No sólo son formas esculpidas por el viento con su particular estética; cada partícula mineral, cada piedra, cada color y disposición de las capas terrestres que afloran en el paisaje yermo es un código que dejó de ser indescifrable gracias a los avances tecnológicos. De la mano de la geología y la paleontología, hoy es posible imaginar que tamaña aridez de apariencia infinita alguna vez fue selva, aunque parezca mentira. Ischigualasto es un acceso a tiempos demasiado remotos para la comprensión humana.
La lección de geología
Cuatro son las eras en que dividimos la historia del planeta que habitamos. Primero es preciso remontarse a más de cinco mil millones de años, que es cuando la parte sólida (tierra) comienza a separarse de la parte líquida (agua); a esta etapa inicial, ausente de vida, la llamamos Era Precámbrica. Lo que sigue es, a grandes rasgos, así:
* La aparición de los peces marca la Era Paleozoica o Primaria.
* El surgimiento de la vida vegetal y animal sobre la superficie, hace 250 millones de años, señala el inicio de la Era Mesozoica o Secundaria: es la era de los reptiles, el tiempo glorioso de los dinosaurios que, al no tener competencia, pudieron evolucionar como seres únicos, fantásticos en nuestra imaginación.
* La evolución hacia los animales de sangre caliente, con pelos y plumas, abre la Era Cenozoica o Terciaria.
* Con la aparición del hombre, hace tres millones de años, se inicia la Era Antropozoica, o Cuaternaria.
Ahora bien, para entender la importancia geológica de Ischigualasto hay que focalizar la atención en la Era Mesozoica, compuesta por los períodos Triásico, Jurásico y Cretácico, de los cuales el primero tiene en el parque sanjuanino ?por todos conocido como Valle de la Luna? el mejor de los ejemplos; no en vano es considerado uno los yacimientos paleontológicos y arqueológicos más importantes de América. En síntesis, Ischigualasto es una gran depresión que muestra sobre su superficie la secuencia completa del Triásico (circa 50 millones de años) y es sobre este punto que la UNESCO se basó para declararlo, en el año 2000, Patrimonio de la Humanidad.
La compleja memoria geológica producida en este lugar se manifiesta con la formación del plegamiento que, hace 60 millones de años, dio origen a la Cordillera de los Andes (y al resto del espinazo cordillerano que recorre el continente americano de norte a sur). Esta colosal arruga terrestre sacó a relucir el período Triásico completo, expuesto como un libro abierto en el que las palabras y sus significados son los minerales y sus diferentes colores, las texturas de las piedras, los fósiles que se encuentran esparcidos sobre el suelo arenoso y la flora primigenia aprisionada entre las capas arcillosas. Qué privilegio el de los científicos, ávidos de una lectura que logran descifrar todos los días un poco más. Y pensar que todo esto fue hace 200 millones de años un ecosistema vivo, formado por lagos y pantanos, vegetales inmensos y una fauna de reptiles herbívoros y carnívoros, acuáticos y terrestres a la medida de esas dimensiones.
El circuito obligado
Estar bajo la tutela de la UNESCO tiene sus beneficios. Lo que alguna vez fue camino de tierra se convirtió en una espléndida ruta señalizada que sale de Valle Fértil y llega hasta la puerta del Parque.
Ischigualasto abarca 63 mil hectáreas y sólo una muy limitada área está disponible para los turistas; el resto, sépalo, es motivo de estudio e investigación permanente, territorio exclusivo de los sabios. La visita sólo se realiza con guía, quien se encarga de ilustrar sobre los aspectos más relevantes que el paisaje muestra: la asombrosa Cancha de Bochas donde se desparraman incontables esferas de piedras; las figuras del Submarino (con dos partes superiores bien diferenciadas) y del Hongo (con una sola parte más ancha); las torrecitas o vigías, en la cresta de otro montículo; el Gusano; el murallón de Los Colorados y su zócalo amarillo ocre, cuyos colores relumbran con más intensidad al atardecer; los cerros azul grisáceo, y tantos otros paisajes lunares que el valle guarda.
Pegadito a la entrada al Parque está la sede del museo de Ciencias Naturales de San Juan. La función del museo reside en mostrar la importancia científica que tiene Ischigualasto, cuáles son las especies más sobresalientes que se han encontrado y cómo es el trabajo de un paleontólogo con los restos fósiles que se encuentran en el lugar. Estudiantes de las carreras de biología y geología son los encargados de transmitir sus experiencias en este campo de una manera didáctica y entretenida para cualquier edad. Y los chicos en particular se lo pasan bomba; llenos de entusiasmo, formulan preguntas que no siempre los adultos se atreven a hacer.
En el museo se puede ver la réplica del Eoraptor lunensis, el gran descubrimiento de la cuenca de Ischigualasto, considerado el dinosaurio más primitivo del mundo. De casi un metro de alto, tiene características morfológicas que lo sitúan como el menos evolucionado de los dinosaurios que convivieron en el Triásico. Para entender mejor este aspecto, valga la comparación entre hombre y mono: son contemporáneos pero el simio es más primitivo, aparece mucho antes.
San Agustín Del Valle Fértil
Este país verde de los muchos ríos ?como lo llamaban los aborígenes? es la puerta de acceso al recorrido arqueológico y geológico de toda la zona. Como buen pueblo minero, ha sabido captar la veta de oro que se encuentra apenas a 75 km: Ischigualasto.
En tanto que paso obligado al Parque Provincial, Valle Fértil recibe 100 mil turistas al año. La capacidad hotelera, por no decir cabañera, ha crecido de forma sostenida en los últimos años. Sin embargo la Hostería de Valle Fértil sigue a la cabeza de cualquier propuesta de alojamiento. Pensada para ser un casino hacia 1970, su destino mutó en hostería gracias a la visión del intendente del momento. Con la declaración de Ischigualasto como Parque Provincial al año siguiente, el turismo empezó a llegar.
Ya en ese entonces, el hotel ofrecía a los huéspedes interesados visitas guiadas al desconocido Valle de la Luna. Dado el incremento de visitantes, se añadió un complejo de cabañas ?de las pocas de material en la región? a la sombra de los eucaliptos que miran hacia una quinta de olivos y una pileta con todas las comodidades necesarias. Construida sobre lo que alguna vez supo ser un pucará, la hostería es un mirador incomparable sobre todo el Valle Fértil, adueñándose de cada amanecer.
Dos nuevos emprendimientos están dejando huella en las cercanías del pueblo y abren el espectro a la hora de elegir actividades. Un día de campo en La Media Luna invita con muy buenos platillos criollos en plena naturaleza. A 10 km del pueblo, por un camino serrano de tierra pasando La Majadita, Patricia Montilla abrió su paraíso privado al público, conciente de la falta de otras opciones para prolongar la estadía en las sierras.
Empezó con un restaurante ofreciendo la típica gastronomía del lugar, asados de chivo tiernísimo, empanadas, mateadas con tortas fritas, higos en almíbar, dulce de alcayota, pomelos en almíbar, dulce de membrillo, limas en almíbar? Hasta que, a pedido de los propios turistas, terminó por dar alojamiento. Su casa es sencilla, construida con los recursos que el medio da, como la caña, el adobe y la piedra bola. Con ellos, Patricia supo armar un espacio de una belleza particular que transmite calidez y paz, donde se puede sentir al mismo tiempo el silencio y la aridez del entorno. Contemplar la silueta de los cardones y gozar del pequeño microclima interior, a la sombra de los nogales, álamos, frutales e higueras centenarias del parque. Desde aquí es posible realizar trekkings, cabalgatas, ascensión a los cerros a pie o en 4x4; también hay juegos infantiles y una pileta enclavada en plena sierra para mitigar el calor.
La otra construcción que no pasa inadvertida en la ruta hacia Ischigualasto es el museo Piedras del Mundo. Sus dueños son dos hermanos, Osvaldo y Gabriel Merenda, que escaparon de la ciudad de San Juan para convertir en una forma de vida aquello que tenían como método antiestrés: ir a los cerros a buscar piedras. La cantidad de material reunido durante años los llevó a proyectar este museo; compraron una lonja de tierra con sierra incluida ?donde además hay un reservorio aborigen? y allí se instalaron estratégicamente, camino al Parque. Este museo es la primera aproximación al tan complejo tema de los minerales puros y las piedras, y por lo tanto, de obligada visita. Los Merenda saben y la generosidad con que exponen sus conocimientos es incuestionable.
San Agustín del Valle Fértil e Ischigualasto se complementan a la perfección. La impactante belleza visual de su entorno y la impresión de asistir al origen del universo, aquí van de la mano.
Informe y fotos de Carolina Aldao
Publicado en Revista LUGARES 131. Marzo 2007.