Ni juzgar ni demonizar el uso de sustancias; hay que actuar para prevenir
De nada sirve demonizar las llamadas "drogas de diseño" ni juzgar a los jóvenes. En este tipo de situaciones, cuando el problema excede lo personal y se transforma en una cuestión de salud pública, sería muy apropiada la actuación del Estado, tanto en el corto como en el largo plazo. Por un lado, al garantizar la existencia de programas de reducción de daños, como las intervenciones en las fiestas electrónicas donde se desarrollan un conjunto de acciones. Por ejemplo,la verificación de las pastillas que circulan en el lugar, la disposición de stands con agua y el reparto de folletería con textos informativos.
En Europa, este tipo de intervenciones forman parte de las denominadas misiones de urgencia, que de ninguna manera pueden verse como una tolerancia al consumo. Se trata, en estos casos, de estrategias de corto plazo, acciones in situ para minimizar los riesgos. Es también eficaz que, entre los que distribuyen el material informativo en los stands, haya adictos recuperados, porque su mensaje en cuanto a la prevención tiene gran impacto para los jóvenes que aún consumen. Es un consejo que viene de "un par", alguien que superó el problema y optó por la abstinencia. Su contracara es la prevención moralizadora, que castiga y acusa, y que no suele ser escuchada.
Una sola medida como ésta no será la respuesta para el resultado que se quiere lograr. Para que el sistema de prevención sea realmente efectivo, debe ser acompañado por medidas preventivas a largo plazo como las presentaciones en los colegios y universidades, donde la llegada sea directa.
Aquí también, entre los profesionales de la salud de distintas áreas, es válida la presencia de los adictos recuperados.
Pero tampoco basta con este tipo de campañas. Es importante que los adultos frente a los que los jóvenes, que piensan que «no los entienden», que «los quieren controlar», que «no es grave» o que «todo el mundo lo hace», no cedan frente a ese tipo de argumentos.
El problema es serio y cada uno puede posicionarse informándose con seriedad sobre lo que implica el consumo de los jóvenes que hoy forma parte de su vida. La alerta debe servir para que haya más foros de discusión, más intercambios de información, más diálogo sobre un tema que para muchos sigue siendo tabú o algo que les pasa "sólo a otros".
No es el momento para esconder la cabeza debajo de la arena. Es tiempo de mirar las cosas de frente y actuar de acuerdo con lo que la conciencia de cada uno le indica.
Que la terrible muerte de aquellos jóvenes pueda, por lo menos, alertar a nuestra sociedad sobre los peligros "diseñados" que la acechan.
La autora fue directora de la Unidad de Tratamiento de Adicciones de la Clínica La Métairie, en Nyon, Suiza
Daniela Danis
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