Dice que ve a la Virgen y convoca a miles de fieles
Es una madre de familia; muchos caen cuando los toca
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SALTA.– Una peregrinación silenciosa reúne cada vez a más personas: muchos miles de fieles de Salta y de otras provincias concurren los sábados a un cerro de esta ciudad a rezar y a recibir la “intercesión” de una mujer que dice ver y oír a la Virgen María.
El miércoles se cumplieron 15 años del primer mensaje que María Livia Galliano de Obeid –una simple ama de casa, casada, tres hijos– afirma haber recibido de la madre de Jesús. Palabras que hoy difunde abiertamente y con las que entusiasma a miles de seguidores. Dice que la Virgen se hace presente cada sábado en el cerro.
No pocos llegan atraídos por una de las cuestiones más llamativas de los encuentros: durante la “oración de intercesión”, María Livia baja la cabeza y reza, mientras toca con su mano derecha a todos los que aguardan ordenadamente. Este contacto hace que muchos se desplomen y queden durante algunos minutos en el suelo, con los ojos cerrados. Nadie los molesta. Sólo cuando espontáneamente se “despiertan” son guiados hacia otro sector para dejar paso a los siguientes peregrinos. Nadie se golpea contra el suelo porque algunos "servidores" -más de 200- se paran detrás de los fieles para sostenerlos durante la caída.
¿Qué lleva a estas personas a desplomarse? ¿Es sugestión o es verdaderamente un fenómeno sobrenatural? Más allá del debate, abierto desde hace años en esta ciudad, lo cierto es que los visitantes salen entusiasmados: "Yo me caí. Lloraba. Quería abrir los ojos y veía todo rojo, verde... Es una experiencia lindísima", dice Francisca Pizarro, de Tucumán, que viajó hasta Salta con tres amigas. Una de ellas, Alcira Toledo, relata: "Vine a pedir por mi salud y la de mi familia. Yo también me caí y después no me podía levantar".
Sergio Saravia va dos o tres veces por mes a los encuentros de la Virgen del Cerro. Estuvo a punto de comenzar con diálisis en enero último, pero se salvó. "Yo lo llamo «milagro»", dice, mientras muestra la cánula por la que debían hacerle el tratamiento. "Si está la Virgen de San Nicolás, ¿por qué no va a haber otra gente que reciba el mensaje de la Virgen?", se pregunta.
Ante la mirada atenta de la Iglesia, todos los fines de semana entre 5000 y 12.000 fieles se acercan al predio situado junto al barrio Tres Cerritos, que tiene una de las vistas más bonitas de esta capital.
De hecho, el sábado 9 de julio -cuando concurrió LA NACION- esperaban visitantes de Misiones, de Entre Ríos, porteños, del conurbano, de Mendoza, de Córdoba y de Tucumán. En total, más de 10 ómnibus -además de los vehículos particulares- con fieles que querían ser parte de un fenómeno que consideran extraordinario.
Para llegar hay que subir a pie unos 700 metros, por un sendero abierto en el bosque. Como arriba sólo acceden vehículos autorizados, los lisiados y enfermos son conducidos por los dueños de varias camionetas 4x4 que ofrecen su tiempo voluntariamente.
Una vez allí, numerosos carteles piden silencio y respeto al lugar de oración. Los "servidores" conforman una organización meticulosa y ordenan la ceremonia con una eficiencia poco frecuente en este tipo de encuentros religiosos. Nada pareciera estar librado a la espontaneidad ni al azar.
Varios jóvenes cantan sin cesar durante el encuentro, que puede extenderse seis o siete horas, una música tranquila, sin exabruptos, sin euforia. Unos sirven agua y otros levantan papeles del suelo. Otro grupo guía a la gente por los senderos estrictamente demarcados, según quieran visitar la ermita -donde hay una imagen de la Virgen- o hacer fila para esperar a María Livia. En el cerro hay baños químicos y asientos para unas 4500 personas, pero no se permite vender ni comprar nada.
Los organizadores les dicen insistentemente a los visitantes que todo es gratuito y que no deben pagar nada. A la prensa, como sucedió con LA NACION, le piden no tomar fotografías de la oración de intercesión, por tratarse de un momento íntimo, según explicó una voluntaria.
El encuentro comienza a las 12 con el rezo del rosario; durante una hora, María Livia -con el pelo recogido, vestida con una pollera gris larga, camisola blanca y zapatillas- permanece arrodillada mientras participa de la plegaria. Inmediatamente, comienza la oración de intercesión. Se acercan primero los discapacitados y lisiados. Luego, el resto de la gente: familias, mujeres y hombres de todas las edades que van a pedir por su salud, trabajo o alguna gracia en particular y que esperan, en su mayoría, ser tocados por María Livia.
Todo lo que sucede los sábados es filmado íntegramente por voluntarios o por el marido de María Livia, Carlos Obeid, el principal organizador de la jornada.
La Iglesia prefiere no opinar. "No hay nada nuevo", manda decir a LA NACION un vocero del arzobispado local. En los hechos, la diócesis no apoya ni rechaza abiertamente. Sin embargo, del lado de María Livia están ansiosos: "Esperamos una decisión; la Iglesia tiene tres carpetas con 200 testimonios de gracias recibidas y de sanaciones físicas y espirituales", explica una persona allegada a la mujer.
El fenómeno religioso despierta dudas, en especial entre los salteños, porque dicen que María Livia -que no da entrevistas, es un ama de casa con tres hijos y tres nietos, de buen pasar económico- sufrió una gran transformación desde que comenzó a recibir los mensajes. Dejó atrás las cuestiones de la sociedad salteña y hoy se presenta como una persona sencilla y de perfil bajo, preocupada sólo por transmitir los mensajes de la Virgen. "La peor crítica viene de quien nunca fue [al cerro] -afirma la persona allegada-. Pero nadie está obligado a creer. Lo importante es vivir la experiencia."
Cuando llegué frente a María Livia, yo me caí. Lloraba. Quería abrir los ojos, pero veía todo rojo, todo verde... Es una experiencia lindísima
Testimonio de Francisca Pizarro, que viajó desde Tucumán
La historia, en Internet
SALTA (especial).- La obra Yo Soy la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús tiene una completa página web ( www.inmaculadamadre-salta.org ) donde figuran la historia de las supuestas apariciones y los mensajes que María Livia de Obeid dice recibir de la Virgen y de Jesucristo.
Según cuenta, cinco años después de la primera comunicación, la Virgen le pidió que se dirigiera al monasterio San Bernardo de las Carmelitas Descalzas de Salta que la reciben y acompañan desde entonces. Según el relato de María Livia, la Madre de Dios también le pidió ser nombrada como la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús. En octubre de 1997, el entonces arzobispo de Salta, Moisés Blanchoud, autorizó la difusión de los mensajes. No obstante, desde entonces la Iglesia no ha manifestado si acepta como verdaderas las supuestas apariciones.
Como parte del mensaje central, María Livia afirma que la Virgen pide volver a la devoción y consagración al Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, la unión de Oriente y Occidente, y la preparación para la segunda venida de Jesucristo. Pide el rezo diario del Rosario y la conversión de las almas.
En la página web se explica también que la Virgen pidió que le hicieran un santuario, deseo que logró concretarse en los últimos años.





