Un irracional uso de fármacos y una muerte con varios culpables
La prevenible muerte de un hombre de 45 años fue producto del uso irracional de fármacos, en donde él mismo y también médicos, farmacéuticos y Estado somos culpables, por acción u omisión. Ricardo Fort tomaba analgésicos para su dolor crónico, que le producían toxicidad gástrica y renal, dolor abdominal y hemorragias digestivas. El daño gástrico aumentaba con el alcohol que tomaba, los cigarrillos que fumaba y con los corticoides que usaba para aumentar su masa muscular.
Los corticoides le alteraron el ánimo, le debilitaron los huesos y le bajaron las defensas, apareciendo infecciones que requirieron potentes antibióticos, que también le produjeron náuseas, diarrea y más problemas digestivos.
Cuando el dolor se hizo insoportable, le aplicaron Oxicodona y Morfina, indicadas para infartos, cáncer y accidentes graves, que lo calmaron pero lo dejaron sedado, débil, alucinado y con más hemorragias gástricas. La dependencia física y mental que provocan estos medicamentos lo convirtió en adicto. Finalmente ocurrieron la dificultad respiratoria, el edema pulmonar y la muerte descriptas en el prospecto del remedio.
Lo de Fort no es un caso aislado. Sobreprescripción y automedicación son alarmantes en nuestro país, al punto de que 10.000 pacientes son internados anualmente por abuso de analgésicos y 2500 mueren, según el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos. Debemos concientizarnos de que tomar medicamentos implica riesgos.
Urge saber quiénes recetaban y proveían estos potentes fármacos que llevaron a la muerte a un hombre joven sin enfermedades preexistentes. También cuál fue el protocolo empleado en la clínica en donde pasó sus últimas horas. Debe indagarse esta trágica muerte, comparable a la de Michael Jackson.
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Marcelo Peretta