 por ciento proviene de la isla de Okinawa, al sur de Japón. En su momento, los prefectos (gobernadores) de la isla, estimularon la inmigración de unas 10.000 personas que en su totalidad se instalaron en la Argentina.
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Pese a los numerosos seguidores de la pareja imperial, ésta nunca se acercó a dialogar con el público. Tan sólo saludó amablemente levantando su brazo derecho. Sin embargo, el emperador rompió la norma cuando se acerco a una dama japonesa, le estrecho la mano y dialogó durante dos minutos a la salida del Museo Argentino de Ciencias Naturales. La emperatriz no estaba presente.
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El espectáculo folklórico que tuvo lugar en el Jardín Japonés curiosamente no estuvo a cargo de un artista argentino o de un gaucho de nuestras pampas, sino de Taro Nagano, un ciudadano japonés residente en la isla que aprendió malambo en nuestro país varios años atrás.




