"Moríamos por casarnos". Aunque sin fiesta, algunas parejas igual dan el sí
"La gente nos sigue preguntando cuándo vamos a hacer el verdadero casamiento, pero para nosotros ya ocurrió", comenta Pedro Silveyra, de 27 años. Él y Mariana Rey Goitia, de 28 años, se casaron solos, en una sala prácticamente vacía del Registro Civil Central de la ciudad de Buenos Aires.
Debido a la cuarentena por Covid-19, los únicos que pudieron presenciar la ceremonia fueron sus dos testigos y el oficial público. También se casaron por iglesia, con unos 10 invitados. Los planes pre cuarentena de la pareja contemplaban una fiesta en un salón de Pilar con unos 350 invitados el 26 de septiembre, después de la ceremonia religiosa, pero fue suspendida por la actual prohibición de las celebraciones multitudinarias.
"Pensamos en cambiar la fecha del casamiento para poder hacer la fiesta, pero no lo hicimos. Lo hablamos mucho y decidimos que nuestra prioridad era casarnos, más allá de las circunstancias, de la gente y de las celebraciones", expresa Silveyra. El joven y su pareja suspendieron la fiesta, que ya estaba señada, y sacaron fecha para casarse apenas el Registro Civil y la Iglesia se los permitieron.
En la ciudad, las ceremonias religiosas volvieron a habilitarse a fines de septiembre, y actualmente permiten un máximo de 40 personas. Los casamientos por civil están permitidos desde el 29 de octubre, con un máximo de entre cuatro y 10 invitados, dependiendo de si son al aire libre o en una sala.
Desde entonces hasta la fecha, 435 parejas se unieron en matrimonio en los cuatro Registros Civiles habilitados en la ciudad. El número de casamientos está por debajo del promedio para esta época del año, que ronda los 1000 casamientos por mes. Según los voceros consultados, esta disminución responde a la prohibición de las fiestas y las celebraciones multitudinarias, circunstancia que llevó a que la mayoría de las parejas decidiera posponer su casamiento. Según estimaciones de la Dirección General de Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, desde que comenzó la cuarentena, un aproximado de 8000 parejas suspendieron sus casamientos.
"La cuarentena nos hizo chocar contra una pared. Cancelamos el casamiento, nos angustiamos mucho", comentó Pilar Achával, de 28 años, días antes de su casamiento. Ella y su novio, Matías Grimaux, iban a dar el sí el 12 de junio pasado, pero cuando vaticinaron que la cuarentena iba a extenderse hasta después de julio, decidieron pasar la fecha para noviembre. Pero luego se dieron cuenta que tampoco iban a poder casarse en esa segunda instancia, y comenzaron a pesar en otras alternativas.
"Cuando organizás el casamiento, pensás en el salón, en el vestido, en estar flaca, bronceada, y eso te distrae de lo importante. La cuarentena nos hizo poner en la balanza nuestras prioridades. Moríamos por casarnos, no por una cuestión de convivencia, porque en la cuarentena ya prácticamente vivíamos juntos, sino más que nada porque queríamos empezar nuestro proyecto de vida juntos", explica Achával.
La pareja se casó el 7 de noviembre por Iglesia y decidió dejar el casamiento por civil para cuando se les permita hacer la fiesta. La decisión de hacer primero la celebración religiosa tuvo que ver con una cuestión de invitados: la capilla en donde se casaron les permitió ingresar 40 personas al templo y dispuso de sillas afuera para unos 60 invitados más. En los Registros Civiles habilitados de la Capital, en cambio, las condiciones son más restrictivas.
Por ahora, la ciudad porteña tiene cuatro registros abiertos: el Central -sobre la calle Uruguay-, y las sedes de las comunas 2, 5 y 14. A las salas de los registros solo pueden ingresar cinco personas: la pareja, un testigo de cada lado y el oficial público. El Registro Civil Central también ofrece la posibilidad a algunos pocos de hacer el casamiento en el patio interno del edificio. En esos casos, se permite el ingreso de 10 personas. La semana pasada, el gobierno porteño anunció quea partir del 16 de noviembre se habilitarán en forma progresiva los casamientos por civil al aire libre en el Centro Cultural Recoleta y en Parque Chacabuco, con una capacidad máxima de 10 personas.
"Pensamos que solo nos iban a dejar ingresar con los dos testigos, pero cuando llegamos al registro de la calle Uruguay, nos avisaron que nos había tocado en el patio, que podíamos ingresar 10, así que empecé a hacerle señas a toda mi familia, que estaba en la vereda, para que entre", detalla Damián Ugerman, de 45 años. Él y María José Río, de 46, se casaron hace una semana en el Registro Civil Central, después de 10 años de convivencia y dos hijos en común.
"La cuarentena nos dio tiempo para charlar. Nos propusimos dejar de patear este tema, que lo teníamos pendiente hace años, y casarnos apenas se habilitaran los civiles. Sabíamos que no íbamos a poder hacer el brindis que nos hubiera gustado, con amigos y familia, pero no queríamos postergarlo más", comenta. Con su libreta de matrimonio en mano, la pareja y sus dos hijos salieron a almorzar a un restaurante a modo de festejo.
"Ahora, nuestra fiesta tiene fecha para cuando cumplamos un año de casados", comenta en un tono sarcástico Victoria, de 27 años, quien prefirió resguardar su apellido. La ilusión de poder hacer la fiesta de casamiento que ella y su novio tenían planeada y pagada los había llevado cambiar la fecha original del casamiento de agosto a diciembre. Ahora, ya saben que tampoco van a poder hacer la fiesta en diciembre, pero decidieron que van a casarse de todas formas.
"Nos sentimos los eternamente comprometidos. Hace casi dos años que estamos hablando del casamiento. No tiene sentido seguir pasando la fecha por la fiesta porque no se sabe cuando vamos a poder hacerla", expresa. Para la joven y su novio, la fiesta, que ya está paga, pasó a un segundo plano. "Bajamos las expectativas. Al principio, queríamos que sea un sábado. Ahora ya no nos importa si es un jueves o un lunes", asegura.
Todavía no ha planeado el festejo que hará en diciembre, después del casamiento, pero cree que será una comida en un restaurante con la familia nuclear de ella y de su esposo. Después del casamiento, Victoria y su marido viajarán de luna de miel a Colombia, que por ahora tiene las fronteras abiertas, tal como habían planeado desde un principio.