Una cocina tan incómoda que no daban ganas de tener visitas pasó a ser el lugar más celebrado del departamento
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La arquitecta Elina Dibarboure, al frente de Bouré Studio, reformó la cocina del dos ambientes palermitano de una diseñadora de indumentaria. El disparador fue un color que la clienta mencionó en el brief inicial: el famoso azul, intenso y profundo, que era el sello del artista francés Yves Klein.

El punto de partida: un espacio imposible
La cocina original era apenas un cuadrado incómodo, con el lavarropas en el medio y sin superficie para cocinar. La transformación comenzó tirando abajo el cerramiento que la ahogaba y desplegándola con una L. “Eso permitió liberar espacio, ganar luz y dar lugar a un diseño que no solo resolviera lo funcional, sino que también hablara de su identidad”, agregan las arquitectas Laura Sarasino y Agostina García, miembros del Estudio y del equipo que participó de esta obra.
La dueña nos explicó que le resultaba muy difícil cocinar; no había dónde apoyar nada. Y eso le sacaba ganas de invitar gente a su casa.”
— Arq. Elina Dibarboure, Bouré Studio

El brief que todo lo cambia
En Bouré tienen una costumbre: pedirles a los clientes que armen un pequeño brief con sus gustos, preferencias y anhelos. “En este caso, ella mencionó a Yves Klein, el artista francés conocido por su azul intenso. Esa pista fue mágica, porque nos dio un norte claro: animarnos al color en un lugar donde suele predominar lo neutro”, cuenta Elina.

El resultado fue un gran mueble laqueado en azul profundo que organiza la cocina, desde donde arranca, y se prolonga hasta la puerta del dormitorio, abasteciendo también ese sector.

“No solo oculta la heladera, el calefón y el lavarropas, sino que además resuelve guardado extra: zapatos, carteras y, sobre todo, una colección de más de treinta gafas de sol”.
Curvas que acompañan

La idea de suavidad y movimiento atraviesa todo el proyecto. Las terminaciones redondeadas en la mesada de terrazo dialogan con las curvas de los azulejos y continúan en la división de hierro que conecta la cocina con el pasillo de acceso.

Paletas y texturas
La elección cromática dialoga directamente con las referencias de Yves Klein. “Si mirás sus obras, casi todo está trabajado en blanco y solo se rompe con el azul. Esa idea de lienzo neutro y frío fue lo que buscamos trasladar: superficies laqueadas, sin interferencias cálidas ni texturas de madera, para que el azul tenga el protagonismo absoluto”, explica Elina.

Una cocina para compartir
Hoy, el espacio se transformó en un ámbito social, versátil y lleno de vida. “El concepto era abrir para recibir. Que la cocina dejara de ser un rincón incómodo para convertirse en el centro de la casa”, resume Elina.

El color, las curvas y los detalles pensados al milímetro lograron que este ambiente pasara de ser el menos querido al más celebrado del departamento.
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