En La Aguada, el campo familiar de Open Door, hubo polo, desfile de carruajes y música en memoria del hijo de Eduardo Novillo Astrada

Recordar, sonreír al evocarlo, honrar los valores que lo guiaron… Esa fue la guía con la que se organizó la primera edición de la copa Justo Novillo Astrada, un homenaje al hijo del polista Eduardo Novillo Astrada y de Ernestina Anchorena, que murió en un accidente de auto, a los 22 años, en junio pasado. Incondicional de sus afectos, amante de la naturaleza y de los animales, La Aguada, el campo familiar ubicado en Open Door, resultó un marco perfecto para reunirse.

La iniciativa la tuvo su hermano mellizo, Cruz, que contó con la complicidad y ayuda de los tantos amigos que cosecharon en el colegio Newman, en los palenques, en la vida. Agrupados en distintas “comisiones”, trabajaron mucho para que las dos fechas en que se desarrolló el certamen resultaran un éxito: participaron 16 equipos mixtos, con handicaps de entre 12 y 16 goles. “La idea era incluir a todos, como hacía él, sortear parejas y no saber en qué equipo ibas a jugar, como una forma de que podamos conocernos más”, dijo, micrófono en mano Cruz, la noche del sábado 2, cuando La Porteña, el team formado por Javier Uranga, Alejo Badano, Candelaria Fernández Araujo (tricampeona del Abierto de Polo Femenino) y Holly Stanley, había levantado la Copa JNA, la más cotizada de las cuatro que se disputaron (las otras fueron en honor a Javier Novillo Astrada, a Margarita Perkins, abuela de Justo, y a Raúl Jiménez).





La jornada había empezado a las 13, bajo un sol radiante. Más allá del torneo, hubo una exhibición de polo sobre ruedas, un desfile de carruajes (escoltaron a los jugadores al entonar el Himno Nacional, ya que se recordaba a los Caídos en Malvinas) y un “Partido de las Estrellas”, en el que participaron los amigos del colegio de Justo que jamás jugaron al polo.





En las distintas canchas, se instalaron food-trucks con hamburguesas, panchos, nachos y sándwiches y durante el after tocaron los Hermanos Cavoti. “A no olvidarse de los que ya no están, no se fueron en vano, a celebrar la vida porque no hay nada más lindo que estar vivo, celebrar a los que ya no viven más porque su ciclo no culminó”, cerró Cruz su discurso, poco antes de que “la banda de Justo” se mudara a la cancha de fútbol para cerrar la noche con música y baile.

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