Caso Cecilia Strzyzowski: una testigo de la defensa terminó sembrando dudas sobre los Sena
Catalina Ferreyra, que declaró hoy en el juicio, se dedicaba a planchar en la casa de Emerenciano Sena y Marcela Acuña
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RESISTENCIA (De una enviada especial).— “¿Qué pasó?"
“Lo mismo de siempre”.
Ese diálogo fue escuchado por la testigo Catalina Ferreyra, la planchadora que trabajaba para Marcela Acuña la tarde del 2 de junio, cuando murió Cecilia Strzyzowski. Ferreyra contó que Gustavo Obregón llegó a la casa “como si estuviera buscando algo”. Relató también que la madre de César Sena estaba nerviosa y fuera de lo normal. “Algo raro había”, aseguró.
“Estaba nerviosa, distraída. Puso a calentar el agua en otro lado. Algo raro había”, repitió Ferreyra, al describir a Marcela Acuña esa tarde. Contó que solía preguntarle por sus hijos y que ese día no lo hizo. “Al ingresar a la casa ya la noté rara”, dijo.
Y agregó: “Estaba como fuera de lo normal, como que algo la desconcertaba. No me conversó nada”.
Como todos los viernes, Ferreyra llegó a las 16 a planchar a la casa de los Sena. Acuña preparó el agua para el mate, bajó con Emerenciano y se fueron. Poco después llegó Gustavo Obregón, mano derecha de Emerenciano, “alterado, como que buscaba algo”, describió.
“Me preguntó por dónde había bajado la señora. Salió y recibió una llamada. Me imaginó que era Fabiana González [su mujer] porque le dijo ma”, siguió.
Minutos antes, Obregón había recibido un mensaje de Acuña en donde le decía “andá a ver a casa, parece que hay un cuerpo y tengo miedo porque a César lo vi lastimado, nosotros estamos por salir con Emerenciano”, según se mostró en otra jornada del juicio.

Después, siempre según el relato de Ferreyra, Obregón habló con César. “Cuando dice hijo se refiere a él. Ahí supe que iba a venir porque él repitió: ‘bueno si venís en media hora te espero”.
Obregón salió, se sentó en el cantero. Volvió a entrar y le dijo a Ferreyra que se fuera por orden de Acuña, quien luego se comunicaría con ella para explicarle. “Yo me di cuenta de que pasaba algo”, marcó Ferreyra.
No volvió a comunicarse con Marcela hasta el siguiente lunes cuando ya no recibió su mensaje. Su hija le dijo que la habían hackeado. Para ese momento, Acuña ya había descartado su teléfono y comprado uno nuevo en Musimundo.
Ferreyra fue la testigo número nueve de la jornada y luego de varios integrantes aportados por la defensa de Emerenciano, que hablaron a favor del movimiento que les permitió tener su casa, su testimonio se diferenció. Marcó que “no le gustan las formas en que ellos trabajaban”.
Después de ella, la abogada de Acuña, Celeste Ojeda, decidió desistir del siguiente testigo.
La mujer, de 41 años, se definió como cuidadora domiciliaria. Empezó asistiendo a la mamá de Acuña y, cuando ella falleció, pasó a ser niñera de su nieta, hija de Paula. “Cuando podía cumplir, cumplía. Y cuando no, no. Yo quería tener mi casa, y para eso había que trabajar en las obras. Tardé porque no estaba de acuerdo con la forma en que trabajaban. Yo salía y cuando estaba muy necesitada volvía, por eso tardé más en tener mi casa. Había que estar en las obras. Trabajé para eso, con sudor me la gané”, planteó.
“Era muy absorbente. Tenías que dedicarte únicamente a eso. No podés trabajar, estudiar, nada, solo las tareas del movimiento. Por eso no soy una persona constante en el movimiento. Tengo hijos, tengo trabajo”, agregó.
Como durante toda la mañana, las defensas buscaron marcar que los Sena eran “intermediarios” –una palabra repetida por varios de los testigos que aportaron-, y que el Instituto de provincial era el organismo que les otorgaba las casas ubicadas en el barrio Emerenciano, el centro neurálgico del clan piquetero.

“El Instituto de Vivienda no me entregó la casa”, se diferenció Ferreyra. “Se entregaron títulos a casas casi sin techo y a mí todavía no. Personas que llevamos más tiempo no lo tenemos”, precisó. Contestó que “está todo parado” porque está pendiente un censo.
Antes de ella, declararon Elba Blanco y Alicia Pelizardi, dos vecinas del barrio y un hombre que conoce a Emerenciano hace 45 años. Relataron la rutina diaria del piquetero que llegaba todos los días al barrio cerca de las 8 de la mañana, siempre solo. Marcela llegaba después y nunca coincidía con César. Lo describieron como una “excelente persona”. Todos dijeron creer en su inocencia y pidieron justicia.
“Tuve mis dudas, como todos”, admitió Pelizardi. Recordó que la primera vez que lo visitó en la cárcel, Emerenciano le dijo: “Te juro por Dios que yo me enteré que había una muerta cuando me pusieron las esposas. Antes pensé que había una desaparecida”. Denunció también que fue amenazada y aceptó custodia policial para ir a hacer la denuncia y volver a su casa. También pasó por las audiencias hoy Marcelina Sena, hermana de Emerenciano. Con lágrimas en los ojos dijo que su hermano “no sabía porque estaba detenido”.

Quedan solo dos testigos. Mañana concluirá la etapa de producción de prueba y podrían declarar todos los imputados, excepto César, que —según adelantó hoy su abogada— terminará el juicio sin hablar. Sí lo harán Emerenciano y Acuña, al igual que Melgarejo y Reinoso, acusados de haber mantenido encendido el fuego. En tanto, Elena Puente, defensora de Fabiana González y Gustavo Obregón, también imputados por encubrimiento, señaló que sus defendidos decidirán mañana si declaran o no.
El jueves será el turno de los alegatos finales. Cada parte tendrá 45 minutos, según acordaron hoy: si todos respetan ese tiempo, serán unas siete horas y media. Luego —probablemente el viernes— la jueza dará las instrucciones finales a los 12 jurados, que iniciarán la deliberación. Ese proceso tiene un mínimo de dos horas, pero sin límite máximo establecido. Deberán decidir por unanimidad si los siete imputados son culpables o no.
El caso
A Cecilia Strzyzowski la mataron el 2 junio de 2023 en la casa de la calle Santa María de Oro 1460 de esta ciudad, donde vivían Emerenciano Sena y Marcela Acuña, los poderosos piqueteros que construyeron su imperio aliados a Jorge Capitanich y cuyas caras hasta ese día estaban en las boletas de una de las listas colectoras que acompañarían al gobernador. Fue después de las 9.15, cuando las cámaras registraron su última imagen entrando a la vivienda con su pareja, César Sena, el hijo de 19 años de ambos. Cecilia nunca salió de ahí, al menos viva.
Los tres llegan acusados por el delito de homicidio doblemente agravado por el vínculo en contexto de violencia de género; César, en carácter de autor, y sus padres, como partícipes primarios.
Además del clan Sena, están imputados sus colaboradores Fabiana Cecilia González, José Gustavo Obregón, Gustavo Melgarejo y Griselda Lucía Reinoso, por el delito de encubrimiento agravado.
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