La última obra de Horacio Ferrer, entre duendes y despedidas
Se trata de una murga estrenada el verano pasado en Montevideo; un homenaje al "su chimpún sensacional" que anticipa su despedida
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MONTEVIDEO. Para un poeta uruguayo, urbano y popular, una canción de murga va justo como última obra. Y como no podía ser de otra manera, Horacio Ferrer escribió la mejor canción de murga que se recuerde. Y lo hizo para una ópera, retomando el camino de María de Buenos Aires, pero en esta ocasión con Dandy, el príncipe de las murgas.
Su idea fue la de trasladar el Hamlet de Shakespeare al ambiente montevideano, que para Ferrer tiene mucho del trágico príncipe: son melancólicos, dubitativos y nobles. Fue su última herencia artística.
Tiempo atrás, el propio Ferrer contó a LA NACIÓN cómo había concebido esta opera murga que logró reunir artistas de primer nivel del Uruguay, como al propio Ruben "Negro" Rada. Y lo hizo con el entusiasmo propio de alguien que va a estrenar su propia obra.
El estreno fue en el verano de 2014, en el Auditorio del SODRE, el escenario más moderno de Uruguay, que adquirió mayor notoriedad con el éxito de la compañía de ballet nacional, que dirige Julio Bocca .
Pero hubo años de trabajo previo junto al músico uruguayo Alberto Magnone y los artistas que se iban sumando. Ferrer escribía la letra, Magnone ponía la música, y cuando se juntaban, el poeta acompañaba con pasitos de baile murguero su decir popular sobre la vida de un príncipe montevideano que vivía en la duda.
"Pasen a ver, soy el murguista / filosófico y artista / pura estirpe popular / Yo soy Cachela y soy Pepino / y por juglar, actor y mimo / soy Chaplín del arrabal..." , es una estrofa del "Hamlet" criollo.
La primera versión del tema, fue cantado por la principal voz carnavalera de la historia: Washington "Canario" Luna.
Pero cuando la opera fue estrenada, ese papel fue para un gran murguista de la guardia nueva: Pablo "Pinocho" Routín.
La canción resume lo que es el murguista uruguayo. Pero además tiene el sentimiento del cultura montevideana y suma personajes a una galería ferreriana que conmueve siempre.
"Durante un mes, qué maravilla, soy Benedetti, soy Zorrilla, soy golondrina, soy zorzal, y voy sembrando en cada esquina, la más valiente serpentina, de mi altiva libertad …"
Este murguista que protagonizó la última obra del poeta rioplatense, era "vago, bardo y laburante", pero además de la letra de la canción, Ferrer lo transmitía con esa mezcla de locura bohemia
Lo imaginaba con "las botamangas del pantalón bien metidas en las medias", probablemente con "una banderita de taxi libre", "caballero y atorrante", con un "frac de pajaritos" y juntando "estrellas como en ramos", o "con un melón en la cabeza" y pedaleando en repecho "silbando una polkita".
El poeta tanguero vanguardista -que a fines de los años sesenta formó un peculiar binomio con Astor Piazzolla- vivió en esos viajes a Montevideo de los últimos años, otra experiencia como aquella, según él contó a LA NACION con su estilo tan particular.
De aquella sociedad artística con el músico argentino, había nacido "María de Buenos Aires", operita que se estrenó en la porteña sala Planeta en 1968.
Además de la orquesta de Piazzolla con sus diez músicos, participaron Héctor de Rosas y Amelita Baltar como cantantes. El propio Ferrer actuó como recitante en el papel de "El Duende".
En los últimos años, "María …" se ha representado en Japón, Estados Unidos, Alemania, los países bálticos y Francia. Precisamente, esa imagen de "duende" volvió el verano pasado con la operita murga.
Este 2014, con el "bombo, platillo y redoblante", el Dandy murguero cantó los versos de Ferrer sobre esos instrumentos musicales populares: "Dan a mi lírica ambulante / su chimpún sensacional / y al ver la mímica tarea /baila la ropa en la azotea / con los duendes del zaguán".
Y en los zaguanes de Buenos Aires y de Montevideo, bailarán la porteña María y el uruguayo Dandy, un tango o una murga, para despedir al genio poeta rioplatense.
En su última obra, Horacio Ferrer, haciendo hablar a ese duende que recorre las noches, caminando por adoquines, dejó su propio saludo final: "Y al entonar mi despedida, sabrán que en ella va mi vida, con mi mueca y mi disfraz"
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