
Se recupera el joven que enfermó en su luna de miel
Martín Renzacci estuvo internado al borde de la muerte en Tanzania; la lucha por salir adelante
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La pesadilla que comenzó el 15 de julio pasado, cuando en plena luna de miel le diagnosticaron un grave trastorno que lo dejó en coma farmacológico, quedó atrás.
Martín Ezequiel Renzacci, el joven de 31 años que hace cuatro meses sufrió el síndrome Guillain-Barré durante su luna de miel en la isla de Tasmania, en Australia, regresó a su casa, en Villa Urquiza.
Luego de dos meses de internación en el hospital internacional Royal Hobart y otros 30 días en una clínica de rehabilitación en el país, Martín Renzacci y su esposa, Carolina Santori, de 30 años, pueden contar la historia juntos. Y ésa es una de las principales alegrías de la pareja, según contaron ayer a LA NACION durante un diálogo telefónico.
Con una parálisis en el costado derecho de la cara y dificultad para comer y también para desplazarse por sus propios medios, Martín está hoy en plena etapa de recuperación. "Cuando volvía en el avión a Buenos Aires, en una camilla, sin poder moverme y acompañado por un médico y una enfermera, me parecía imposible pensar en la idea de que alguna vez iba a volver a caminar", confesó Martín ayer por la tarde, luego de salir de la clínica adonde asiste todos los días, acompañado por su mujer, para continuar con la rehabilitación.
Después de quedar totalmente paralizado, alimentarse durante 70 días a través de una sonda gástrica y sin poder hablar, Martín explica que tuvo que reaprender todo. "Aprendí otra vez a caminar, a hablar y a comer, pero estoy cada día mejor, y eso me mantiene con ganas de seguir avanzando", dijo.
Todas las mañanas Martín se levanta temprano y junto con su mujer van a una clínica en Belgrano para la rehabilitación.
"Después, volvemos a casa, almorzamos juntos y, a la tarde, llega todo el equipo de especialistas para seguir con los trabajos en casa. Y así cada día", cuenta el joven, oriundo de Bahía Blanca. Pero además de foniatras, kinesiólogos y terapeutas ocupacionales, él cuenta con la ayuda incondicional de su familia y su mujer, "que, además, es psicóloga y siempre me contuvo, desde el primer momento hasta ahora", destaca Martín, que asegura que ella fue su mayor soporte durante todo este tiempo.
La recuperación, según las opiniones de los especialistas, se extenderá por 365 días aproximadamente. "De acá a un año puedo seguir recuperando mis habilidades, lo que no logre conseguir en ese tiempo ya es difícil que se modifique, pero falta mucho y los médicos son optimistas", dice Martín.
Donaciones
Hoy, todo el costo de los tratamientos es absorbido por su empresa de medicina prepaga, pero durante su internación en Australia la cobertura era limitada, con un tope de 20.000 dólares. Por eso, la familia decidió pedir ayuda y se habilitaron cuentas bancarias especiales para recibir donaciones. Todos los medios se hicieron eco de la noticia, y, entre las múltiples acciones para colaborar, las redes sociales jugaron un papel clave.
"Muchísima gente que ni siquiera conocía me ayudó, y la verdad es que estamos superagradecidos y, por suerte, pudimos recaudar todos el dinero que se necesitaba para costear el tratamiento y más también. Por eso, el dinero que sobró, que no es mucho, vamos a donarlo a tres fundaciones, una en la Capital, otra en Bahía Blanca y una más en Australia", detalla Martín.
Con respecto a su trabajo como asesor en una compañía de seguros, el joven dice: "Todos en la empresa me apoyan. No veo la hora de estar bien y de volver a trabajar".
Sabe que para eso falta. Tal vez, "en un par de meses consiga el alta médica", se entusiasma. Mientras tanto, "es mejor enfocarme en el día a día, después de lo que pasé me di cuenta de que no vale la pena hacer tantos planes para el futuro".


