De la ONU a los escenarios de Broadway
Durante muchos años Bautista tuvo dos facetas. De día, era Bautista Logioco, un abogado destacado de Naciones Unidas que trabajaba en negociación pacífica de conflictos en América Latina, África y Asia. De noche, Bautista Daurte un actor que triunfaba en los escenarios de Nueva York.
Entre la OEA y la ONU, el sueño de cualquier abogado
Después de terminar el bachillerato, Bautista comenzó a estudiar derecho en la Universidad Nacional de La Plata. Si bien en algún lugar de su ser coqueteaba la idea de dedicarse a la actuación, siendo el mayor de cuatro hermanos sentía la carga de seguir un camino más tradicional.
En los últimos años de la carrera a su mamá le detectaron cáncer, lo que incentivó a recibirse de un tirón, con la secreta esperanza de que al ver el título ella revertiría milagrosamente su diagnóstico. Esto no fue así y, aunque llegó a verlo recibido, murió en 2001, a sus 47 años. Ante ese evento inesperado Bautista se detuvo a pensar qué le gustaría hacer antes de morir, y aunque enseguida pensó en actuar vio pasar la idea hasta esfumarse por completo.
Unos meses después ganó una beca para realizar un master en la Universidad de Duke, Estados Unidos. Desde ahí comenzó a crecer sin techo.
Se mudó a Washington DC y consiguió su primer contrato en la OEA. Con el tiempo llegó a ser jefe de la sección de misiones especiales de la organización, bajo cuya coordinación estuvo, por ejemplo, la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia.
En 2008 aplicó con éxito a un puesto en la ONU y durante ocho años trabajó en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el departamento de operaciones de mantenimiento de la paz, y en el Fondo para la Consolidación de la Paz, llegando a ser “Oficial de Programa”.
“Estás en Nueva York, lo hacés acá o en ningún otro lugar”
Bautista supo que quería ser actor a los 7 años, cuando fue a ver “El diluvio que viene” al teatro Coliseo Podestá, en La Plata. Quería ser valiente como Boris Rubaja y Deborah Warren –los protagonistas de la obra– y contar historias que generen alegría en la gente.
Pero ese deseo infantil permaneció silenciado por años. Fue recién después de instalarse en Nueva York cuando el cosquilleo de la actuación volvió a aparecer en su cuerpo.
Iba al teatro todas las semanas “Brodway, off Broadway y off off Broadway”. También aprovechaba para ver cine –sus salas favoritas eran el IFC en el West Village y el Lincoln Plaza Cinemas en el Upper West Side– y para participar de cuanta charla o evento relacionado al cine hubiera en la ciudad.
Una mañana pensó: “Estás en Nueva York, lo hacés acá o en ningún otro lugar”, pero como todavía no estaba listo para hacerse cargo de esa pasión comenzó a explorar su creatividad a través de otras disciplinas. Hizo cursos de humor writing, escritura creativa, canto, tap y jazz. Más se vinculaba con su faceta artística más quería hacer.
Finalmente, un día se levantó de la cama sin temor a fracasar y se anotó en un curso introductorio de actuación en el estudio de Stella Adler. Al terminar el curso su profesor lo invitó a pasar a uno intermedio y después decidió anotarse en el conservatorio del Atlantic Acting School.
Así fue que por un año y medio, y entre misión y misión a África y América Latina, iba a la oficina en la ONU de 8 de la mañana a las 6 de la tarde y salía corriendo al conservatorio de actuación, en donde tenía clase hasta pasadas las 10 de la noche, sumando ensayos los fines de semana.
Durante ese tiempo un Bautista se iba alimentando del otro: “Las técnicas de improvisación contribuyen a disparar la creatividad y esto me era muy útil trabajando en procesos de paz y negociación, ya que me ayudaban a diseñar e identificar opciones”.
Audiciones y primeros papeles, una nueva vida
En cuanto decidió audicionar llegaron los primeros papeles. Y con él las preguntas vitales: “¿Si algo me apasiona, por qué no dedicarle todo mi tiempo y esfuerzo?”, “¿Cómo quiero vivir el resto de mi vida?” Bautista se estaba conectando con ese chico de 7 años que deseaba esa vida que por fin estaba viviendo.
Como actor, participó de la serie “Sitiados” de Fox, que se va a emitir en la segunda mitad del año, así como en la co-producción de Telemundo y Fox Telecolombia “Sin senos sí hay paraíso”, que se estrena hoy en Estados Unidos. También se está preparando para el estreno mundial de la obra “Else y Henry”, de la española Puy Navarro, en Valencia, España, en septiembre próximo.
“El actor, cuando está en el escenario, en frente de una cámara o ensayando, está cien veces más vivo que en su vida cotidiana –dice Bautista–. Como actor uno se permite explorar desde lo más sórdido y oscuro hasta lo más vulnerable y generoso de su ser. Esto lo hace sabiendo que al final del ensayo, la función o la toma, vuelve a su ser social. Esa posibilidad de ‘vivir a pleno’ es un privilegio del actor”.
En enero de este año Bautista dio el gran paso: pidió una licencia en Naciones Unidas para dejar por un tiempo de ser el Dr. Logioco y ser simplemente Duarte, el actor.
La voz de la experiencia
Lucas Merayo, actor de la obra La madre que los parió y director de Teatro Creativo cuenta por qué no hay una edad para empezar a actuar y cómo las nuevas plataformas tecnológicas pueden servir para dar a conocer a los artistas. Escuchá el audio:
Si viviste alguna una experiencia que mejoró tu bienestar y calidad de vida y querés compartirla en esta columna, escribí a Bienestarlanacion@gmail.com con todos los datos que te pedimos acá.