El veraneo tranquilo está en Cariló
Además de alquilar, las inmobiliarias ofrecen servicios de mucama, baby sitter y hacen las compras
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CARILO.- Una inyección de optimismo para las tibias estadísticas de la costa atlántica: Cariló arde.
En lo que va de la temporada, el nivel de ocupación fue del ciento por ciento durante los fines de semana y apenas bajó al 80 por ciento el resto de los días, según datos de la Secretaría de Turismo de Pinamar.
Los porcentajes son altos si se los compara con los de Pinamar, donde la ocupación hotelera oscila entre el 50 y el 59 por ciento durante los días de semana y entre el 78,3 y 90,6 por ciento los fines de semana.
Lejos de las playas tecnológicas y del marketing veraniego, estas arenas son el lugar elegido por los turistas de alto poder adquisitivo que buscan descanso y no quieren alejarse de Buenos Aires para no descuidar sus negocios.
"¿Por qué Cariló es una excepción si no es más barato que Brasil? Porque acá los empresarios van y vienen -arriesgó Mónica García, gerente del hotel cinco estrellas Marcin-. Dejan a su familia en un lugar seguro y ellos vuelven a la oficina y vienen los fines de semana. Diez días en Cariló es más caro que diez días en Cancún; sin embargo, los empresarios te dicen que están con mucho miedo y que necesitan estar cerca de sus negocios para hacerse una escapada en caso de que sea necesario."
Los números son la irrefutable demostración de que la crisis no castigó a Cariló en términos de afluencia turística; no obstante, lo que aquí ocurre es un claro indicio de que la preocupación por la situación económica también se trasladó a las vacaciones.
"Viuda de semana"
Luján tiene 32 años y se describe como "una viuda de semana". Veranea con su hijo Nicolás, de dos años, y Nancy, una niñera "que nos cuida a los dos", bromeó la mujer.
Su marido ocupa un cargo gerencial en una empresa de telefonía: "El viene los viernes a la noche y a veces se queda hasta el lunes o martes. Si está acá durante la semana no se puede relajar, viene a la playa con el teléfono encendido y chequea los mails varias veces por día. Por eso decidimos que lo mejor sería venir acá, que estamos a tres horas en auto, y que se tomara recreos los fines de semana", comentó Luján.
En la vereda de enfrente de las playas de moda de Pinamar y lejos del ajetreo de las discotecas, en Cariló veranean parejas jóvenes con hijos chicos o matrimonios grandes cuyos hijos ya pasaron por la etapa adolescente.
Las barreras amarillas y negras que en una época impedían el ingreso a estos bosques ya no cumplen su función. Permanecen abiertas todo el día y cada vez las traspasan más autos.
En los últimos 30 años, la cantidad de casas de este coqueto centro de vacaciones se multiplicó por nueve y hoy suman más de 900.
A pesar de la oposición de quienes tratan de que el lugar no pierda su característico silencio y la tranquilidad de sus calles de arena, el año próximo estará terminado el primer condominio de Cariló: 28 departamentos con vista al mar en un complejo con salón para convenciones, bar, pileta, sauna, gimnasio, servicio de mucamas y lavandería.
Del total de propiedades que se ofrecen en alquiler, el 70 por ciento están ocupadas. Del porcentaje restante, muchas quedan vacantes porque no cumplen con las altas exigencias de los posibles inquilinos.
"La gente busca que las casas tengan televisión satelital o cable, cocinas cómodas con microondas y alarma. Las que no tienen esas comodidades mínimas quedan sin alquilar", dijo Fernando Tarzetti, de la inmobiliaria Santamarina.
Los gastos en salidas nocturnas, confiterías y restaurantes bajaron este año en Pinamar el 30 por ciento en relación con el año último. Pero en Cariló, a pesar de que los precios son más altos que en cualquier otro lugar de la costa atlántica, los comerciantes no se quejan.
El centro comercial, donde abundan las figuras de duendes y hadas, y de ovejas que pastorean en los techos de las confiterías, desborda al atardecer y los días nublados.
"Es un paseo obligado para la gente que está en la región. Vienen de muchos lugares de la costa a pasar un día o a comer a la noche, porque el clima y la magia que tiene lo hacen un lugar único en la costa argentina y todos lo quieren conocer", opinó Juan José Rodríguez, secretario de Turismo de Pinamar.
Vacaciones antiestrés
De acuerdo con una encuesta realizada por la Secretaría de Turismo de la Nación, el 78 por ciento de los turistas argentinos busca tranquilidad en el lugar que elige para su descanso de verano. Esa, justamente, es una de las cartas ganadoras de Cariló.
Para que las vacaciones sean completas, algunas inmobiliarias ofrecen la posibilidad de alquilar las casas con servicio de mucama y baby sitter incluido.
Pero no sólo eso: también asisten a los veraneantes con un servicio que incluye desde ocuparse de hacer las compras y de que los diarios estén en la puerta a la mañana temprano hasta comprar los productos de farmacia, el gas, leña o combustible y pedir remises o sacar pasajes.
El mayor número de las 2100 plazas hoteleras disponibles en estas playas corresponde a apart hoteles, donde se ofrecen suites y departamentos totalmente equipados, con pileta y con todos los servicios, incluidos la sombrilla y reposera en la playa.
En los tres balnearios de esta localidad también predominan las propuestas descontracturantes: masajes, comida servida en las carpas, profesores de educación física para entretener a los más chicos y hasta servicios de traslado desde y hacia la playa.
"Cariló es una burbuja aparte -opinó Fernando Olivencia, dueño del balneario Hemingway-, trabajamos a full porque hay mucha gente y poca oferta."
El balneario, con 15 años de antigüedad, ofrece masajes incluidos en el precio del alquiler de una carpa (650 por mes), camareros en la playa que acuden con sólo levantar una banderita y un servicio de traslados en carritos como los que se usan para circular en las canchas de golf.
"El público que viene es de alto poder adquisitivo. Pero Cariló ya no es tan exclusivo, cada vez viene más gente porque es un lugar distinto y la gente quiere venir a conocerlo", dijo Olivencia.
En Chao Montesco, el único balneario donde todavía hay algunas carpas disponibles desde 800 pesos por mes, su propietario, Daniel Alvarez, aclaró: "A mucha gente no le alquilo carpa porque no entonan con el balneario. No quiero tolderíos, quiero un ambiente tranquilo, me tiene que gustar la gente que viene".
Este año, Chao Montesco inauguró dos "carpas presidenciales". A diferencia de las comunes, que suelen medir alrededor de siete metros cuadrados, tienen una superficie de 25 metros y una hamaca paraguaya "para que su feliz habitante pueda disfrutar de una siesta en los atardeceres de Chao Montesco", publicitó Alvarez.
El balneario tiene sus reglas claras: no más de siete personas por carpa y no se permiten perros. Aunque sean de raza.
"Básicamente, Cariló es un lugar que funciona bien porque se hizo sobre la base de un parcelamiento con zonas comerciales, familiares, multifamiliares y hoteleras bien delimitadas, lo que permitió un crecimiento urbano agradable, dimensionado a la estatura de lo que uno pretende de un lugar turístico. No se permitió la distorsión urbanística. Acá no se mezclan edificios con chalets", opinó el dueño del balneario.
En un antiguo restaurante de playa reciclado este año funciona Divisadero, un parador situado en el extremo sur de estas playas, desde donde se tiene una vista inigualable de los bosques y de los kilómetros de amplias playas vírgenes que se extienden hacia Villa Gesell.
Masajes californianos
Cozumel, el balneario vecino, es el más antiguo de Cariló. Comenzó a funcionar en 1979 con 20 carpas y mucha oposición de los primeros habitués de estas playas, que preferían la costa despejada y la arena libre de toldos.
Según Mauricio, hijo de la familia propietaria, durante muchos años Cariló explotó comercialmente su fama de lugar exclusivo "porque a la gente le gusta sentir que va a un lugar privado, pero acá todas las playas son públicas, incluso las que están donde hay apart hoteles".
En Cozumel hay 120 carpas que valen 600 pesos por mes, y todas están alquiladas.
Los chicos pueden aprender a surfear con profesores que dan clases gratuitas y los mayores se dedican a descansar.
"No hay calendario de actividades. Este no es un parador tecnológico, no se escucha música fuerte y no permitimos la publicidad en la playa. Ofrecemos masajes californianos y algunos conciertos de música clásica a la tarde", sintetizó Mauricio.





