
Los Palmeras: la nueva etapa tras la salida de Cacho Deicas y una mirada sobre el país
En Conversaciones, Marcos Camino y Pablo López repasan cinco décadas de música popular y revelan cómo enfrentan una nueva etapa sin Cacho Deicas, mientras se preparan para nuevos shows y comparten su visión sobre el país, la disciplina y el futuro de la cumbia santafesina.

Con más de 50 años de trayectoria y una discografía plagada de sucesos, Los Palmeras se destacan como uno de los grupos más exitosos de la música argentina, y los grandes representantes de la cumbia santafesina. A lo largo de las décadas, la composición de la banda fue cambiando, pero Marcos Camino sigue siendo una constante, así como una de sus caras más visibles. En 2025, Pablo López se convirtió en la nueva voz del grupo, una responsabilidad que se pondrá a prueba en sus próximos shows junto al icónico José Luis Rodríguez, El Puma, en el Movistar Arena. Antes de la fiesta, ambos ‘palmeras’ se sentaron a charlar con Pía Shaw, en esta nueva entrega del ciclo conversaciones.
- Sos el creador de todo esto. Seguramente, te dio muchas más satisfacciones de las que pensabas a lo largo de tu carrera, ¿no?
Marcos Camino: Sí, muchísimas satisfacciones y muchísimos dolores de cabeza también. Como todo. Soy obsesivo con el trabajo y tengo mucha ansiedad. O sea, las dos peores cosas que me pueden pasar. Y en este trabajo hay que estar siempre preparado, siempre atento a lo que pueda pasar, y siempre estar predispuesto para cualquier grabación o la oportunidad que aparezca.
- ¿Cómo es la rutina de una banda con tanta gente?
MC: Para todo lo que es contrataciones tenemos una sede en Santa Fe, donde tenemos dos oficinas de venta, más una especie de museo de todo lo que hemos logrado, para cuando va gente de visita. Pero tenemos todo aceitado. Ahí trabajamos dos grupos: uno de mi hijo, que tiene su oficina y su manager, y nosotros por otro lado con nuestro manager.
- ¿Te gusta tener todo bajo control?
MC: Todo tengo que saber. Me gusta el orden, la disciplina, los horarios. Y cuando conseguís gente que está en tu misma sintonía, las cosas funcionan perfectamente. Esto es un motor, y cada uno de nosotros es una pieza para que este motor funcione. Cuando una pieza no funciona, la sacamos y la cambiamos.
- Pablo, conocés la banda desde hace rato y hoy estás en un nuevo rol, el de cantante…
Pablo López: Los Palmeras se escuchó [en mi casa] desde que tengo noción de la vida, siempre. Hace cinco años que formo parte de la banda. Tuve la suerte de que Marcos me ha convocado para hacer coros y güiros en la banda.
- ¿Por qué se te ocurrió convocarlo?
MC: Yo conocía las bondades que tenía, pero fue mi hijo el que más me insistió para que lo trajera porque tiene una muy buena voz, mucha potencia. Y era lo que nosotros estábamos necesitando.
- ¿Cómo fue esa convocatoria?
PL: Marquitos me avisa que estaba la oportunidad… Me llama, fui enseguida, hice una prueba y ahí arrancó todo. Para mí era algo increíble, el grupo número uno del país. Me mostraron todas las instalaciones, Marcos me mostró todo, y era algo increíble estar ahí, tanta historia, tanta música que uno ha escuchado de toda la vida. Ser parte de eso es importantísimo para mi carrera.
- Y ahora ocupás otro rol: la voz.
PL: Ahora me toca otro rol, más que importante también. Y, obviamente, uno lo toma con toda la responsabilidad, con todo el sacrificio que fue logrando y haciendo.
- Marcos, siempre hablamos de las cosas lindas, pero también decís “Dolores de cabeza”. ¿Con respecto a qué?
MC: No hay un patrón, pero a veces es porque el colectivo se rompió o se quedó sin batería cuando teníamos que salir. Nos ha tocado quedarnos en la montaña, en Tucumán, donde está el Infiernillo, a 3200 metros sobre el nivel del mar. Estábamos en la camioneta, allá por los años ochenta, y nos quedamos justo entre dos montañas. Estuvimos un día hasta que alguien se apiadó y pudo sacarnos. Son cosas que pasan.
- ¿Qué dirían tus viejos, hoy, de a dónde llegaste?
MC: A veces pienso en mi papá. Papá era el que quería que yo sea músico. Y tuve suerte porque, más allá de toda la organización que vos tengas y la aplicación, hay una tercera pata que es el público: que el público acepte lo que vos hacés. Porque vos podés tener todo esto, pero si no tenés el apoyo del público, no sirve.
- Tu papá vio ese talento porque, mientras todos iban a jugar al futbol, a vos te regalaron un instrumento.
MC: Yo empecé a estudiar a los cinco años cuando mis papás estaban separados. Un día, no sé por qué cuestión, se juntaron y ahí me preguntó mi papá si quería estudiar el acordeón. Yo, inocentemente, le dije que sí. A los ocho años era lo que más odiaba en la vida (risas).
- ¿Cuándo sentís que nació la cumbia santafesina, este estilo único que vos hacés?
MC: Es muy extraño. A 30 km, cruzando el Paraná, tenemos la ciudad de Paraná y todo Entre Ríos. La música que se toca allí no es ni parecida a la nuestra. Después tenemos Rosario, que está a 150 km, que también tiene su estilo. No sé por qué, en Santa Fe, nuestros chicos ya nacen con un poder especial para la música. Porque hay miles de chicos que ya tocan el acordeón, cantan, tocan percusión; y lo bueno es que ahora no es como cuando yo empecé. Hoy en día, los chicos estudian. Están muy bien preparados. Hay muy buenos percusionistas, guitarristas, bajistas; hay mucho material.
- ¿A vos siempre te interesó más lo personal que lo artístico?
MC: Claro, porque de una buena persona vos podés hacer un buen músico. Con ahínco, con preparación. Pero si una persona es mala, es muy difícil que la puedas componer y que sea fácil de manejar.
- ¿Cuál fue ese momento clave en que sentiste “Este es el camino”, “Esto va a ser un éxito”?
MC: Si vos me preguntás, ¿qué diferencia tiene la cumbia santafesina de la cumbia de Colombia? Te digo, no tiene nada de diferente. Cuando comenzamos nos copiábamos de ellos. O sea, toda la percusión, la forma del canto y los coros las tomamos de ahí. Pero después, cuando empezamos a componer, hicimos canciones nuestras. El santafesino es más romántico. Esa es la diferencia que tenemos con el colombiano. El colombiano le canta a la canoa, a la atarraya, a la palmera, al río, y nosotros le cantamos al amor. Es mucho mejor y, comercialmente, sirve más, porque lo que me pasó a mí en mi juventud le va a pasar a mi nieto, le va a pasar a mi tataranieto. Las canciones que hablan de la vida y los problemas, del amor y los desamores, son las que siempre están de moda.
- ¿Qué canción se convirtió en ese primer éxito?
MC: El bombón.
- Contame la historia de El bombón.
MC: Había un grupo en Santa Fe, que se llamaba La Banda Bombón, que eran los creadores de ese tema. Lo pasaban en la radio, pero no le daban importancia. Fue mi señora la que me dijo: “Vos tenés que grabar esa canción”. Fue algo extraordinario. Yo estoy totalmente convencido de que tenemos un Dios que nos maneja y todo llega a su tiempo. Nunca nos podemos apurar porque va a ser cuando Dios quiera. Hicimos esa canción, la ensayamos, empezó a gustar. Lo curioso es que fue un éxito un año después de haberla grabado.
- ¿Qué colaboraciones con otros artistas te quedan por cumplir?
MC: Tenemos algunas grabaciones archivadas, porque ya hablamos en su momento con esta persona para hacer un feat, y estamos esperando que él nos diga: “Bueno, este es el momento”. Es Fito Páez.
- ¿Ese es uno de tus sueños?
MC: Sí, por supuesto. Por la popularidad y el carisma que tiene. Después, hemos grabado mucho con los chicos jóvenes, los raperos. No sé si lo estoy diciendo bien: la música urbana. Emanero, ahora conseguimos otro chico, Niko Falero, con el cual hicimos una canción que va a salir pronto. La verdad, no todos, pero la mayoría tiene habilidad para componer. Lo que más me llama la atención, siendo músico de muchos años, es que hacen una canción que es un solo tono de punta a punta y van cambiando la melodía, pero siempre sobre ese tono. Es una habilidad que, digamos, no es un hecho menor.
- Cumpliste 75 años. A la hora de hacer un brindis o pedir un deseo, ¿en qué pensás?
MC: Uno tiene cosas muy internas, muy propias que desea y que, a veces, no se pueden decir por miedo a lastimar a alguien. Pero yo sueño con un mundo más sano, más feliz, con más espiritualidad. Veo mucha violencia en los comentarios y cosas así, que no está bueno para nadie. Mucho menos que seres humanos quieran juzgar a otros seres humanos. Porque todos tenemos algo que esconder.
- Venís de un torbellino muy mediático. Seguramente, todo lo que sucedió con Cacho, [Deicas], en algún momento, repercutió en vos.
MC: Sí, por supuesto. Primero porque son 40 y pico de años que estuvimos juntos, que hemos soñado juntos y hemos llevado a cabo cosas juntos. Y así de pronto, un día… porque tengo que pensarlo mucho para saber qué pasó. Él tuvo un problema de salud y, desde noviembre que hicimos el video con El Puma, hasta hoy nunca pude hablar a solas con él. Entonces, hay un desliz porque sus hijos empezaron a manejar la situación de él, y eso hizo que todo se desbarrancara. Pero a mí me duele mucho porque es un amigo de muchos años y que teníamos para hacer muchísimas cosas más. Pero Dios está dispuesto a esto y uno tiene que aceptarlo de buen grado e ir buscando la salida. Nosotros seguimos trabajando porque detrás de nuestro grupo, detrás de cada músico hay una familia, detrás de cada asistente hay una familia. Tenemos 25 familias que trabajan en nuestra empresa, y hay que respetarlos.
- Así que hay una charla pendiente, que ojalá se dé en algún momento…
MC: ¿Con Rubén? Sí, cuando él pueda. Yo estuve cuatro veces reunido con él, pero nunca solos. Teníamos, como a la suegra que está siempre entre medio, a uno de sus hijos.
- ¿No entendés qué pasó?
MC: No, porque cuando vos ya fuiste a cuatro reuniones y ves que no hay intenciones, no sé dan las cosas, y bueno, hay que seguir. Yo tengo prohibido de hablar de este tema, pero no estoy hablando mal de nadie, simplemente contando una verdad. Nosotros tenemos una sociedad desde el año 2008; hay muchísimas cosas que nos ligan y que el común de la gente no sabe. Entonces, opina sin saber o repite lo que dice otro. Pero él no era un empleado mío, sino un socio. Incluso el nombre lo tenemos 50 y 50. Así que, siempre estamos dispuestos a lo que Dios nos indique.
- En estos 50 años con la música habrás visto todas las crisis del país. ¿Lo notaste en el público?
- MC: Obviamente, sí. Hemos vivido de todo, incluso con la música, que nos vamos aggiornando, grabando con gente más joven, con otras ideas. Los más viejos nos exigen que toquemos cosas que tocamos hace muchos años. Y bueno, no entienden que uno también tiene que ir creciendo con el tiempo. Porque si nos quedábamos haciendo lo que hacíamos en los primeros días, seguramente, no hubiéramos tenido éxito.
- ¿Cómo ves hoy el país, vos que lo recorrés?
MC: No muy bien. Hay cosas que me gustan que hizo el nuevo gobierno y hay otras cosas que no. Por ejemplo, la falta de sentido común con los viejitos, con los jubilados que laburaron toda la vida y hoy les dan una limosna. Y vos después te enterás que hicieron un desfalco, que los gobernantes se llevaron millones de dólares. Esas cosas duelen, por lo menos a mí.
- Pablo, si tenés que elegir una canción [de Los Palmeras], ¿con cuál te quedás?
PL: A mí me gustan las canciones que tienen una historia, un contenido: Por primera vez, ¿Cómo no voy a quererte? Los Palmeras tienen infinidad de temas hermosos para interpretar que nos piden en los shows. Obviamente, cuando hacés los clásicos el público se enciende, pero son canciones hermosas, son temas muy lindos para cantar.
- ¿Cuál es tu mayor virtud?
MC: Yo creo que la perfección.
PL: Soy una persona que le gusta aprender.
- ¿Qué rasgo de tu personalidad te enorgullece?
MC: Yo siempre voy por el por el buen consejo; nunca hacer nada que no nos guste que nos hagan.
PL: Uno se enorgullece cuando mira para atrás, las cosas que ha pasado, la lucha, y hoy estar acá… Son momentos que te hacen ruido en la cabeza, de decir que valió la pena lucharlo.
- ¿Qué parte de tu infancia volverías a vivir?
MC: Mi infancia fue muy dura, pero recuerdo un tiempo que fui muy feliz porque me habían regalado un perro. Y yo soy el loco de los perros. Lo tuve por un tiempo y se perdió.
PL: Yo tuve una infancia muy linda. Soy una persona de barrio, de San Genaro, un lugar donde se juntaban los domingos en mesas grandes, en familia. Creo que volvería a ese momento.
- ¿Qué canción te emociona más?
MC: Muchas. Hay un salmo que me gusta escuchar mucho, y que invito a la gente a que lo escuche, y dice: “Tengo más de lo que yo merezco”. Una canción, por supuesto, dedicada a Dios.
PL: Yo tengo muchas canciones, elegir una sería un pecado, pero tengo muchas.
- ¿Qué paisaje de la Argentina llevás siempre adentro?
MC: El Bolsón, me encanta.
PL: Sin duda, conocí Bariloche y es increíble.
- ¿Qué libro, película u obra te marcó para siempre?
MC: Hace muchísimos años, me acuerdo de Ben-Hur, duraba como tres horas. Y esa película me marcó, tenía diez u once años. Me llevaron al cine, la vi y me gustó mucho.
PL: Una película que me encantó, En busca de la felicidad. Una película hermosa que no me canso de ver.
- ¿Qué te da bronca con facilidad?
MC: Que me hagan esperar.
PL: A mí me enoja mucho la falsedad, el que hablen detrás de uno; esas cosas me irritan mucho.
- ¿Qué te hace reír con ganas, sin culpa?
MC: Los chistes me gustan muchísimo. Me gusta contarlos, es la parte donde me despego del personaje. Nadie lo cree porque doy la imagen de un tipo muy serio, muy cerrado. Pero no, el que me conoce sabe que no es así.
PL: Yo me río por cualquier cosa. Con mis compañeros nos agarramos para la joda y, capaz, estoy un rato largo riéndome.
- ¿Con quién te gustaría tener una última charla y por qué?
MC: Me gustaría tener una charla con Cacho [Deicas]. Las razones son obvias. Para decirle que sigue siendo un amigo, que lo quiero, que le deseo lo mejor. Y bueno, si Dios quiso que tengamos que dividir los caminos, que lo haga siempre pensando de la mejor manera.
PL: Yo con un familiar que ya no está, una tía que falleció y me hubiese encantado tener una última charla. Fue por todo el problema del COVID y no pude hablar con ella.
- ¿Qué te gustaría que digan de vos dentro de 100 años?
MC: ¡Por fin se fue, HdP! (risas). La verdad, no me lo imagino. No me imagino un mundo dentro de 100 años, cómo va evolucionando todo.
PL: La verdad, no soy una persona de proyectar, soy muy de vivir el presente. El día de mañana veremos qué es lo que pasa. Pero sí me gustaría dejar un legado a la familia, a mis hijos, de lucha y de constancia









