Con qué trabajos sueñan los refugiados sirios que llegan a la Argentina
Madj y su esposa, Nairouz e Ibrahim llegaron al país hace poco más de un mes; cómo reconstruyen sus vidas tras huir de la guerra
Mientras organizaban su casamiento, Majd y Madlen no dejaban de pensar en qué futuro les esperaba en su Siria natal, donde la guerra ha sembrado pánico y muerte durante los últimos años. Una propuesta cambió el curso de sus destinos: unos amigos les sugirieron venir a vivir a la Argentina. La decisión no fue fácil, pero los convenció la promesa de una vida más tranquila, alejada del terror.
“Nos llevó meses decidirnos, pero ya no queríamos vivir con miedo”, contó a LA NACION Majd Abu Hamra, que hoy vive en San Fernando con su esposa.
“Nadie puede imaginar el peligro en el que vive la gente en Siria. Antes de la guerra, Sweida, mi ciudad, era hermosa y pacífica. Pero todo se transformó. Pasamos a vivir aterrados todo el tiempo”, detalló el joven sirio.
Sus padres vendieron una propiedad para comprarles los pasajes. Aquí los recibió Mariano Winograd, creador de Refugio Humanitario, una ONG que ayuda a los refugiados sirios a rehacer sus vidas en la Argentina.
“Cuando estábamos en la casa de Mariano preparamos una comida para agradecerles. Él nos preguntó sobre las especias, los condimentos, dijo que el sabor era muy bueno y nos sugirió que podía ser una salida laboral”, contó Majd, que puso en pausa su profesión como contador para trabajar ahora en el ámbito de la gastronomía.
“Me gusta ese trabajo. Creo que esto puede convertirse en un proyecto que crezca, y que me permita tener un futuro mejor aquí”, sostuvo Majd.
Ibrhaim Baloul vivía en la ciudad de Lattakia con su esposa y sus hijos de 3 y 6 años. Trabajaba en una empresa petrolera, pero con el inicio de la guerra ya no hubo empleo y la vida comenzó a hacerse muy difícil. Alentado por familiares que viven en Buenos Aires, decidió probar suerte en la Argentina.
“Ojalá pueda encontrar un trabajo, para mantener a mi familia. Mi esposa e hijos quedaron allá hasta que yo pueda encontrar un sustento aquí”, contó.
“Es muy difícil explicar cómo es la vida en Siria. Ni siquiera queremos mandar a los chicos a la escuela, porque nos da miedo que pase algo, como una bomba. Nada es seguro allá”, relató Ibrahim. “Hablo con ellos cuando se puede, porque no siempre hay electricidad o Internet allá. Estoy muy preocupado por ellos. Por eso quiero que las cosas avancen rápido acá, así puedo tenerlos conmigo”, agregó.
Además, dijo que se sintió muy bien recibido en el país. “La gente en Argentina es muy amable. No tiene problemas con los extranjeros”, señaló.
Nairouz Baloul, hermana de Ibrahim, también llegó a la Argentina el mes pasado. “Vivir acá parece lindo. Pero todavía estamos buscando nuestro medio de vida. Me gustaría poder encontrar un trabajo de mi profesión, soy profesora de inglés”, contó. Y agregó: “Mi esperanza es que las cosas en Siria vuelvan a la normalidad y podamos regresar y estar a salvo allá. Pero no sé qué va a pasar”.
¿Por qué un argentino decidió ser llamante?
Todos los ingresos de los refugiados son gestionados a través del Programa Especial de Visado Humanitario para extranjeros Afectado por el Conflicto de la República Árabe Siria. Se requiere de un “llamante” (argentino), que es el que solicita que se le conceda refugio a una persona o familia. Una vez aprobado el trámite, la Dirección Nacional de Migraciones emite un permiso de ingreso, para que el beneficiario se presente ante cualquier consulado argentino en el mundo (incluido el de Damasco), para obtener la visa humanitaria con la cual viajar hacia la Argentina.
Al ingresar a la Argentina obtienen el DNI por dos años, prorrogable por un año más, y luego pueden acceder a una residencia definitiva. Durante todo este tiempo, los refugiados gozan de los mismos derechos civiles, sociales y económicos que un ciudadano argentino.
“Decidí ser llamante hace más de un año atrás cuando ví las imágenes de barbarie con que recibían a los refugiados en Europa”, contó Mariano Winograd, creador de la ONG Refugio Humanitario. “Cuando vi perros policías ladrando rabiosos,y aquella canalla mujer que, escudada tras un carnet de periodista hizo la vergonzosa zancadilla cuya imagen recorrió el mundo, me decidí a actuar”, explicó.
“Entendí que esas personas que dejaban su Siria milenaria para reiniciar sus vidas en otro lado, eran exáctamente como nuestros abuelos, que dejaron la Europa fascista para iniciar sus familias en América”, añadió.
La ONG, de manera informal, está trabajando para traer a 200 familias agricultoras de origen sirio para insertar en diversos eslabones de la cadena de valor hortícola, incluyendo las etapas agraria, postcosecha y empaque, logística y comercial. El objetivo es que puedan conseguir un nuevo hogar, un trabajo y que puedan insertarse socialmente en el país.
Por ahora ya hay 17 familias que esperan autorización de migraciones para venir al país.
"Es alentador que el gobierno Argentino vuelva a abrirse al mundo. Esto permite la articulación de diferentes áreas del estado y organizaciones de la sociedad civil con el fin de brindar herramientas que permitan facilitar la integración y derribar las barreras que se le imponen a personas que no tuvieron otra opción para salvar sus vida que la de abandonar todo, muchas veces incluso hasta sus familias", señaló Gonzalo Lantarón, especialista en políticas migratorias del iadepp y miembro de Refugio Humanitario.
"Si bien los tiempos de la burocracia nos son los óptimos, ya que frente a un conflicto de las dimensiones del de Siria poco es mucho en términos de tiempo, esta es una política publica a la cual hay que fortalecer", añadió.