La vegetación se integra a la arquitectura y define recorridos, usos y experiencias sensoriales, transformándose en una verdadera extensión de la casa
El paisajismo no se limita a embellecer el entorno: puede ser una pieza clave del proyecto. Cuando el jardín es pensado en estrecha relación con la arquitectura, el terreno y la forma de habitar los espacios exteriores, los senderos, pendientes, visuales y especies vegetales se articulan para ser recorridos. Como estos tres casos reales que funcionan como buen ejemplo.
1. Un jardín con senderos que se pierden entre las plantas
Las paisajistas Martina Barzi y Josefina Casares, del Estudio Barzi Casares, crearon este proyecto de un jardín que se vive en movimiento. Los senderos no marcan un recorrido rígido ni se imponen sobre el verde: aparecen, se diluyen y vuelven a surgir entre las plantas, invitando a una exploración pausada y sensorial. El diseño busca que el cuerpo sea protagonista, que caminar el jardín sea una experiencia en sí misma.
La vegetación acompaña esta idea de fluidez, creciendo de manera envolvente y generando distintas escenas a lo largo del recorrido. El jardín se transforma así en un espacio dinámico, donde no hay un único punto de vista ni una lectura cerrada, sino múltiples maneras de habitarlo según el momento del día, la estación o el ánimo de quien lo transita.
2. Arquitectura y paisaje integrados en una barranca
En este terreno en pendiente, el proyecto paisajístico parte de una decisión clave: respetar la barranca y trabajar con ella, no contra ella. La arquitectura se apoya en el paisaje existente y el jardín acompaña esa lógica, consolidando el suelo y reforzando las cualidades naturales del lugar.
El diseño organiza el espacio a partir de distintos niveles, generando visuales cuidadas y recorridos que conectan la casa con el entorno de manera gradual. Las especies elegidas cumplen un rol estructural y estético, ayudando a integrar la construcción al terreno y a construir un paisaje que se percibe sólido, equilibrado y profundamente enraizado en su geografía.
3. Un jardín urbano con alma de pueblo
En medio del ritmo de la ciudad, este jardín logra crear un clima íntimo y sereno, con un marcado aire de pueblo. El paisajismo trabaja para desdibujar los límites urbanos y construir un espacio que invita a bajar el ritmo, quedarse y disfrutar del afuera como un refugio cotidiano.
La vegetación, los recorridos y la organización de los espacios verdes refuerzan esta sensación de calma. El jardín acompaña a la arquitectura sin imponerse, generando rincones de descanso, zonas de encuentro y visuales que privilegian la cercanía con lo natural, aun en un contexto urbano.
Agradecemos a JARDÍN su colaboración en esta nota.




























