Nuevas fórmulas de vivir los espacios se combinan para buscar una respuesta al cambio climático y optimizar nuestros tiempos
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La dirección en la que caminan las ciudades y la forma en la que habitamos los espacios donde vivimos fueron algunos de los temas que se conversaron en el Summit de Real Estate organizado por LA NACION con expertos en urbanismo, psicología y smart cities. La combinación entre ciudades superpobladas y un planeta en peligro de extinción enciende las alarmas de los especialistas y obliga a reconfigurar la manera en la que nos comportamos.
Carlos Moreno, asesor especial en temas urbanos para la alcaldesa de París, Anne hidalgo, compartió en diálogo Verónica Rubí, editora de LN Propiedades, su visión sobre el futuro de las ciudades. “Estamos observando las estadísticas de lo que significa el cambio climático y el impacto en los cambios estructurales en las ciudades. En América Latina y otras partes del mundo estamos sorprendidos con las altas temperaturas, las inundaciones y las sequías y hoy en día es una trágica e irreversible realidad. Argentina tiene un 90% de concentración urbana, conjugando así cambio climático con concentración urbana y disminución de los recursos por nuestra manera de vivir basada en largas distancias, en conglomerados inmobiliarios que olvidan la biodiversidad y con desplazamientos muy largos que reducen nuestra calidad de vida”, analiza sobre los principales desafíos que enfrenta la región.
“Las ciudades del futuro con la adopción de la inteligencia artificial van a ser ciudades inteligentes en donde tengamos muchos algoritmos que permitirán la solución eficiente de varios problemas que tenemos, como los logísticos”, enunció Rebeca Hwang, general partner de Kalei Ventures. La especialista señala que estas smart cities se diseñaron muchos años atrás y las visiones de cómo pueden ser son diversas. “Con la adopción vertiginosa de la tecnología en la actualidad vamos a empezar a micro ecosistemas donde se pueden crear estos pilotos de un futuro cercano”, sintetiza.
Por su parte, Moreno detectó en el 2010 que las ciudades inteligentes como solución tecnológica no eran la respuesta final. Detalla que los gobiernos de las 100 ciudades que hoy forman el C40 consideraron que el cambio climático no se combate con tecnología sino cambiando nuestra forma de vivir, hecho que suscita tres desafíos fundamentales:
- La sostenibilidad que implica el cuidado y la utilización de los recursos y la energía.
- La creación de la economía de proximidad y darle a los barrios espacios públicos y alternativas para disminuir el peso de los autos.
- Reducir las largas distancias para trasladarnos al trabajo o las actividades cotidianas.
Estas tres máximas creó el concepto hoy conocido como “ciudad de 15 minutos”, que según contó también sigue al pie de la letra el dicho de la célebre urbanista Jane Jacobs: “Una ciudad tiene vida cuando cada habitante tiene la libertad de elegir lo que quiera hacer sin tener que subirse a un auto para lograrlo”.
Pero el concpeto no se quedó solo en una idea. Carlos con su asesoría a la alcaldesa de París y su equipo, logró implementarlo en la capital francesa. Y otros países del mundo van por el mismo camino. “Las llamamos ciudades de 15 minutos en zonas muy compactas y de 30 minutos en zonas con menor densidad de población. Es impresionante encontrar en los cinco continentes desde ciudades muy pequeñas en Polonia con 15.000 habitantes, ciudades intermedias en África o Túnez de 200.000 habitantes hasta megalópolis internacionales que están aplicando el mismo concepto: ecología, reducir la huella de carbono, reducir distancias, menos uso del auto, proximidades para regenerar economías e interacciones sociales, solidaridad para tener una ciudad más inclusiva con mayor educación, urbanidad, calidad de vida, participación ciudadana para que cada uno sea protagonista de esta transformación”, define el especialista.
Esta dinámica se replica en distintas partes del mundo, incluida la Argentina. “Hoy en día en América Latina hay mucho campo de aplicación para lograr un modelo más policéntrico, multifuncional, multiuso y que utilice mejor los recursos para que el mundo inmobiliario cree nuevas oportunidades de negocios y que la calidad de vida de los ciudadanos esté en el corazón de nuestras preocupaciones”, dijo Moreno.
En nuestro país hay un proyecto que tiene esta fórmula como base y está en plena ciudad de Buenos Aires. “En mi último viaje a Buenos Aires estuve en Flores, en Villa Crespo, porque tenemos una colaboración muy intensa con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires con un proyecto que se llama 48 Calles que representa a los 48 barrios de la ciudad. Nos parecen muy importantes las transformaciones que están en marcha como la regeneración del microcentro; ver la herida urbana que crea la autopista en el barrio de Flores segregando socialmente a la población hacia un lado y hacia el otro; la creación de calles verdes con espacios públicos; y los parques lineales que son una tendencia muy fuerte en el urbanismo moderno para crear nuevos centros. Existe el microcentro pero debemos crear nuevos y más centros a los que llamamos polaridades, una ciudad multicéntrica”, profundiza.
Para Moreno, no solo las grandes ciudades capitales tienen potencial para ser ciudades de 15 minutos: “Tuve acceso a un proyecto en San Carlos de Bariloche que se llamará Bariloche Este y tiene todo el potencial para convertirse en una ciudad de 15 minutos. Es muy importante que mostremos que se puede ir en esta dirección siendo ciudades pequeñas porque este concepto no es un monopolio de las grandes ciudades y en las pequeñas se pueden implementar sus seis atributos: una vivienda digna, un comercio local, salud física y mental, educación y cultura, esparcimiento en espacios públicos, lugares de trabajo, todo esto en distancias cortas”.
Psicología de los espacios
El evento también tuvo un bloque de reflexión sobre el poder que tienen los espacios en las emociones humanas. “Todos los objetos que tenemos en nuestras casas afectan a cómo sentimos. Los muebles, los objetos nos remiten a historia, desde los desastres hasta los mejores momentos que hemos vivido. Esa comunicación entre objeto o mueble y persona está en nuestro inconsciente y muchas veces olvidamos los recuerdos que traen”, explica Larissa Del Río, psicóloga y pionera de la psicología de los espacios que analiza el vínculo entre los objetos, los lugares y el pasado personal, a Mercedes Soriano, periodista del equipo de LN Propiedades.
Advierte que si los objetos nos retrotraen a épocas oscuras, este impacto negativo puede manifestarse en irritabilidad o peleas entre los convivientes y recomienda hacer consciencia de los recuerdos que traen los objetos para poder identificarlos y removerlos.
Por otro lado, Del Río concluye que “no hay colores mejores ni peores que otros porque cada color o tono se asocia con un recuerdos” y entonces recomienda usar los colores que evocan memorias positivas.
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