Coronavirus, la posible primera pandemia del siglo XXI
A 100 años de la pandemia de influenza de 1918, existe la posibilidad de la presentación de la primera pandemia del siglo XXI: el coronavirus.
La emergencia internacional en salud declarada por la Organización Mundial de la Salud, el 30 de enero pasado, debido a la presentación epidémica de una nueva enfermedad zoonótica, en la ciudad de china de Wuhan, nos enfrenta a una situación nueva a partir del reconocimiento de un agrupamiento de casos de neumonía grave de causa desconocida que fue comunicado en forma oportuna, el 31 diciembre 2019.
La secuencia que sigue es muy acelerada: el 7 de enero, se dio la identificación del agente causal (SARS-CoV-2); el 16 de enero, la disponibilidad de técnicas de biología molecular para el diagnóstico; el 23 de enero, se declaró la cuarentena y confinamiento social a millones de personas en distintas ciudades de China; luego empezó el manejo de los pacientes con tratamientos experimentales bajo protocolo; la información científica disponible de libre acceso; esfuerzos internacionales en el desarrollo de nuevas drogas; investigación de drogas conocidas para otro uso para el tratamiento; y el desarrollo de vacunas.
La diseminación de la enfermedad Covid-2019 a través de viajeros a otros países, incluida la Argentina desde el 3 marzo constituye un desafío pero también una oportunidad y una crisis potencial.
Los desafíos para el equipo de salud son: la detección temprana y oportuna del caso sospechoso para su aislamiento y cuarentena por 14 días de los contactos (contención); brindar la información adecuada sobre la evolución de la situación en el país; incentivar la actualización de los miembros del equipo de salud en un contexto cambiante; diseminar la información de las directivas con el fin de organizar a las instituciones de salud para la asistencia de pacientes; promover el desarrollo de un plan de contingencia acorde a las características de cada uno en los diferentes subsectores (estatal, de la seguridad social, fuerzas de seguridad, privado); organizar la asistencia ambulatoria y el seguimiento de los pacientes; la integración y el trabajo en red; aumentar la capacidad de diagnóstico en la Red Nacional de Laboratorios para el Diagnóstico de Influenza y otros virus respiratorios, centralizada en el Departamento de virus respiratorios del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas Dr. Carlos Malbrán-ANLIS; disponer del diagnóstico con equipos y técnicas validadas en el subsector privado.
Los desafíos en investigación y desarrollo, por su parte, incluyen el conocimiento de los mecanismos de acción del virus, todas las vías de transmisión, la duración de la excreción viral para conocer el período de transmisibilidad; la disponibilidad de técnicas de detección de anticuerpos específicos y otras metodologías diagnósticas a un costo accesible; la determinación del impacto de los cambios genéticos ya detectados entre el virus de Wuhan y de otros países en la contagiosidad, formas de presentación de la enfermedad y en el desarrollo de vacuna.
Los desafíos para la comunidad, en tanto, son asimilar la información, adoptar las recomendaciones para la prevención, evitar la discriminación y cumplir estrictamente con las indicaciones de la autoridad sanitaria.
Con las medidas de contención vigentes (aislamiento del enfermo y cuarentena de los contactos) se ganan salud en la comunidad y tiempo en la preparación de los establecimientos de salud para el desempeño en la fase siguiente, cuando esté establecida la transmisión en la comunidad: la mitigación.
Crisis potencial
La crisis potencial, ante el desarrollo de la epidemia, estaría determinada por factores culturales, económicos y los inherentes a la atención de la salud.
Los factores culturales incluyen: el miedo, la diseminación de información falsa por las redes sociales, el sensacionalismo en los medios masivos de comunicación, comentarios u opiniones de personas no idóneas; el acopio de elementos de bioseguridad (barbijos) para un uso no recomendado; la recarga en los centros gratuitos de llamados; el incumplimiento de cuarentena o confinamiento social que se establezcan; la demanda excesiva de asistencia no fundamentada.
En lo económico, en salud, se incluyen los recursos limitados (presupuesto 2019), los sobreprecios en los insumos y la escasez ante el aumento de la demanda.
Y en la atención de la salud propiamente dicha, la fragmentación en la atención; la inequidad entre los subsectores y entre los centros asistenciales del área metropolitana y del interior del país; la provisión de insumos para la bioseguridad de calidad y en cantidad suficiente; la disponibilidad de camas adicionales y equipos para la asistencia respiratoria mecánica; la necesidad de recurso humano adicional (con la limitante que no se podrá convocar a personal ya retirado porque constituye un grupo de riesgo por la edad); las dificultades operativas para disponer de nuevos centros para la asistencia de los enfermos o del establecimiento de centros para el cumplimiento de la cuarentena.
Las lecciones aprendidas de la epidemia de síndrome agudo respiratorio grave (SARS) de los años 2002-2003 y de la pandemia de influenza A H1N1 del año 2009 evidenciaron la importancia y el impacto de la información no oportuna y oportuna y de las medidas de contención y mitigación. En el caso de SARS (que no se registraron casos en nuestro país), se logró la eliminación de la enfermedad mientras que la evolución de la pandemia de influenza fue entre junio 2009-agosto 2010, con impacto diferente en las comunidades y causó un estimado máximo de 500.000 decesos.
Según Albert Camus, "ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y sin embargo, pestes y guerras toman a las gentes siempre desprevenidas". Debemos trabajar integral e integradamente todos con el fin de disminuir el impacto de la enfermedad en la comunidad para que en esta oportunidad no se haga realidad este concepto.
Estaremos frente una prueba para la racionalidad, la educación para la salud en las medidas higiénicas, el respeto a las recomendaciones, la organización asistencial eficiente, el comportamiento solidario y el altruismo.
La autora es titular de la cátedra de Infectología en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata.