“Habitaciones de depresión”. Por qué el desorden parece imposible de solucionar
La relación entre el desorden y la salud es mental es real y está comprobada; consejos prácticos para mantener a raya la desorganización, según Dana G. Smith
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NUEVA YORK.- La cámara hace un paneo del dormitorio de Abegael Milot. El piso, cubierto de pilas de ropa, casi no se ve. Hay cuatro grandes canastos de plástico apilados, unos llenos de ropa para lavar, otros de dispositivos electrónicos. Sobre el escritorio y la mesa de luz hay ocho tazas de café abandonadas. Por el suelo también hay dos botellas de agua mineral por la mitad, unA botella de tequila con diseño especial y un dosificador de alimento para mascotas.
“Hoy vamos a limpiar mi habitación de depresión”, dice a cámara Abegael, una estrella de YouTube de 24 años que publica sus videos bajo el seudónimo de Abbe Lucia. “Siento que la única manera de obligarme a ordenar este cuarto es grabarlo en video”, añade.
El término “habitación de depresión” es una expresión relativamente nueva que se popularizó en videos de YouTube que acumulan cientos de millones de visitas. Pero hace mucho tiempo que los especialistas médicos saben de la relación entre el desorden y la salud mental. El desorden que se junta cuando una persona experimenta una crisis de salud mental no es ni una forma de acaparamiento ni producto de la desidia: es resultado de la fatiga extrema, dice N. Brad Schmidt, un reconocido investigador y profesor de psicología de la Universidad Estatal de Florida.
“A veces el agotamiento mental y físico de una persona es tan grande que sienten que no tienen energía para ocuparse de sí mismos o de su entorno”, dice Schmidt. “Simplemente no juntan fuerzas suficientes para limpiar y ordenar como probablemente lo hacían antes.”
Pero una casa sumida en el desorden también genera una sensación de sobrecarga, estrés y vergüenza que nos hace sentir todavía peor. Y aunque ordenar la casa no cura de la depresión, sí ayuda mucho a mejorar el ánimo. Para quienes se sienten abrumados y les parece imposible mantener su entorno en condiciones, aquí van algunos consejos de “limpieza estratégica” para optimizar nuestra energía y nuestro espacio.
Enfocarse en la practicidad, no en la estética
Los problemas de desorden doméstico de KC Davis, terapeuta y autora del libro Cómo mantener la casa ordenada mientras te ahogás, empezaron a principios de 2020, cuando nació su segundo hijo. “Siempre fui una persona desordenada”, dice Davis, “pero hasta ese momento también había sido siempre una persona funcional”. Y de repente, con un nuevo recién nacido, la depresión posparto y la pandemia, Davis se dio cuenta de que no aplicaba ningún método y que la casa se le iba de las manos.
Cuando se puso a ordenar, empezó a publicar videos de su progreso en TikTok, donde ahora tiene más de 1,5 millones de seguidores. Desanimada por gran parte de los contenidos de autoayuda y limpieza que circulan en las redes —que según ella están llenos de “consejos de tipo militar”—, Davis optó por un enfoque más amable y pragmático. Su método es más realista en función de sus propias posibilidades y apunta a lograr un espacio habitable, no impecable.
Una de sus estrategias más populares es la de “cinco cosas ordenadas”, la idea de que en cualquier habitación el desorden se limita a cinco tipos de cosas: basura, platos, ropa, cosas con lugar asignado y cosas sin lugar asignado. Centrarse en una categoría a la vez la ayuda a no sentirse sobrepasada cuando tiene la sensación de que hay cien objetos diferentes fuera de lugar.
Davis también es una gran defensora de lo que llama “tareas de cierre”, una idea que tomó de sus años de camarera. Como en general por la noche no tiene energía suficiente para limpiar toda la cocina, empezó a hacer cada día un par de tareas pequeñas, “como una muestra de amabilidad hacia mi yo futuro, para estar mejor predispuesta a la mañana siguiente.”
“Abandoné esa idea de ‘todo o nada’ y empecé a enfocarme en la función que cumple cada cosa”, comenta. “Es mejor pensar en lo que voy a necesitar específicamente mañana a la mañana”, y entonces se asegura de tener suficientes platos limpios y espacio en la mesada para poder preparar el desayuno y desechar los restos. “Y así, algo que parece una tarea interminable, en realidad ocupa solo 20 minutos de mi día”, plantea
Davis recalca que las cosas pueden ser poco estéticas, pero no necesariamente poco higiénicas, “porque todos nos merecemos un entorno limpio y cómodo”. Si la energía no nos da para lavar todos los platos, podemos lavar los necesarios para la próxima comida, o usar platos descartables. Y si ocuparse de la ropa implica demasiados pasos, no hace falta doblar todas las prendas: una remera arrugada no le hace mal a nadie.
La casa tiene que funcionar “para nosotros”
Las personas neurodivergentes, que tiene trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), autismo u otros problemas funcionales, también suelen tener problemas de desorden excesivo. Al igual que las “habitaciones de depresión”, en las redes sociales se ha popularizado el término “doom piles” para referirse a las montañas de objetos aleatorios que se acumulan sin que sepamos qué hacer con ellos. Casi todos tenemos un par de cajas de objetos que no nos decidimos a tirar a la basura, pero esos montículos de desorden suelen ser omnipresentes en el hogar de personas con problemas de funcionamiento ejecutivo.
Lenore Brooks es una diseñadora de interiores que se especializa en trabajar con personas neurodivergentes. Cuando su hermana que sufre TDAH se mudó con ella por un tiempo, Brooks descubrió que había muchos recursos para ayudar a organizarse a los niños con ese trastorno o con autismo, pero prácticamente ninguno consejo dirigido a los adultos.
Gran parte del trabajo de Brooks se enfoca en ayudar a sus clientes a lidiar con el desorden aparentemente irremontable, personas que sienten que están limpiando todo el tiempo, pero que el desorden siempre sigue ahí. Y los que más lo sufren son las personas con TDAH, dice Brooks, “porque sienten ‘fatiga de decisión’ todo el tiempo: “Como no logro decidir qué hacer con esto, entonces no hago nada.”
El primer paso, dijo Brooks, es prestar mucha atención para detectar esos objetos que todo el tiempo tenemos que ordenar, y a continuación buscarles un lugar de guardado más funcional. “A mis clientes les hablo mucho de sistemas: descubrir por qué las cosas están donde están, por qué el desorden se acumula donde se acumula, y luego cambiar el diseño o la organización en función del verdadero uso que le damos a la casa.”
Y esos cambios pueden ser muy simples. Si advertimos que todos los días tenemos que sacar lápices de los almohadones del sofá o la mesa del living, tal vez convenga asignarles un lugar ahí, donde realmente se están usando. A un cliente que trabajaba en su casa y tenía el estudio siempre llena de platos sucios, Brooks le consiguió una bandeja generosa en la que podía cargar sus vituallas y llevar todo de vuelta a la cocina al final del día.
Frenar el problema antes de que arranque
Cuando nuestro espacio esté relativamente limpio y ordenado, conviene tomarse unos minutos por día para mantenerlo. Davis recomienda ponerse un timer de entre 5 y 10 minutos y ordenar lo más posible durante ese tiempo. “Lo mejor es proponerse realizar una tarea en determinada cantidad de tiempo y, por lo general, es sorprendente todo lo que se puede hacer”.
Y nunca hay que olvidar que un poco de desorden en la casa es totalmente normal: el control remoto del televisor, los anteojos, los sobres que nos dejan bajo la puerta, ese proyecto de bricolaje en curso, “son señales de vida en nuestro hogar”, apunta Brooks.
Dana G. Smith
(Traducción de Jaime Arrambide)
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