Por dentro: así está hoy el aeropuerto de El Palomar a un año de su cierre

Pasó un año y una semana desde que el primer aeropuerto de bajo costo del país, el de El Palomar, dejó de recibir vuelos nacionales y regionales y volvió a ser una terminal para uso de vuelos oficiales, como el que llevó ayer a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, hasta La Paz, Bolivia, para donar un millón de dosis de vacunas contra el Covid-19 de AstraZeneca.

LA NACION, que acompañó la gira oficial que duró 20 horas, estuvo dentro de la terminal, que parece un lugar fantasma o abandonado, muy lejos de las imágenes que mostraban a cientos de personas apiñadas en los pocos metros que tenía el aeropuerto, que cerró sus puertas, por tiempo indefinido, desde mediados de diciembre del año pasado.

Tanto los mostradores, como las mesas y sillas están apiladas a los costados. Lo mismo que las cintas que dividían los diferentes sectores. Solo continúa habilitado un escáner de control y un puesto de Migraciones donde las personas que parten en vuelos oficiales hacia el exterior deben hacer el trámite ante un agente que solo llega hasta el lugar para los vuelos especiales.

Consultados por LA NACION, desde el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna), que está comandado por La Cámpora y que son los responsables del funcionamiento y reapertura para vuelos comerciales de El Palomar decidieron no responder la consultas de este medio sobre cuál será el futuro de la terminal.

Este organismo técnico, que quedó en el ojo de la tormenta en el “cierre virtual” de El Palomar hace un año, defendió el traslado de los vuelos comerciales de las aerolíneas low cost a Aeroparque y Ezeiza porque mantener abierta la terminal que está en la zona oeste bonaerense era muy costoso.

En esa charla con LA NACION, el 12 de diciembre del año pasado, desde el Orsna explicaban que la decisión se amparaba en cuestiones de recursos y de seguridad. El Palomar “no debería tener vuelos comerciales”, ya que no entiende como lógico volcar esa cantidad de fondos, en relación con el nivel de tráfico.

“No parece muy inteligente mantener ese aeropuerto”, habían dicho y agregaban: “La pista está destrozada” y se necesitarían 4000 millones de pesos para su arreglo. “No quiero vivir un Once”, resumió una fuente del organismo regulador, trazando un paralelismo con el accidente ferroviario ocurrido en 2012 que provocó la muerte de 52 personas.

En tanto, sobre los elementos que estaban en el lugar, en su mayoría, fueron trasladados a otras de las terminales que operaba la terminal. Por ejemplo, en El Palomar quedaron solo dos escáneres. Uno en el puesto 1 de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y el otro en el patio de valijas. “Con el movimiento actual alcanzan y sobran”, detallaron fuentes del sector a este medio y explicaron que los otros equipos fueron trasladados y se están utilizando en el Aeroparque metropolitano.

Por José María Costa

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