Mar de las Pampas atrae con bosques y playas solitarias
La capacidad hotelera e inmobiliaria no supera las 300 plazas
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MAR DE LAS PAMPAS.- En esta playa solitaria, situada 420 kilómetros al sudeste de la ciudad de Buenos Aires, no hay asfalto ni cemento. Aquí, el susurro producido por el viento que se cuela entre los pinos compite con el murmullo de las olas, que se adivinan más allá de los médanos.
Después del mediodía, un camino de conchillas y un par de casas diseminadas por el bosque, pero muy separadas entre sí, constituyen el único vestigio humano en medio de los pinos.
Es que, en ese momento, las 55 familias que viven en forma permanente aquí están en la playa.
Quizás el hecho de que sea una playa casi desconocida para la mayoría de los porteños, con una oferta hotelera e inmobiliaria para no más de 300 visitantes, hizo que Mar de las Pampas se convirtiera en una playa exclusiva, como una ilusión.
"Parece un lugar de ensueño. El bosque mágico y su paz. El hecho de poder despertarme con el canto de los pájaros y de poder ver a los chicos correr sin temores hizo que los cuatro días que pasé aquí fueran inolvidables", expresó Eduardo Fattore mientras acomodaba los bolsos y preparaba el retorno a Capital con su familia.
Enfrente, en una parte alta del bosque, un cartel con la leyenda "Viejos tiempos" y una campana marcan la puerta de entrada en la casa de té que funciona en el chalet construido en 1987, la tercera vivienda edificada en Mar de las Pampas.
Allí se pueden saborear exquisitas tortas galesas en medio del saludable aroma de pinos y eucaliptos.
Hechizado
"Acá se puede disfrutar de la vida en serio. Más allá de las cuestiones económicas. Me quería ir de la Capital, encontré este lugar mágico y me quedé. Descubrí Mar de las Pampas hace tres años, cuando vine a pasar unas vacaciones a Villa Gesell. Un día salí a correr por la playa y llegué hasta aquí. Al otro día regresé con mi familia. Atrás habían quedado la fiebre y el apuro sin sentido de la ciudad", afirmó Juan Pablo Trombetta, de 42 años, ingeniero agrónomo de profesión y con vocación de escritor.
Situado a tres kilómetros del mojón que marca el kilómetro 420 de la ruta provincial 11, el balneario de Mar de las Pampas no tiene supermercados ni almacenes.
"La mayoría de la gente compra provisiones en Villa Gesell, que por la calle tres está a no más de cinco o seis kilómetros, y tiene un buen freezer para guardar los alimentos. La mayoría de los visitantes recorre los diez restaurantes que funcionan aquí. Cada uno de esos locales se caracteriza por la cocina artesanal y por ofrecer manjares de los cuales son especialistas", explicó Trombetta.
Detrás del médano que marca el final del sendero Cruz del Sur funciona Soleado, que con no más de 30 carpas es el único balneario de Mar de las Pampas.
"Se puede decir que Mar de las Pampas es algo así como la versión en miniatura de Cariló. Espero que no se contamine y que no se instalen más negocios", señaló Alberto Rebecchi, que llegó a esta playa y se afincó con su familia.
"Al principio, cuando les dije a los chicos que me venía a instalar aquí, me dijeron que estaba loco. Después, un buen día, Ezequiel, mi hijo mayor, vino de vacaciones, conoció a una chica de Mar Azul, otra playa cercana, se casó y se quedó a vivir", recordó Rebecchi.
El estilo arquitectónico marcado por las tres primeras casas de esta playa solitaria, que comenzaron a construirse hace no más de trece años, constituyen el signo de distinción del balneario. De madera y piedra, las casas parecen haber sido plantadas en el bosque.
"Quizá los precios de los lotes, que oscilan entre 12.000 y 10.000 pesos, según la ubicación, resulte un indicador del nivel de gente que viene a Mar de las Pampas. Se trata, en su mayoría, de profesionales jóvenes, de no más de 35 años y con una capacidad para invertir de entre 60.000 y 80.000 pesos para construir una casa", explicó el ingeniero Jorge Vázquez, mientras recordaba cuando llegó a esta zona de playas anchas y bosques de pinos para abrir la primera calle.





