En los últimos años se ha elegido el mercado de los desarrollos inmobiliarios como seguro de valor de los inversores. Las elecciones primarias despejaron muchas de las dudas que surgen en el contexto de un año electoral. Con un panorama más definido, el mercado y los inversores pudimos seguir actuando de forma concreta sin tener que esperar los resultados del acto eleccionario de octubre. Así ganamos tres meses en la toma de decisiones.
Los temas que preocupan en un escenario poselecciones son los mismos de cada cuatro años: los aumentos de precios, la inseguridad jurídica y la falta de crédito hipotecario para la clase media. Hace falta un índice de actualización que sea amigable para el tomador de créditos con un indicador de costos basado en los niveles salariales, para que el tomador pueda tener una idea concreta del monto que debe pagar, teniendo en cuenta la realidad de sus ingresos. Como resultado, los desarrolladores podríamos mantener los márgenes de rentabilidad y los tomadores podrían cumplir con el sueño de la casa propia.
El Gobierno está empeñado en resolver los temas que preocupan al sector y nosotros seguimos ayudándolo. Respecto de años anteriores, la situación ha mejorado aunque no sustancialmente en los índices, ya que la incidencia de la construcción en el PBI en 2009 era de 5,88% y ahora es de 5,39 por ciento.
Siempre es bueno invertir en ladrillos, algunas veces por temor, otras por necesidad y finalmente por seguridad, ya que la casa no se mueve. El inversor si bien no tiene los porcentajes de renta de antaño, hoy recibe una utilidad superior a los niveles internacionales del Real Estate.
Los precios de la construcción no pueden abstraerse de los aumentos generales. Hasta el momento, las ventas no se vieron afectadas.
Uno de los temas que el Gobierno no debe dejar de atender tiene que ver con la relación con los mercados internacionales, como el brasileño y europeo.
Las perspectivas serán buenas en tanto se logre una fórmula para predeterminar los precios.