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La vida de la filósofa Diana Cohen Agrest cambió radicalmente hace nueve años cuando Sebastián Pantano asesinó a su hijo Ezequiel en una entradera en Caballito. El derrotero en la búsqueda de justicia y las dificultades de lidiar con el sistema penal marcaron lo que sería su recorrido teórico a partir de ahí y la fundación de "Usina de Justicia". Hoy Cohen Agrest se reparte entre Madrid donde viven su hija y sus nietos gemelos recién nacidos y Buenos Aires. Su estadía en la ciudad permitió el encuentro con Pablo Sirvén para Hablemos de otra cosa .
Al momento del crimen en 2011, el asesino de Ezequiel tenía nueve causas y debería haber estado preso. Cohen Agrest sostiene que la multiplicidad de instancias perjudica a las víctimas y beneficia económicamente al sistema penal: "La cárcel no es una escuela de delito, cuando llegan a la cárcel ya tienen un máster y cuando no un doctorado. Es mentira que entran los perejiles, entra aquel al que le salió mal o hizo mal el cálculo. Apenas entran siguen trabajando en el delito con sus celulares. Hay una teoría abolicionista en Argentina que ha hecho mucho daño heredada vía Zaffaroni ".

"Usina de Justicia" se define como una asociación civil por los derechos de los familiares de las víctimas de homicidios. Los vacíos en el sistema judicial tienen, según Cohen Agrest, su correlato en los poderes ejecutivo y legislativo: "Estamos presos de la clase política, tenemos que empoderar a la sociedad civil y rescatar el concepto de ciudadano. Quienes nos representan tienen que responder a las propuestas por las que ganaron sus escaños y eso no se cumple. La crisis de las democracias se está dando en todos lados, no sólo en Argentina. Hay que pensar una versión distinta de la democracia. En materia de seguridad tenemos comentaristas por todos lados, una cosa es que comente yo que soy filósofa y mi mundo es otro, pero si me pagan para promover políticas públicas no puedo limitarme a comentar".

La grieta argentina atraviesa también el debate sobre seguridad, según Cohen Agrest: "Nuestro país está atravesado por la división desde hace muchísimos años. El diálogo se transforma en una puja de poder. En lugar de discutir argumentos se termina derrapando e insultando al otro. No se discuten ideas porque no hay ideas, estamos atascados. Ni siquiera tenemos palabras, hablamos con un vocabulario pobrísimo. Si no tenemos lenguaje no podemos operar en lo simbólico".
Hablemos de otra cosa se emite los viernes a las 22 por LN+ .
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