Análisis PASO 2023: un preocupante mensaje desde Ecuador para el próximo gobierno
La política exterior para los próximos cuatro años deberá enfocarse en la economía, pero también en la seguridad
Dólares, dólares, dólares. Así plantean los candidatos a suceder a Alberto Fernández su relación con el mundo. Más allá de los desafíos que rondan a todas las naciones en sus vínculos globales –desde el cambio climático y el avance tecnológico hasta una geopolítica definida por la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China-, la Argentina de los próximos cuatro años tiene su propia urgencia: duplicar exportaciones, atraer más inversiones para reforzar las reservas, inaugurar un ciclo de crecimiento y despertar la creación de empleo privado. La política exterior que imaginan es, esencialmente, una política económica.
Pero a él o la ganadora, no le será muy fácil aplicarla. China suma problemas económicos, el Mercosur sigue sin dar señales de vitalidad, el acuerdo con la Unión Europea está paralizado en la sala de espera, el Brasil de Lula no parece muy flexible con la Argentina, y los nuevos mercados a los que apuntan aún tienen que construir una relación comercial con el país.
Navegar en aguas económicas turbulentas, sin embargo, no será el único desafío. Hay uno que llega como un mensaje potente de Ecuador: el crimen organizado avanza, se transnacionaliza y se convierte en un protagonista no solo de la violencia sino también de la política nacional cuando menos se lo espera.
El escenario de Ecuador es muy diferente del argentino. Limita con Colombia y Perú, dos de los mayores productores de cocaína del mundo. Sus puertos son el trampolín para el tráfico a Europa, Asia y Estados Unidos. La dolarización facilita el lavado de dinero. El desarme de las FARC corrió a grupos de exguerrilleros con afanes “narco” hacia Ecuador.
Sin embargo, hay ciertas coincidencias. Durante años, la narcoviolencia estuvo recluida en las cárceles y en un puñado de las 24 regiones de Ecuador. Pero los grupos criminales locales crecieron, se asociaron con carteles mexicanos y bandas europeas y, en apenas meses, irrumpieron con toda su fuerza letal en la campaña para las elecciones del domingo próximo. Hoy Ecuador está en shock, perdió a uno de sus candidatos presidenciales y al alcalde de una de las principales ciudades y le envía una señal de alerta al próximo gobierno.
La violencia narco nunca se limita a una región, sea Esmeraldas en Ecuador o Rosario en la Argentina; en todo caso está agazapada a la espera de cruzar fronteras y reclama, de los gobiernos latinoamericanos, una cooperación que a veces parece inexistente. La política exterior del próximo gobierno no podrá ser solo política económica, también tendrá que ser política de seguridad en igual medida.
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