En las aulas del Highlands de Vicente López se respira arte. Una antigua cámara de cine y posters de películas de Leopoldo Torre Nilsson en la pared remiten a la década del 40, cuando la madre del director, May Nilsson de Torre, creó allí en 1944 una institución educativa bilingüe, que sigue hasta nuestros días.
El imponente castillo data de 1880, y está situado sobre una barranca, de ahí su nombre con reminiscencias escocesas, Highlands, que significa tierras altas. Se ubica en la calle Gaspar Campos 225, a unos 80 metros de un callejón sin salida, a metros de las vías del Ferrocarril Belgrano, y a pocas cuadras de otras residencias históricas de Vicente López , como el Palacio Raggio o el colegio Michael Ham.
En las arboladas barrancas del Highlands, desde las cuales se veía el Río de la Plata, se rodó parte del popular film de Torre Nilsson El Santo de la espada. Aún se conserva ese camino que recorre en declive un parque con plantas, flores silvestres y enredaderas, en el cual juegan o estudian los niños del colegio.
"Recuerdo que desde las ventanas de las aulas, todos los días a las 15 se cruzaban dos barcos en el río. Como si fuera un ritual, las maestras y los niños detenían la clase, se acercaban a la ventana, y observaban ese momento mágico", recuerda May Clara Torre Nilsson de Noseda, hija de la fundadora del colegio, quien continúa la tarea educativa de su madre, esposa del director de cine Leopoldo, o Polo, Torres Ríos, quien a su vez filmó en el castillo la película Demasiado Jóvenes.
Durante una recorrida por el colegio con LA NACION, la ex profesora recordó: "La idea de mi mamá de fundar un colegio surgió durante una reunión con las Hermanas Pasionistas del Michael Ham, cuando ellas le comentaron que tenían demasiadas alumnas y que era necesario abrir otro colegio en las cercanías".
Pero la historia del castillo que alberga la institución del norte del conurbano data de 1880, cuando fue construido por la familia Bosch con planos del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, al estilo de las construcciones fortificadas, de los chateaux franceces de la época medieval en Europa, con su torre. Además, los Bosch fueron propietarios de otra casona aristocrática, el Palacio Bosch Alvear, actual residencia de la embajada de Estados Unidos de América.
El castillo de Vicente López está emplazado en la chacra de esa familia, que comprendía una superficie aproximada de 350 mil metros cuadrados. Limitaba al Este con el Río de la Plata, y se extendía al Oeste hasta unos 600 metros más allá de la Avenida Maipú, encuadrado entre la calle Laprida, antigua calle del Peligro, así llamada por las profundas zanjas que la surcaban y la hacían intransitable para cualquier clase de rodado, y la quinta de Anchorena, hasta el año 1909, época en la que se construyó el Ferrocarril Central Córdoba, hoy General Belgrano.
Se presume que ambas chacras, la de Anchorena y la de Bosch reunidas, correspondieron en su origen a las tierras que Juan de Garay otorgó a uno de sus soldados, Alonso de Escobar, tierras que luego pertenecieron a la familia Saavedra y que pasaron por sucesivos dueños hasta que en 1880 las adquirió Bosch. En 1918 se construyó el primer muro alrededor de la quinta y por ventas sucesivas realizadas hasta 1939 la superficie queda reducida a 50 mil metros cuadrados. En 1946 se vendió esta última fracción con los edificios en ella comprendidos.
En ese momento, frente al ombú y al Highlands se mudó dibujante argentino Florencio Molina Campos, quien se constituyó en el cuidador y preservador honorario de aquel árbol, el cual debió ser suplantado por uno de sus retoños, hoy en crecimiento.
La quinta contaba con buenos frutales, duraznos, perales, higueras, y algunos castaños y nogales. Su acceso a la vieja calle Santa Fe se hacía mediante una calle privada, bordeada por aguaribays, eucaliptus y no pocos olivos. De la arbolada antigua, en su mayor parte destruida por el embate de los temporales y el curso de los años, subsisten aún dos corpulentos aguaribay, dos gomeros, algún eucaliptus y el retoño del mencionado ombú.
A diferencia de la mayor parte de los colegios privados del país, que por lo general son católicos, el Highlands fue desde siempre laico. Comenzó con 40 alumnos, y hoy posee más de 200 distribuidos en las aulas de Nivel Inicial y Primaria. Los chicos tienen la posibilidad de asistir a un seminario de cine, en castellano y en inglés, y de participar de un proyecto institucional llamado Viajando alrededor de mundo con el objetivo de conocer diferentes culturas compartiendo la innovación digital.
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