Trágico temporal: la Argentina necesita de políticas de acción climática
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Vientos de más de 100 km/h, 13 muertos, decenas de heridos y graves daños en casas y propiedades: Bahía Blanca fue el epicentro de un fenómeno meteorológico que dejó graves consecuencias. Estas son las características y el saldo de los eventos climáticos extremos asociados al cambio climático. En otras palabras, la tormenta que afectó a esa ciudad, y a otras 10 provincias, no es un hecho aislado y se conocen sus causas.
Hace menos de una semana se discutía en Dubái, durante la 28° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, qué deberán hacer los países para evitar que el planeta se caliente por sobre el 1.5°C. Este debate, que parece una discusión sobre un texto abstracto en un país lejano, trata justamente sobre cómo evitar la pérdida de vidas, los daños en la infraestructura, la afectación de servicios básicos como el agua potable y la energía; en definitiva, cómo garantizar el bienestar de las personas y los seres vivos que habitan el planeta.
La ciencia es clara y contundente: los impactos del cambio climático son y serán cada vez más frecuentes y severos. Y también indica claramente qué debemos hacer para mitigarlos y reducirlos. Es fundamental tener esto en mente: ya estamos viviendo la crisis climática producida por el aumento de la temperatura del planeta y debemos actuar de forma urgente.
La Argentina es la última estación del mundo, pero no por eso escapa de estos procesos. La evidencia está a la vista: el año pasado sufrimos una prolongada sequía que produjo la merma de ingresos por cosechas de 20.000 millones de dólares, un monto equivalente al 3% del PBI. Además, desde hace ya varios años existe un mapa de riesgo climático en nuestro país que resulta necesario atender para obrar en consecuencia.
La Argentina necesita políticas de acción climática y un presupuesto que sea adecuado y que permita atender estas prioridades. Sin embargo, la eliminación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y su disminución a una Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes no parece lo más indicado para lograrlo en este contexto. Asociar lo ambiental a temas como el deporte y el turismo, evidencia un desconocimiento total sobre las materias que debe atender y con quienes debe relacionarse de manera directa: la energía, producción, minería, agro, biodiversidad y aquellas cuestiones sociales que nuclean a grupos y personas en situación de vulnerabilidad que son, como el caso de Bahía Blanca lo demuestra, quienes sufren de manera directa las consecuencias de los impactos ambientales y climáticos.
En este sentido, la agenda ambiental que nos propone el nuevo gobierno nace fuera de época y a contramano de lo que sucede hoy en todo el mundo. Sin embargo, la realidad es una sola y demuestra, como ha sucedido este fin de semana, que más allá de concepciones ideológicas o eslóganes de campaña que pretendan negarla, la crisis climática ha ingresado decididamente en nuestras casas y tendremos que enfrentarla nos guste o no.
Como nos plantea la ciencia, todavía estamos a tiempo de rectificar el rumbo, depende de nosotros hacerlo.
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