
Preocupa en Cariló el robo de casas mientras los turistas están durmiendo
La gente recurre a vigilancia privada y alarmas; la policía sostiene que carece de medios
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CARILO.- Suena el timbre. La mujer de la casa cruza tres dependencias hasta la puerta de entrada. Nadie en la vereda penumbrosa. Ni un ruido desde la calle que ni se ve. De regreso a su habitación, ya no se escuchan las melodías de Mozart que la acompañaban en la lectura de medianoche. Tampoco están en el cuarto el equipo de música, un reloj y un celular de su marido que ni siquiera se despierta con la fresca brisa marina que llega desde esa ventana que ahora está abierta.
Treinta, cuarenta segundos. Un minuto. No más. Es el tiempo que les lleva a los delincuentes cumplir con mayor o menor éxito su golpe en las coquetas y costosas viviendas de este exclusivo balneario.
La modalidad delictiva conocida en la jerga como "escruche" y practicada por "descuidistas" se ha convertido desde este verano en preocupación permanente de los residentes y visitantes y además, un dilema para comerciantes y operadores turísticos que reconocen la problemática, pero no se animan a hacerla pública por temor a que la difusión aleje de la zona a los turistas.
Los delincuentes no recurren ni a armas ni violencia, pero tampoco parecen tener límites. Ingresan en las propiedades aún cuando sus ocupantes están dentro.
De noche o de día, apelan a distintos recursos de distracción y aprovechan la vista del interior que permiten los amplios ventanales que abundan en las construcciones, siempre encuentran una abertura para llegar hasta el botín preferido: videofilmadoras, cámaras fotográficas, computadoras portátiles, videocassetteras, bolsos con ropa, joyas y dinero en efectivo si es que está a la vista. Todo lo que permita una huida fácil entre pinos frondosos, médanos laberínticos y calles sin iluminación.
Noche de terror
Aunque estos hechos se empezaron a sentir con fuerza el mes pasado, cuando el balneario tuvo una concurrencia récord de turistas, el último fin de semana fue el que más aprovecharon los rateros. Tres familias de Capital con cuatro niños de uno a dos años alquilaron una propiedad situada a tres cuadras del centro comercial de Cariló y vivieron una noche de terror de la que sólo se enteraron por la mañana, cuando se despertaron y, en principio, advirtieron que faltaba una de las camionetas en las que habían llegado 12 horas antes.
Flavio, una de las víctimas que pidió que no se publicara su apellido, contó que todos pensaron que sólo se habían llevado el vehículo empujándolo. El pánico los abrazó cuando advirtieron que dentro de la casa también faltaban dos cuchillos, un celular y hasta la llave de la camioneta. "Estuvieron adentro mientras nosotros dormíamos", aseguró. Luego advirtieron que para entrar habían violentado los tarugos de una ventana.
Para la segunda noche en Cariló, estos turistas optaron por contratar un servicio de seguridad privada. "Igual -dijo Flavio- después de lo vivido ya nunca más descansás tranquilo."
Pero lo curioso fue cuando los inquilinos dieron cuenta al dueño de la casa de la mala experiencia. "Nos terminó reconociendo que a las tres familias que habían estado en semanas anteriores también les habían robado", señaló a LA NACION.
Si algo uniforma a las propiedades de Cariló, pese a sus variados estilos arquitectónicos, son los amplios ventanales. Prolijos parques que las rodean y los carteles que exhiben en la puerta: "Esta casa -se lee- está protegida por alarmas".
Juan Carlos Santamarina, responsable de la central de alarmas que lleva su apellido, asegura que la cantidad de delitos denunciados es menor que el año anterior. Pero que los delincuentes de estos días desafían a los más modernos servicios de seguridad electrónicos: "Saben que desde que se dispara la alarma tienen un minuto o a lo sumo dos para revisar, alzarse con lo que puedan y escapar". Los califica como "rateros", pero que en lo suyo son "verdaderos profesionales".
Coincide Eloy Lesca, presidente de la Asociación de Fomento de Cariló. "Este balneario no es una isla", dice sobre la llegada del delito a estas playas. Llama la atención que su casa, en la que lo robaron dos veces en veranos anteriores, es una de las pocas que luce rejas en las aberturas, hasta hace poco tan inexistentes aquí como la iluminación artificial de la vía pública.
La comunidad, a través de la entidad que Lesca dirige, acercó propuestas para optimizar la capacidad operativa del destacamento del balneario. "Aportamos para la nafta y se ayuda en todo lo que se puede, siempre al margen de lo que hace o deja de hacer el municipio", comentó (ver recuadro).
El responsable policial de estas playas es el principal Marcelo Melo. Durante el verano tuvo a su disposición cuatro móviles y 44 efectivos; de estos últimos, el 60 por ciento son refuerzos del Operativo Sol de los que a esta altura ya le quedan pocos. "Registramos un 40% menos de hechos que la temporada pasada y esclarecimos buena cantidad de los que ocurrieron en estos meses", dice mientras muestra equipos de computación, videofilmadoras, una pistola y hasta un automóvil que han sido secuestrados en distintos operativos y serán devueltos a sus dueños.
En algunos de ellos cayeron delincuentes y los reducidores que comercializan la mercadería sustraída.
"Aquí no hay alumbrado público y para perseguirlos sólo disponemos de los reflectores de los patrulleros", reconoce Melo sobre la particular geografía de Cariló, aprovechada para la fuga por los "descuidistas", inesperados malos de turno en este bosque de cuentos de hadas en el que, por estos días, se intercalan algunas páginas de suspenso, misterio y temor.
Recomendaciones
Guardar las prendas: en la casa no dejar los bolsos cargados con ropa. Disponer la vestimenta en placares y cajoneras.
Escondite clave: colocar el dinero y los elementos de valor en lugares de difícil acceso.
Tomar cuidados: al salir de la casa dejar las ventanas bien cerradas y las luces apagadas.
Realizar la denuncia: si se observa la presencia de personas sospechosas avisar a la policía.
Activar la alarma: ante ruidos o cercanía de vehículos o individuos sospechosos hacer sonar la alarma.
Lejos de sitios abiertos: no dejar electrodomésticos cerca de ventanas o de puertas con escasa protección.
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