Los comerciantes de Plaza de Mayo, hartos de los vallados que los dejan al borde de la quiebra
A la Casa Rosada le surgió un problema con sus vecinos. No se trata de un conflicto diplomático, sino de una cuestión de convivencia barrial: los comerciantes de los alrededores de la Plaza de Mayo se hartaron del despliegue constante de vallas que impiden la circulación peatonal por la zona y advierten que los operativos cerrojos, cada vez más frecuentes, los dejan al borde de la quiebra.
El método de protección de la Casa Rosada fue modificándose desde la llegada de Cambiemos al gobierno. La colocación de una reja permanente que corta la Plaza de Mayo en dos, a la altura de Reconquista y de Defensa, se complementa con el despliegue de vallados móviles que imposibilitan el acceso desde las calles aledañas. El resultado es que los comercios quedan del lado de adentro del cerco, sin poder trabajar.
Hasta el año pasado esos vallados se instalaban los días de grandes movilizaciones en la plaza. Desde inicios de 2018, coinciden los comerciantes, la policía prohíbe la circulación por la zona ante la más mínima manifestación e, incluso, cierra el paso ante protestas que se hacen a varias cuadras de distancia de la plaza, como las que se desarrollan en el Obelisco o en la sede de la Secretaría de Trabajo, en Leandro N. Alem al 600.
"Últimamente están cerrando el paso todos los días. La policía dice que recibe órdenes, pero nosotros ya no podemos seguir así. Es imposible", explica Lita, la encargada del kiosco de diarios de Rivadavia 330, frente a la Plaza de Mayo, a metros de Reconquista. "Cierran por cualquier cosa, por una visita oficial o por una manifestación menor. Los empleados del Banco Nación y del Ministerio del Interior ya no saben por dónde caminar. Antes no era así", agrega, al borde de la desesperanza.
Las vallas que más perjudican a Lita se instalan sobre Rivadavia, a la altura de Reconquista, y sobre Reconquista, entre Rivadavia y Mitre, e impiden la circulación de peatones en dirección a la Casa Rosada. La misma situación sufren los comercios ubicados sobre Hipólito Yrigoyen, entre Bolívar y Balcarce. El cerrojo es tan grande que afecta incluso a los negocios ubicados sobre calles aledañas como 25 de Mayo y Leandro N. Alem.
"A veces cortan 5 o 6 horas por día y a veces todo el día. Dos o tres veces por semana. Es prácticamente como tener el negocio cerrado porque la gente no puede pasar por ningún lado", se queja Flavia Ataefe, dueña del restaurante Antúnez, en 25 de Mayo 71, entre Rivadavia y Mitre. Es una calle peatonal, sin peatones. "Es un problema que pone en riesgo muchas fuentes de trabajo. Entendemos que haya que proteger la Casa Rosada, pero pedimos que busquen la forma de no perjudicarnos, de dejarnos afuera del vallado", dice, en un salón casi desierto.
En esta zona, el vallado está desplegado en la esquina de 25 de Mayo y Mitre. Si se corriera sólo 30 metros hacia Rivadavia, permitiría al menos el acceso de los peatones que llegan por 25 de Mayo desde Juan Perón. Se suma a los cercos que impiden el acceso desde el otro lado de la Plaza de Mayo y a los que se ubican sobre Alem, entre Mitre y Rivadavia, que también imposibilitan la llegada de peatones desde el Bajo.
El malestar de los comerciantes llegó a oídos de las autoridades hace meses. El operativo depende de la Policía de la Ciudad. Desde el Ministerio de Justicia y Seguridad porteño negaron que se interrumpa la circulación peatonal de manera arbitraria y, en respuesta a una consulta de LA NACION, deslindaron la responsabilidad en el gobierno nacional. "El vallado que rodea la Plaza de Mayo y la zona aledaña forma parte de los requerimientos de seguridad de la Casa Rosada", dijeron.
En Balcarce 50 niegan ese requerimiento. Es más, en la Secretaría General de la Presidencia se mostraron al tanto del malestar de los comerciantes y prometieron que van a ocuparse del reclamo en breve. La dependencia que dirige Fernando de Andreis encabezará en los próximos días una reunión de coordinación entre la Policía Federal y la Policía de la Ciudad para encontrar una solución. "Alguna protección tiene que haber en el perímetro, pero tenemos la voluntad de atender el reclamo de los comerciantes", prometieron.
A la espera de esa respuesta, los comerciantes siguen engordando el libro de quejas contra el operativo cerrojo. En la cerrajería Antigua Casa Martínez, de Alem 52, Luis refuerza argumentos: "Si se juntan cinco personas en la plaza ya nos ponen el vallado. La gente no puede ni caminar por la vereda de Alem. Nos impacta mucho en las ventas y también en el funcionamiento, porque no pueden llegar ni los proveedores".
A metros de ese local, en Alem 68, Natalia habla desde la soledad del locutorio que atiende a diario. "A veces hacen una marcha en el Ministerio de Trabajo y también nos cortan todo. Antes se cerraba el tránsito pero dejaban pasar a la gente", dice. En la esquina de Alem y Mitre, Antonio Menéndez, del bar Los Leones, insiste en que debería encontrarse la manera de no perjudicar a los comercios y a la gente que circula por la zona.
La coincidencia es absoluta y el pedido es claro: no se oponen a que se proteja la Casa Rosada, pero no quieren quedar encerrados y lejos de los clientes. Esperan que el vecino más importante de la zona escuche sus reclamos a tiempo.