Un gesto de EE.UU. y la presión a Maduro, objetivos de Macri en Lima

LIMA.- Enfrascados en distintas reuniones diplomáticas y comerciales, los miembros de la delegación argentina que se adelantó a la llegada del presidente Mauricio Macri tienen una clara certeza: poco habrá de esperar de las deliberaciones de los presidentes en la Cumbre de las Américas, que se inicia a las 20 (18 hora local). Las apuestas fuertes están puestas en las reuniones bilaterales que Macri sostendrá en esta ciudad y en la declaración del Grupo de Lima que condenará al régimen chavista de Nicolás Maduro y pedirá una nueva fecha para "elecciones libres" en Venezuela.

El canciller Jorge Faurie, ayer, y el ministro de Producción, Francisco Cabrera, hoy, fueron y serán los encargados de allanar el camino para que Macri pueda irse de aquí mañana por la tarde con logros o avances. El canciller se encontró con reticencias de varios países (Brasil, su principal aliado comercial, sostiene una postura algo más moderada, y ni hablar de los intransigentes Bolivia o Cuba) a firmar una declaración conjunta contra Maduro.

Así, quedó firme una declaración del Grupo de Lima, formado el año pasado por 17 países, que sí condenará al chavismo aunque Itamaraty sostenga, por lo bajo, que es la Organización de Estados Americanos ( OEA) la que debería ponerse al frente de estos asuntos. Anoche, los cancilleres de las 34 delegaciones firmaron un documento que será puesto a consideración de los presidentes que no menciona la crisis económica y humanitaria de Venezuela, y que sí habla de acciones concretas en la "lucha contra la corrupción en la región en temas como transparencia y acceso a la información, participación de la sociedad civil", entre otros.

Macri y su par colombiano Juan Manuel Santos, impulsores de una presión sobre Maduro, deberán conformarse con esa declaración. "Brasil no tiene la fuerza del reclamo argentino, pero está en el mismo barco", susurran desde la diplomacia en relación al gobierno de Michel Temer.

A Cabrera le asignaron la misión de convencer a su par de Estados Unidos Wilbur Ross de que Donald Trump exceptúe a la Argentina de su "amigo" Macri de los aranceles a la importación de acero y aluminio. "Vamos con mucha confianza a esas reuniones", cuentan en la delegación argentina.

Apenas pise el aeropuerto de Lima, Macri; su esposa, Juliana Awada, y una comitiva muy reducida que integran su vocero, Iván Pavlosky, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, se dirigirán al Swissôtel, un paradisíaco alojamiento cinco estrellas de la coqueta zona de San Isidro, a cinco kilómetros del caótico centro de esta ciudad. Tendrán poco tiempo para disfrutar de la suite presidencial, con sus habitaciones alfombradas y baños de mármol, o de la pastelería francesa (el Presidente es fanático de los dulces) ya que de inmediato partirán al Teatro Nacional para participar de la inauguración de la Cumbre de las Américas que encabezará el presidente peruano Martín Vizcarra, quien luego ofrecerá una cena a los presidentes en el Palacio Presidencial, que ocupa desde la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, hace tres semanas.

Mañana, mientras Awada participe en una reunión especial de primeras damas, Macri comenzará el plenario de presidentes, aunque utilizará los "huecos" que dejen las deliberaciones para sus bilaterales con el primer ministro canadiense Justin Trudeau, con Santos y con el senador estadounidense Marco Rubio. Luego de firmado el documento final llegará su "mano a mano" con el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien a último momento reemplazó al presidente Trump, enfrascado en problemas domésticos y un posible ataque a Siria.

Por la tarde del sábado, luego de alguna reunión más, el Presidente volverá a Buenos Aires, luego de una cumbre devaluada desde su inicio por la ausencia de Trump y la falta de consenso sobre Venezuela.