Benedetti reconstruye el pasado entre andamios

El escritor uruguayo Mario Benedetti llegó a Buenos Aires, algo agotado y con asma, para presentar su reciente novela y hablar sobre el exilio, el desexilio (vocablo por él mismo acuñado), y otra vez la patria, la que nos duele y se nos hace esencial para vivir (las más de las veces, para sobrevivir). Tras 76 años de andar caminos, Benedetti se propuso, desde esa metáfora que titula "andamios", dibujar una esperanza de reconstrucción, no sólo en la vida del protagonista, el periodista Javier Montes que, en 1995, vuelve para recuperar su espacio interior en un país que le arrebataron por la fuerza.

Detrás de esos andamios "provisionales, porque los edificios se construyen con materiales", están los del Uruguay. La reparación de un país asolado por una dictadura donde la tortura, la desaparición y el destierro fueron tan comunes como en el nuestro.

En la entrevista con La Nación, el autor reflexiona: "La nostalgia es un componente muy fuerte en el exilio. Cuando llega el desexilio se cambia por otras sensaciones, por alguna forma de felicidad. Sobre todo, cuando uno se reencuentra con paisajes, con amigos, con la infancia. Pero perdura algo de tristeza, por la gente que ya no está".

Perfume de pasado

Esa nostalgia pivotea a lo largo del libro. No sólo cuando el protagonista y sus viejos compañeros de idealismos recuerdan el pasado, sino en el presente, el tiempo que más preocupa al escritor. "El presente es el meollo de la historia personal. Las cosas que uno hace en esa franja de tiempo son decisivas. Lo demás son recuerdos que más tarde uno bendice o maldice", subraya.

Aunque rechaza que haya una combinación de autobiografía y ficción en estos "Andamios", lanzado por Editorial Planeta, admite que existen pinceladas personales."Yo también fui un exiliado y lo pasé muy mal. El exilio político es diferente del económico. La muerte, si es forzada, también es una forma de exilio".

Contó luego que esta novela es una suerte de inmersión en "La borra del café", su título anterior. Desde sus páginas, saltaron el pintor Claudio Merino y Rita, esa muchacha fascinante que, curiosamente no envejece como los otros. Como sólo ocurre con la muerte.

A esta altura en que ya "no cree sino en los ojos y en las manos en general", para decirlo con sus versos, Benedetti tiene claro el concepto de patria, asunto visceral en el desexilio.

El amor como patria

"La patria no me remite al himno y la bandera -dice con ironía-, al respecto hay mucha retórica e hipocresía. Creo que es el lugar donde uno pasó la infancia, son los cafés, los afectos, una calle con árboles. Algo que a uno lo reclame para volver. A veces, es la madre.Para Martí, la patria era la humanidad." Decidió escribir sobre el exilio y el desexilio, después de conocer muchas historias y conflictos vinculados con este trasiego de vida, que no habían sido tocados en profundidad. "Lo que más me moviliza para escribir -comenta- son las relaciones humanas. También el amor y el desamor (otra forma de destierro). Si bien el trasfondo es político, los personajes no sólo hablan de ella".

Y se asoma entonces la confrontación entre el país imaginado y el país real. ¿Cuál predomina en el desexilio? "El exiliado trata de defenderse de su situación. En el exilio otros deciden por uno, pero en el desexilio, uno es quien decide. En ese cotejo de países, ambos tienen un punto de coexistencia necesaria. Dentro y fuera de uno."

Camino de utopías

¿Es posible recuperar las viejas utopías? "Hay un reencuentro, pero algunas quedan en el camino. Hay que crear utopías. Si algo avanzó la humanidad es gracias a ellas. Un amigo de Quito me habló sobre este graffiti callejero: Cuando tenía todas las respuestas, me cambiaron todas las preguntas. Jesús, Freud y Marx fueron creadores de utopías, muchas de las cuales no resultaron. A veces las utopías, hasta las más pequeñas como el amor, sucumben en el cotejo con la realidad." Benedetti admite que en esta globalización de la economía, lo que más le preocupa es "la globalización de la corrupción, alarmante en todo el mundo. Los corruptos están bien afincados en el poder".

Sobre sus expectativas respecto de los lectores jóvenes, tan distantes del desarraigo de la dictadura, comenta: "Puede ser para ellos una información. La literatura, además de arte, eso es".

Entre Montevideo, Buenos Aires, Madrid y Puerto Pollensa, en Mallorca, transcurrió la confección de "Andamios". El libro número 67 que, como sus otras obras, Benedetti escribió "por vocación, por necesidad, por dolor y por placer".

Entre tanto destierro, quizá como su personaje, Javier Montes, el autor también sienta así: "...mi cuerpo es lo único mío. El alma es apenas su inquilino, con contratos a término hasta la fecha siempre renovados".

Por Susana Reinoso

---

Conforme a