La esquina de la barricada. El delito no da tregua a los vecinos de la zona más peligrosa de La Matanza
Un talud armado con basura y escombros está armado a simple vista como lugar de emboscadas sin que las autoridades reaccionen para desarmar esa trampa criminal
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El 4 de junio pasado, minutos después de las 23.30, Thiago Correa, de 7 años, esperaba el colectivo subido a los hombros de su padre, en la parada situada en el cruce de Crovara y la calle 700, cuando fue asesinado de un balazo en la cabeza, disparado por un efectivo de la Policía Federal que se defendió de un asalto, en el partido de La Matanza.
Esa zona del conurbano es especialmente peligrosa. A quince cuadras de la escena del homicidio de ese niño está la esquina de la barricada, donde los delincuentes armaron una montaña de basura sobre la avenida Cristianía, en la mano en dirección a la ruta 21, para facilitar los asaltos y las fugas.
Para sortear el obstáculo los automovilistas y choferes de colectivos deben invadir la mano contraria por lo que están obligados a frenar. En ese momento se convierten en presas accesible para los delincuentes.
Ni desde el municipio de La Matanza o la Estación de Policía se aplicó alguna medida para terminar con la situación de riesgo para los vecinos y automovilistas. La montaña de basura fue registrada por LA NACION en abril de 2023, el 19 de julio pasado y el último lunes. Entre esas recorridas nada cambió en ese lugar donde el delito tiene una emboscada montada a la vista de todos.
A pesar que la barricada es un peligro que advierten los vecinos, no hay policía en el lugar. Desde que este cronista ingresó en La Matanza por Mosconi y General Paz, el primer móvil policial que se observó estaba en la esquina de Marconi y ruta 21, en Laferrere.
Fueron casi 17 kilómetros sin presencia policial. Dicho patrullero estaba estacionado frente a una hormigonera, sin recorrer la zona, dominada por basura acumulada en casi 300 metros al costado de Marconi, desde la ruta 21 hasta el arroyo Maldonado, de cuyo cauce asoman restos de automóviles desarmados.
El 14 de agosto pasado, a pocas cuadras de allí fue asesinada Esmeralda Bustamante, de 23 años. La joven fue atacada por cuatro ladrones que la sorprendieron en la esquina de Carcarañá y la ruta 21, cerca de la estación Laferrere.

Según el relato de los testigos, la víctima y su hermana fueron amenazadas con armas de fuego por los delincuentes para que entregaran la moto. Uno de los asaltantes le disparó a corta distancia. Luego de balear a ambas mujeres, los ladrones huyeron sin llevarse la moto.

Esmeralda Bustamante fue asesinada cuando llegaba a un taller de reparación de caños de escape para llevarle dinero a su padre que debía pagar el arreglo del auto. Esmeralda y su hermana, Emilce, fueron baleadas ante la vista de su padre. Emilce resultó herida en una mano y salvó su vida. Pero Esmeralda falleció cuando la trasladaban al hospital Ballestrini.
Un día después del homicidio de Esmeralda Bustamante, asesinaron a otra mujer, en La Matanza. Rita Mabel Suárez, de 47 años, fue asesinada por tres delincuentes que le dispararon para robarle su Renault Sandero, cuando estaba con su hijo y esperaba que saliera su hija de la casa de la profesora de canto.
Dos asesinatos de mujeres en menos de 24 horas en La Matanza causaron impacto en la opinión pública. Sin embargo, en la recorrida de LA NACION efectuada por ese distrito en los últimos días no se pudo observar refuerzo alguno de la seguridad. La barricada del delito, por ejemplo, sigue intacta.

A Suárez, que trabajaba como preceptora en un colegio de Villa Luzuriaga, la mataron en la esquina de Miró y Juan Florio, de la mencionada localidad.
Ambas mujeres fueron asesinadas a plena luz del día y en los dos ataques, los agresores mataron a sangre fría y dispararon a pesar que las víctimas no se habían resistido.
No fueron episodios aislados, según las cifras oficiales del Ministerio Público fiscal bonaerense, durante el último año en el Departamento Judicial La Matanza hubo 155 homicidios. Semejante cantidad de asesinatos convirtió a La Matanza en el lugar más violento del conurbano con una tasa de 8,11 homicidios cada 100.000 habitantes.
Además, durante 2024 se denunciaron 97.000 delitos en La Matanza. De esa cantidad de hechos denunciados, al menos 48.000, correspondieron a robos y hurtos se registraron en el último año.
En la recorrida realizada por LA NACION esta semana, entre las 17.30 y las 20, se pudo observar el abandono, se ratificó la falta de patrullajes y la deficiente tarea policial. Por ejemplo, en la rotonda de La Tablada, sobre Crovara había uniformados en motos, pero en posición pasiva, sin recorrer la zona. A pocos metros, tres efectivos de la Gendarmería con chalecos antibalas y escopetas marcaban presencia, pero no controlaban a nadie y carecían de capacidad de respuesta ante un hecho de violencia.
En tanto que a dos cuadras, en la misma avenida se podían observar a jóvenes que se llevaban a las caras papeles similares a los que se usan como envoltorios de cocaína. Ningún policía se ocupó de perseguir al transa que vendía drogas.
La violencia delictiva en La Matanza queda reflejada no solo en la cantidad de homicidios y robos, sino también en los 2000 casos de abusos sexuales que fueron denunciados el año pasado en ese distrito.
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