Es un sistema robótico de acompañamiento emocional para la detección y modulación de estados afectivos negativos en niños. Fue desarrollado por estudiantes de un colegio porteño y obtuvo un premio del Instituto Universitario IUDPT. Ahora buscan financiación para llevarlo al mercado
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Un equipo de estudiantes secundarios porteños creó REMI, un Robot Emocional de Motivación Inteligente, cuya función es acompañar a niños y adolescentes en el registro y regulación de sus emociones, para poder estudiar y rendir mejor en la escuela.
El grupo está conformado por Jeremías Brandon, Ian Consiglio, Juana Fiorini, Franco Guzmán, Mauro La Micela, estudiantes de 6to año de la escuela técnica León XIII del barrio porteño de Palermo, coordinados por el docente Marcelo D’Andraia.
El proyecto resultó ganador del concurso “Biocreadores”, organizado por el Instituto Universitario para el Desarrollo Productivo y Tecnológico (IUDPT), un certamen que busca fomentar el interés por la biotecnología y bioingeniería, y motivar en los jóvenes el pensamiento innovador para resolver problemas de su comunidad.
“Diseñamos el robot para una materia anual que se llama Proyectos y la tuvimos a lo largo de todo el secundario”, cuenta Ian Cosiglio. “El profesor D’Andraia siempre busca concursos para presentarnos. En años anteriores construimos un robot de mini-sumo; y también diseñamos una instalación fotovoltaica para una escuela de Santiago del Estero, y viajamos allá a instalarla”, explicó.
Tanto Ian como sus compañeros arrancaron el primer año del secundario en 2020 en pandemia. “La virtualidad y la falta de contacto presencial con pares y docentes fue algo que nos marcó”, reconoce. “Después, investigando un poco, accedimos a reportes que dicen que en nuestra generación hay una baja en el rendimiento escolar por cuestiones emocionales”, comenta.
Esto los llevó a investigar el rubro de los “robots de acompañamiento”, utilizados en Japón y muchos países europeos como asistentes para personas de la tercera edad, pero menos frecuentemente en niños y jóvenes.
Y de este modo, para preparar el proyecto REMI “nos dividimos las tareas. Yo me encargué de estudiar sobre redes neuronales [modelos computacionales de Inteligencia Artificial inspirados en el cerebro, que permiten el reconocimiento facial, de la voz y procesar el lenguaje natural]”, dice Ian. “Juana indagó sobre la psicología de las emociones, Jere sobre economía y el modelo de negocios y Fran se ocupó del hardware”, detalla.
Un proyecto en etapas
Para presentar el proyecto al concurso de la IUDPT, los estudiantes debieron preparar un video contando sus ideas principales. Luego desarrollaron un chatbot de consultas al que le agregaron un casco de realidad virtual y finalmente se propusieron armar un robot.
“En el camino, la idea fue variando y le fuimos sumando funcionalidades”, señala Ian. El robot tiene pantalla, sensores, luces, un difusor de aromaterapia, circuitos electrónicos y una microcomputadora interna. La carcaza plástica se fabrica con una impresora 3D y “la idea es que sea un híbrido entre un juguete y un robot, para que su uso sea amigable y se pueda adaptar a las necesidades de chicos y chicas de nivel inicial que necesitan jugar, hasta el uso que puedan darle estudiantes del primario o secundario mientras estudian o hacen la tarea”, detalla.
El objetivo es que el robot, mediante reconocimiento de gestos faciales y el tono de voz, ayude a los chicos a identificar sus emociones y les proponga alguna actividad como salir a caminar, tomar agua, hacer una pausa y les brinde sensación de bienestar a partir de emitir sonidos relajantes, luces y aromas.
Estudiar y emprender
El REMI está hoy en fase de prototipo, y el plan es crear un emprendimiento a partir de este proyecto, conseguir fondos para poder testearlo en escuelas y llevarlo al mercado. “Después de terminar el colegio queremos seguir trabajando juntos en esto. Yo voy a estudiar Bioingeniería, igual que Juana, Franco va a estudiar Ingeniería Electrónica y Jere una tecnicatura”, comenta Ian.
Uno de los objetivos del concurso Bioinnovadores del IUDPT es impulsar vocaciones científicotecnológicas entre los adolescentes. Para esto, la institución fundada por la Cámara de Instituciones de Diagnóstico Médico (CADIME), ofrece como premio becas parciales y completas para sus licenciaturas y tecnicaturas en Biotecnología y Bioingeniería.
También resultaron premiados en el certamen el proyecto de “Generación de enzimas a partir de la fermentación de desechos agrícolas presentes en residuos plásticos”, de estudiantes del Instituto Cristo Rey, en Gregorio de Laferrere, La Matanza; y el proyecto “CO2LECTIVOS”, un dispositivo móvil de filtración de dióxido de carbono del aire para instalación en el transporte público”, de estudiantes de la Escuela Cristiana de la Puerta Abierta, del barrio porteño de Monte Castro.
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