El Gobierno tuvo informes previos de las valijas voladoras
Si el presidente Néstor Kirchner dice que nunca fue informado sobre los embarques de cocaína que viajaban en los aviones de la empresa Southern Winds (SW), contratada por el Estado para operar sus rutas, no es sólo por inoperancia de la cúpula desplazada de la Fuerza Aérea: los organismos oficiales dedicados a la lucha contra el narcotráfico sabían, al menos desde octubre de 2004, que SW estaba bajo sospecha de transportar estupefacientes con preocupante frecuencia.
Esta información sensible no llegó a esas áreas sólo cuando estalló por LA NACION el escándalo de las cuatro valijas que viajaron a España. Estaba a disposición desde mucho antes en las oficinas de inteligencia antidrogas de las principales fuerzas federales de seguridad y de la SIDE.
Según altas fuentes del Gobierno, se conoció y se analizó en las reuniones de coordinación entre las cúpulas de la inteligencia antidrogas de la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, la policía bonaerense, la SIDE y la Secretaría de Prevención contra la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar).
Las primeras advertencias ocurrieron en octubre y noviembre de 2004. El juez Carlos Liporace había comenzado su actual investigación, pero todavía no se conocía públicamente.
Esos dos avisos hubieran ameritado un interés mayor del Gobierno por investigar los embarques de Southern Winds habida cuenta de que es la empresa aerocomercial que la administración Kirchner seleccionó para que operara las rutas del Estado, asociada con Líneas Aéreas Federales (Lafsa), firma que el Presidente exhibió como modelo de empresa estatal.
Un funcionario cercano a Kirchner admitió a LA NACION: "En octubre del año pasado la SIDE y la inteligencia de las fuerzas de seguridad nos habían alertado de que en SW se embarcaban drogas". Agregó: "Nos decían que estaban «caminando» [investigando] esas pistas". ¿Cómo no se hizo nada con SW ni se informó a las más altas esferas del Gobierno? "A veces, las fuerzas antidrogas dejan que se hagan «entregas vigiladas» para seguir la ruta de la droga y descubrir a toda la red, pero son cosas de ellos; no sé...", aseguró la fuente.
Los agentes intermedios de la SIDE también advirtieron de esto al Ministerio del Interior.
Fuentes de las fuerzas de seguridad confirmaron a LA NACION, en tanto, que la SIDE informó entonces a las áreas de inteligencia antidrogas de todas las fuerzas de seguridad y lucha contra el narcotráfico, en reuniones de coordinación, que existía una curiosa ruta de tráfico de cocaína colombiana. Esta supuesta ruta unía la ciudad de Tacna (Perú)-Córdoba (Argentina)-Buenos Aires-Ezeiza-Madrid.
Los embarques de drogas, según esa versión de la SIDE, viajaban en aviones de SW. Los agentes secretos habían solicitado que la Policía Aeronáutica Nacional (PAN) investigara los embarques de SW. Pero nunca se hizo nada en ese sentido.
La empresa SW confirmó que existe un vuelo semanal entre Tacna y Córdoba, que se realiza a través de un chárter.
Tacna es una ciudad peruana que figura en el circuito de la droga peruana y colombiana.
También en las máximas esferas del Gobierno confiaron en estricta reserva que varios funcionarios antidrogas de la Casa Rosada tenían información de que la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA) sospechaba sobre posibles embarques de narcóticos que se transportarían en las bodegas de SW. "La DEA tenía desde hace varios meses bajo la lupa a SW", dijo uno de ellos.
En la embajada de los Estados Unidos, un funcionario calificado respondió a esta consulta con una fórmula de rigor para no involucrarse en asuntos internos: "No estamos en condiciones de contestar esa pregunta".
¿Por qué esos informes nunca llegaron al despacho del Presidente o de sus ministros? Es la pregunta que nadie en el Gobierno puede contestar y revela un deficiente mecanismo de información interna.
En síntesis: las drogas no sólo salían del país por SW, sino que ingresarían por las fronteras argentinas procedentes de países con serios antecedentes de narcotráfico y pasarían a través de aeropuertos argentinos de importantes provincias, por una empresa socia del Estado, sin que la Dirección Nacional de Aduanas ni la PAN ni nadie advirtiera nada irregular.
Kirchner cree haber descomprimido tácticamente la tensión política tras la purga en la Fuerza Aérea. No quiere mirar hacia la Aduana ni hacia sus organismos de seguridad y de lucha contra las drogas.
Tampoco el Gobierno quiere que se hable de la inacción de Lafsa, cuya creación y la integración de su cúpula son obra del ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, y del secretario de Transportes, Ricardo Jaime, dos incondicionales de Kirchner.
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