Construida casi al 100% por uno de sus dueños experto en herrería, Casa en el Bosque parece flotar sobre un terreno de 12 hectáreas con un planteo en el que priman el respeto por el entorno y el buen vivir de los años venideros
5 minutos de lectura'
Carola (54) y Mario (55) solían hacer base cerca del Camino del Cuadrado, que une la turística Salsipuedes, en las preciosas Sierras Chicas cordobesas, con la localidad de Valle Hermoso, en el Valle de Punilla.

En su ir y venir por la zona, una obra en construcción -que hoy lleva el nombre de Casa en las Nubes-, llamó su atención por parecerse a la que soñaban para ellos mismos. No les costó mucho dar con su artífice: la arquitecta Malvina Zayat. Tampoco convencerla de diseñar lo que llegaría a ser su hogar definitivo.
Un refugio para el presente y los años por venir
La pareja, además de una entrenada visión arquitectónica, tenía en claro lo que quería. “Cuando me contactaron, fueron enfáticos: ´Esta va a ser nuestra casa para la vejez; nuestra última casa´”, cuenta Malvina.

Después de explorar las 12 hectáreas ricas en especies de todos los tipos y colores, eligieron un sector entreverado entre los árboles, que les permitiría proteger la casa y volverla parte del bosque.
Diseño respetuoso
Como la vivienda no tiene provisión propia de agua corriente, se instalaron canaletas que colectan lluvia, llevándola a un desagüe vertical. Además del recurso hídrico, este sistema hace que el sonido del agua moviéndose sea disfrutado en el interior. Muy zen.

Para minimizar el impacto en la topografía, se adaptó la forma de la vivienda a la vegetación, derivando en un diseño modular de dos cuerpos rotados -uno social y otro privado-, articulados por un hall que es toda una maravilla.
Quisimos que entrar a la casa fuera una experiencia de transición que activara los sentidos; que preparara para el descanso y el disfrute sobre estas plataformas que flotan en el bosque.”
— Ara. Malvina Zayat, artífice del proyecto

Entrañables, las sillas y la mesita -que tiene dibujado un ajedrez en su superficie- eran del abuelo de Mario. Sumando objetos con valor simbólico, las cerámicas son obra de Carola. Además, el espacio tiene un mueble camuflado entre las paredes para dejar abrigos, llaves o bolsos.
Un corazón abierto al verde
El volumen del área social tiene estar, cocina, comedor y guardado para moto y bicicletas. Su ubicación norte facilitó la instalación de un termotanque solar en el techo (Halias, Energía Pensada) y permitirá a futuro tener paneles solares.

“Lo mágico que tiene esta casa es la incorporación del bosque”, asegura Malvina. Para lograr este efecto, todas las aberturas se despliegan y quedan hacia un costado, fundiéndose con la vegetación.
El piso es de hormigón pulido (igual que en todos los sectores). “Este material con masa nos permite absorber el calor del sol que ingresa desde el norte en invierno, es de bajo mantenimiento y dejó incorporar piso radiante”.

El fenólico de eucalipto es protagonista: está en cielo raso, paredes y muebles. Estos últimos se diseñaron a la par del proyecto, y fue Mario quien los hizo, en una eficaz síntesis estética y material.
Cocinar mirando al monte

Cuando comemos, nos quedamos viendo cómo pasan los animales o cambian de colores los árboles. Muchas veces bromeo y amenazo con irme porque me da tortícolis de tanto mirar.”
— Mario, herrero experto y dueño de casa
El mueble y el desayunador de la cocina, también en fenólico, repiten la estrategia general: pocos elementos, múltiples usos y total inmersión con el afuera.
Con las propias manos

“Desde el principio, supimos que esta casa se haría por autoconstrucción”, recuerda Malvina. Ella realizó los planos, especialmente de los pórticos -que tienen una inclinación muy particular-, mientras que la ejecución -detallada e impecable- estuvo a cargo de Mario, gran herrero, acompañado por solo un ayudante.

“La estructura la forman los pórticos de acero, que se suceden rítmicamente en los dos volúmenes y que dejamos oxidar para que también vayan cambiando el color a medida que pase el tiempo”.
Dormir bajo mil estrellas

En las habitaciones, todo está vidriado hacia el bosque. Acá también se instaló un mueble que, simulando ser parte del revestimiento de madera, es un espacio de guardado.

“Dormir bajo un cielo de mil estrellas y despertar en la Casa del Bosque con el canto de los pájaros es mágico. Estamos felices de haber tomado las decisiones que nos llevaron a vivir acá”, comparten Carola y Mario.

Los almohadones y cobertor de cama los hizo Maria Jose Lucero, una amiga de la zona al frente de Zarza Deco Textil, emprendimiento de textiles deco hechos a mano.
El estampado del acolchado se inspiró en la sombra que proyectan en el cuarto las ramas de los árboles.

El volumen de la suite se orientó al este para aprovechar la luz natural.
El contraste perfecto
“El color verde de los cerámicos fue sugerencia de Malvina y la recibimos encantados”, admiten Carola y Mario.

La conexión con el afuera es tan extrema y profunda, que ni siquiera el baño podía quedar separado de ella. La pared vidriada que mira al bosque no lo deja al margen de la fiesta natural.
Un cuarto, muchas posibilidades

Además de la suite, la casa tiene una habitación extra pegada al hall (al que puede unirse por completo gracias a paneles corredizos). Con cama rebatible, es cuarto de huéspedes, pero también salón de costura y taller de cerámica, donde Carola hace sus obras de arte, muchas de las que luego ofrece en su Atelier de las Palomas.
La vida al aire libre

Cuando llegan las visitas o cuando el clima invita, la mesa de madera del jardín se vuelve centro de comidas y actividades.
Una casa que flota

Como la casa está implantada en una zona con gran valor ambiental, se la elevó, permitiendo que las escorrentías de agua y los animales transiten sin barreras, y la vegetación crezca lo más libre posible.
“Para nosotros era fundamental impactar lo menos posible en el ambiente. Fue la premisa del proyecto”, señala la pareja.

“Habitamos la Casa del Bosque con mucha alegría. Fue un proceso buscado y elegido. Disfrutamos la zona con caminatas, andando en bici y haciendo kayak o standup en el Dique La Quebrada, que queda cerca”. Qué mejor manera de vivir un espléndido devenir.
Más notas de Historias de diseño
Pura inspiración. Sin obra, te mostramos cómo se renovó un departamento con terraza en un espacio con mucha elegancia, color y arte
Sorpresa en Barrio Parque. Un estudio de arquitectura y una galería de arte exquisitos, juntos en una casona histórica
En una charla con la viuda de Steve Jobs. Faltan dos años para el “iPhone de la IA”, revelan Sam Altman y Jony Ive
1Sin obra, te mostramos cómo se renovó un departamento con terraza en un espacio con mucha elegancia, color y arte
2Nos metemos en el universo creativo de Ana Manghi y sus piezas únicas en vidrio que dan identidad a cada espacio
3Te mostramos cómo se transformó un monoambiente en un espacio con estilo y confort de hotel boutique
4Una casa con celosía árabe se convirtió en un oasis urbano que combina naturaleza y diseño









