Una secretaría atravesada por feroces intrigas de poder
La Casa Rosada busca recuperar el control de un organismo que Cristina objetaba
En el Gobierno buscaron presentar el descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia (SI, ex SIDE) como una cruzada anticorrupción contra los malos espías. Pero el trasfondo real parece ser el clima feroz de intrigas en el organismo. Cristina Kirchner se había enfrentado con el ahora ex subsecretario del área, Francisco "Paco" Larcher, un ex kirchnerista furibundo, y con la línea profesional de la SI que encabeza el director general de Operaciones, Antonio "Jaime" Stiusso.
Los hombres de Cristina Kirchner en la ex SIDE eran el ex titular Héctor Icazuriaga y el director de Reunión Interior, Fernando Pocino. Pero el organismo estaba, operativamente, en manos enemigas: Larcher y Stiusso. Con el recambio, ella quiere "recuperarlo".
Para obtener información, Cristina confiaba más en el jefe del Ejército, teniente general César Milani, que controla la inteligencia estratégica militar. Icazuriaga había perdido el control de la SI. Pocino reportaba a Milani y éste a Carlos Zannini, secretario legal y técnico y mano derecha de Cristina. Por eso Milani consolidó ayer su poder.
La Presidenta sospechaba que Larcher, ex incondicional de Néstor Kirchner, y sus amigos colaboraban con los que ella llamó "secuaces" del Poder Judicial, que eran los jueces que con sus investigaciones judiciales preocupan a Cristina, a su familia y a sus funcionarios.
Los agentes históricos, que veían en Larcher a un protector, mascullaban ayer que el Gobierno los quiere culpar del avance del narcotráfico. Le apuntan al ex diputado Miguel Bonasso, un detractor de ellos. "La «Casa» no está para una purga como la de 2001. Que sean cautelosos", insinuó uno de ellos. Ése es el clima que se vive en la Secretaría.
Temen que la nueva gestión de Oscar Parrilli descabece, luego de Larcher, a históricos como Stiusso y como el director de Análisis, Alberto Massino, hombres clave en el manejo de información. En la Casa Rosada anticipan que podría desembarcar La Cámpora de la mano de Leandro Parrilli, hijo de Oscar.
Cristina y sus allegados culpan a la ex SIDE de la filtración de información que terminó en las causas de la "pista del dinero K", de Lázaro Báez, de lavado de dinero y de los hoteles de la familia presidencial. "Los jueces están impulsados por un sector de la ex SIDE que tiene vínculos con abogados y operadores en la Justicia", dijo a LA NACION un alto funcionario. El propio kirchnerismo, en tiempos mejores, tenía en Larcher a un operador clave en la Justicia. Pero ahora Larcher no es K y ése es el problema.
En 2013, Cristina lo acusó de ocultarle que el ex intendente de Tigre Sergio Massa se lanzaría como candidato a diputado. La sorpresa confundió a la Presidenta. Massa ganó la elección y es candidato presidencial. "Larcher es ahora hombre de Massa. Se conocieron cuando éste era jefe de Gabinete de Cristina", dicen con bronca en Balcarce 50.
A Icazuriaga lo echaron por no saber resolver esas intrigas, pero no está bajo sospecha. Su reemplazante, Parrilli, leal a Cristina, intentará poner a la SI bajo control político. El sustituto de Larcher, Juan Martín Mena, jefe de Gabinete del ministro de Justicia, Julio Alak, conoce mejor el mundo de los jueces y las leyes. Intentarán una paz en el Poder Judicial.
Larcher también se enfrentó en épocas de Néstor Kirchner a Aníbal Fernández, que era ministro del Interior y tenía en las fuerzas de seguridad su aparato de inteligencia. Fernández reemplazará a Parrilli.
El hombre a batir era Larcher. La ruptura entre Cristina y la dupla Larcher-Stiusso se produjo en 2012, cuando el Gobierno firmó el pacto con Irán por la causa AMIA. Stiusso había investigado la pista que terminó en la acusación del fiscal Alberto Nisman a ocho ex funcionarios del régimen iraní. Esa investigación tuvo colaboración de servicios extranjeros como el Mossad y la CIA. Stiusso y los suyos se sintieron desacreditados.
En 2013, se produjo el extraño asesinato de Pedro Viale, apodado "el Lauchón", oficial de inteligencia en narcotráfico y de confianza de Stiusso. Nadie aclaró nunca esa muerte, perpetrada en un inusual operativo de la policía bonaerense.
En septiembre último, Cristina acusó públicamente a la ex SIDE de filtrar información al diario Clarín sobre un supuesto empresario tunecino sospechoso de planificar un atentado contra ella, que había denunciado días antes amenazas de muerte de la célula terrorista ISIS. Indignada, dijo que si la cuidaban ella debió ser informada antes que Clarín. El mensaje era para Larcher y sus aliados. "Si me pasa algo no miren hacia Oriente, miren hacia el Norte", dijo. Cristina considera que sus descabezados tienen relación con Estados Unidos. También son "secuaces" del imperio.
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