Se ofrecen salidas embarcadas para ver los saltos de estos mamíferos marinos; también es temporada de pingüinos
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Con la llegada del verano, las ballenas franca austral emprenden su largo viaje hacia el sur, luego de su temporada de nacimientos y apareamientos en el golfo Nuevo. Y a las aguas calmas de la bahía de Puerto Madryn llegan nuevos protagonistas para un show natural único. Es tiempo de delfines. Con un sol y un calor implacables, sin los habituales vientos helados del invierno patagónico y en un mar azul intenso, se puede salir en paseos embarcados en busca de estos mamíferos marinos, de la especie oscura, un poco más chicos que los habituales grises. Desde diciembre y hasta abril, los delfines se acercan a las costas de Madryn en busca de anchoítas, su alimento preferido, y practican frente a los barcos infinidad de saltos para la foto.
Las navegaciones, en este caso, parten desde el muelle Luis Piedra Buena de la ciudad, sin la necesidad de tener que viajar hasta Península Valdés, como sucede con las ballenas. Los delfines se ven de a decenas, mientras hacen piruetas y suben a la superficie para comer.
Madryn en verano se transforma en un destino de playa y sol, con arenas anchísimas y aguas calmas y frescas para practicar snorkeling, buceo, kayak, windsurf y stand up paddle.

La biodiversidad marina en esta región costera de Chubut es abrumadora y un festín para los cada vez más viajeros volcados al turismo de naturaleza. Además de los delfines, en esta época se pueden ver elefantes y lobos marinos, pingüinos y cientos de aves. El Área Natural Protegida Península Valdés (Patrimonio de la Humanidad) y Puerto Madryn son en santuario de fauna marina de fama mundial.
Para ver pingüinos, se puede ir hasta la estancia San Lorenzo, en la Península Valdés, que es la más grande a nivel continental, con una población estimada en 600.000 ejemplares, que cada primavera llegan para hacer sus nidos, encubar los huevos y alimentar las crías antes de emigrar, en abril.
Además, la estancia ofrece un comedor en el antiguo galpón de esquila, donde se pueden adquirir productos regionales, recuerdos y degustar el exquisito cordero patagónico. La riqueza de la historia local se complementa con los fósiles marinos y la antigua factoría de lobos marinos que se encuentran en sus terrenos.
La reserva de Punta Tombo, a 170 km al sur de Madryn, es otro sitio histórico para ver pingüinos, mucho más económico que San Lorenzo. Se los pueden observar de muy cerca, caminando torpes por la arena y en sus nidos. La caminata por el circuito es libre y tiene una extensión de tres kilómetros entre ida y vuelta.
Un paseo de sabores
Durante enero y febrero, Puerto Madryn desplegará una agenda cultural diversa que incluirá ciclos de teatro independiente, presentaciones musicales, actividades en el Ecocentro, la clásica Noche de los Museos, propuestas para los chicos y una nueva edición de Verano, mar y libros, con la participación de escritores contemporáneos.

La feria gastronómica “Madryn Comestible, un paseo de sabores”, volverá a formar parte de la programación estival con una nueva edición que reunirá cocina local, cerveza artesanal, productores regionales, propuestas dulces, música y actividades para todas las edades, el 10 y 11 de enero, a partir de las 18. Como cada verano, la feria se desarrollará frente al mar, en el Playón Recreativo del Muelle Piedra Buena.
La vida nocturna también tendrá su espacio, con casino, bingo, pubs, cervecerías y bares frente a la costa que ofrecen diversas alternativas.
A solo 67 km de Puerto Madryn, por la ruta nacional 3, se encuentra Trelew, cuyo principal atractivo es el museo paleontológico Egidio Feruglio (MEF), uno de los más importantes de Sudamérica, que reabrió hace un año, luego de una importante obra de ampliación. Sus salas permiten conocer los dinosaurios que habitaron la región hace más de 65 millones de años, incluyendo especies emblemáticas descubiertas en la Patagonia.

A pocos kilómetros se ubica el Parque Paleontológico Bryn Gwyn, un yacimiento a cielo abierto con hallazgos fósiles de 40 millones de años, ideal para comprender la evolución natural del territorio. También se puede visitar el museo histórico Pueblo de Luis, que reconstruye los orígenes de la colonización galesa.
Tomando la ruta nacional 25 hacia la costa, luego de Rawson, se llega a Playa Unión, un destino tradicional para disfrutar del mar, realizar avistaje de toninas overas y recorrer su pintoresco puerto.
Hacia el oeste, a 15 km de Trelew, se encuentra Gaiman, una histórica colonia galesa que mantiene vivas sus tradiciones a través del té galés, sus capillas centenarias y una identidad cultural única. Más adelante, tras 35 km, se llega a Dolavon, donde aún funciona el primer molino harinero de la región.
Regresando hacia la costa es posible recorrer el circuito de agroturismo del Valle del Río Encantado, compuesto por 10 establecimientos que ofrecen experiencias vinculadas a la producción local: vinos, fruta fina, lácteos, flores, hierbas aromáticas y visitas en chacras históricas.
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