
Paseos en trineos por el bosque, otra forma de disfrutar la nieve
Es una alternativa para quienes desean internarse en la tranquilidad de la montaña
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San Martin de los Andes.- Se sacaron los equipos de backcountry y se acomodaron en ronda sobre la nieve, un claro dentro del milenario bosque de lengas. El guía sacó un licor de chocolate y un jugo y, mientras los servía en unos vasos de plástico, les dijo: "Este es un momento para relajar, sin ruidos, para disfrutar de la tranquilidad, algo que el esquí y el snowboard no permiten por lo explosivos y adictivos que son. Y, a veces, en ese repetido subir y bajar, momentos como este se pasan de largo".

Y así se quedaron un rato, en silencio. De los árboles caían algunas gotas, nieve que el sol iba derritiendo. Cada tanto se escuchaban los aullidos de los perros siberianos que tiraban de los trineos a través del bosque. Pero del ir y venir de esquiadores y snowboarders en el cerro Chapelco, nada. Y eso que el grupo no estaba a más de tres o cuatro kilómetros de distancia.
Este bosque de lengas a 1600 metros no sólo ofrece naturaleza y tranquilidad: también permite tomar un descanso del deporte de nieve -sin dudas, la principal atracción del cerro- para realizar actividades alternativas como pasear en trineos tirados por perros, caminatas con un tipo especial de esquíes - el backcountry- y un variado dossier de paseos por la montaña.
"Queríamos hacer algo distinto y cortar un poco con el esquí. Y nos atrapó la idea de andar en trineo porque escuchamos a los perros la primera vez que subíamos en la telecabina. Nos acercamos a ver de qué se trataba y decidimos que un día lo íbamos a hacer", contó José Luis Melchor, que con su esposa Verónica y sus dos hijos adolescentes viajaron desde La Pampa para pasar una semana en Chapelco.
"Es un bosque hermoso para andar. Hay un silencio total y es impagable cuando empieza a salir el sol y se mete entre las ramas", comentó Verónica, mientras la familia se ponía otra vez los esquíes para volver a las pistas.
Los perros que acababan de llegar con ellos ya estaban saltando y aullando para salir de vuelta. Son siberianos y alaskanos que, de a seis por trineo, lo acarrean a través de un camino que surca la nieve entre longevas lengas y sus barbas de viejo, ese liquen que cuelga de sus troncos y ramas, y que sólo crece cuando el aire es muy puro.
"La lenga es el árbol más característico de la zona, el que mejor se adapta a la rigurosidad del clima. En invierno parece un bosque muerto, pero en verano es tan frondoso que ni siquiera entra la luz", explicaba el guía Ricardo Calderón, mientras hacía las veces de un timonel montado sobre la parte de atrás del trineo.
Aunque los verdaderos protagonistas de este paseo, que dura cerca de media hora, son los perros. "Ambas razas son muy resistentes -contó Ricardo-, podrían hacer un viaje de acá hasta Villa La Angostura. Lo que sí, tienen perfiles muy distintos: los alaskanos son más eficientes y resistentes, como si fueran los maratonistas en las olimpíadas; en cambio, los siberianos son eléctricos y velocistas. Pero los dos son muy dados con la gente."
Pablo Germann fue quien trajo la idea del bosque de los Huskies de Tierra del Fuego a San Martín de los Andes: "Lo que nosotros hacemos es recrear una epopeya, cómo se desarrollaba la civilización en el lejano norte. Esa relación fraternal que tenían los esquimales con los perros, criándolos y entrenándolos", dijo. Las páginas de un relato de Jack London en plenas vacaciones de invierno.
Paseos alternativos
Los Caresani, también de La Pampa y de viaje para festejar dos cumpleaños en la familia, ya habían probado con el esquíes, se dieron el gusto de recorrer el bosque con los perros y ahora llegaba el momento de una caminata con esquíes, el backcountry . Al menos los chicos: su padre, Oscar, los acompañaría con raquetas.
El backcountry es una de las actividades alternativas al esquí tradicional que ofrece Chapelco. Se realiza con un esquí que sirve para desplazarse arriba y abajo en la montaña, que tiene una fijación especial que libera el talón, y debajo de las tablas lo que se llama piel de foca -hoy de material sintético- que sirve para frenar. Un recorrido de dos horas por los senderos del bosque nevado que sirve de iniciación para los que nunca hayan esquiado.
Otra opción es una caminata corta en el bosque, donde los guías explican sobre la flora y la fauna, de una hora y cuarto de duración. O con una exigencia física más alta -no se recomienda para niños pequeños ni personas mayores- está la que llega a Pradera del Puma. De dos horas de duración y con mejores vistas de la Cordillera de los Andes y del Lanín.
Y para quienes prefieren caminar bajo la luna, está la caminata nocturna. A las 19 los pasan a buscar por el hotel, los llevan a la base de Chapelco y les dan botas, raquetas y linternas para una caminata de una hora hasta llegar a La Casita del Bosque, donde podrán degustar una típica cena de montaña. Después ya se baja en motos de nieve, para llegar al hotel cerca de las 23. Distintas alternativas para el que quiera sacarse los esquíes. Al menos por un rato.
CHAPELCO, REPLETO DE TURISTAS Y NOVEDADES
San Martin de los Andes.-Equipos de esquí y de snowboard agotados, cerca de dos kilómetros de autos estacionados a los costados del acceso al cerro y una afluencia diaria de unas 5000 personas. En consonancia con el inicio de las vacaciones de invierno en Buenos Aires, el pasado domingo marcó la llegada del aluvión de turistas a Chapelco.
"Desde el comienzo de las vacaciones se incrementó la asistencia de esquiadores a Chapelco, si bien el primer pico fue en el fin de semana del 9 de julio", informaron a La Nacion. Además, en San Martín de los Andes la ocupación en hoteles, hosterías, cabañas y aparts es del 87%.
Los recién llegados a Chapelco se encontraron con algunas novedades. Además de la renovación de las pistas, los amantes de las tablas tienen la opción de probar con los Back Bowls, una propuesta para esquiar por los puntos más extremos del cerro. Se trata de itinerarios fuera de pista para esquiadores y snowboarders expertos, que permiten explorar nieve virgen del otro lado del Cordón Chapelco, abriéndose paso más allá de la cumbre de la pista el Filo, hacia el Cerro Mocho. La actividad se realiza por grupos de 8 a 10 personas, que van acompañados por un instructor y un patrullero. El punto de encuentro es en la Plataforma 1700, la base de la patrulla, donde se les hace entrega de los equipos, de dispositivos ARVA (Aparatos de Rescate de Victimas de Avalanchas) y se les da una charla sobre seguridad.
Después, lo más esperado: las bajadas. Son tres extensas, por sectores donde nadie más que el grupo esquía, con un entorno virgen y natural. Y lo importante: una vez abajo ya no hay que subir caminando, una máquina con oruga adaptada para transportar a personas los sube nuevamente a la cumbre.
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