El duro momento de encarar la verdad
Las dudas sobre el origen fueron siempre un enigma. Desde antaño los fantasmas sobre la paternidad fueron motivo de chistes y comentarios en torno al nacimiento. Es igualito al tintorero, sintetiza la versión más benévola y precaria de esta incógnita que siempre generó ansiedad y que hoy se despeja con la averiguación del ADN. Aporte incuestionable, esta herramienta llega para arrojar cierta luz frente a la duda, la vacilación, la confusión . Pocas cosas en las relaciones humanas tienen un correlato tan contundente como esta irrefutable prueba de laboratorio.
El clima emocional de quien va en busca de una verdad de laboratorio es de tensión y de inseguridad. La vida amorosa plantea encrucijadas que exponen a interrogantes que hoy ya pueden no ser desmentidos. El encubrimiento que silenciaba y mantenía una duda escondida porque no había cómo responderla fehacientemente tuvo siempre un alto costo emocional. Los secretos sepultados retornan, aun después de mucho tiempo, por alguna vía, develando la verdad amordazada. A veces habla el cuerpo a través de síntomas psicosomáticos, otras veces se evidencian problemas de pareja, cuadros de angustia, ataques de pánico que operan como portavoces de que algo no dicho está haciendo obstáculo. En los niños los efectos se expresan como interferencias que traban su vida cotidiana. Miedos intensos, dificultades de aprendizaje, equivalentes depresivos como apatía, trastornos de sueño, enfermedades orgánicas a repetición, desconfianza excesiva, mentiras en demasía son algunas de las manifestaciones que se observan cuando algún secreto familiar de este tenor no puede ser tramitado.
La negación y el ocultamiento responden a una multiplicidad de causas. Nuestra historia reciente fue testigo de situaciones inconcebibles de apropiación ilegal de hijos de detenidos desaparecidos durante la dictadura militar que pudieron reencontrar a sus familiares a partir de la prueba de ADN. Recuperar la verdad sobre el origen devuelve la oportunidad de reconstruirse en un lento y arduo trabajo de recomposición identitaria.
En general, la idea aterradora que acompaña la situación conflictiva es que enfrentar la verdad es el peor camino y que el sufrimiento que ocasionaría esclarecer los hechos es más dañino que esconderlo. Pero si bien en el momento de encarar la verdad el sufrimiento es intenso, con el tiempo el alivio del esclarecimiento descomprime la angustia y la posibilidad de procesar se torna posible. Hoy parece estar más claro entre los jóvenes que el resultado de la prueba es rotundo en relación con la pregunta por la parentalidad. Reconocerla y asumirla no quiere decir necesariamente tener el compromiso de dar continuidad a la vida en pareja.
El cuidado del otro en relación con cómo, cuándo y en que dosis se puede soportar una verdad es tan importante como la convicción de asumirla.
La autora es psicoanalista, especialista en niñez y adolescencia
Más leídas de Sociedad
La Plata. Murió el reconocido influencer y deportista Damián González Almirón
Tenía 69 años. Murió el dueño de una avícola en un accidente: chocó a una camioneta, perdió el control de su moto y derrapó
Vivió hace 202 millones de años. Cómo era el antiguo reptil marino del tamaño de dos autobuses cuyo fósil fue hallado en una playa de Reino Unido