La opción se volvió tendencia para quienes buscan una mayor libertad en sus viajes; todo lo que tenés que saber antes de decidir
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En un escenario donde las preferencias turísticas se diversifican y los viajeros buscan cada vez más experiencias flexibles y personalizadas, la casa rodante reaparece como una opción con fuerza renovada. La posibilidad de recorrer largas distancias sin necesidad de reservar hoteles, de improvisar sobre la marcha y de mantener cierta autonomía en términos de alimentación y alojamiento son algunas de las razones que explican su creciente popularidad.
El atractivo principal de este tipo de vehículos es claro: ofrecen una modalidad de viaje que combina movimiento, libertad y contacto directo con el entorno. Permiten detenerse en parajes alejados de los circuitos tradicionales, dormir frente a un lago o en medio del bosque, y adaptar el itinerario a gusto del viajero. En un contexto de mayor interés por el turismo sustentable y las escapadas sin intermediarios, muchas familias optan por alquilar un motorhome y poner rumbo a destinos poco explorados.
Actualmente existen plataformas especializadas que permiten alquilar unidades por día, con distintas configuraciones y niveles de confort. Desde modelos compactos más maniobrables y accesibles, hasta verdaderas casas sobre ruedas que incluyen baño, ducha y espacios amplios para grupos más numerosos. En la mayoría de los casos, el alquiler contempla también el equipamiento básico: cocina a gas, vajilla, cama, tanque de agua potable y un mínimo de autonomía.

Sin embargo, esta modalidad de viaje también presenta desafíos concretos. Por un lado, el manejo de estos vehículos —especialmente los de mayor tamaño— requiere atención y cierta experiencia. Por otro, las limitaciones de espacio obligan a un estilo de vida más austero, con rutinas diarias vinculadas a la carga y descarga de agua, el vaciado de residuos, el mantenimiento de baterías y la gestión de insumos. A esto se suma la necesidad de planificar las paradas en campings o zonas habilitadas, ya que no todos los lugares permiten pernoctar con casas rodantes de forma libre.
El aspecto económico también es clave al momento de decidir. Si bien se evita el gasto en alojamiento y se reduce el consumo en restaurantes, el alquiler diario de una casa rodante ronda los US$140 (o más en temporada alta). A esa cifra deben sumarse los costos de combustible, el seguro, el kilometraje adicional (en caso de tener un límite), las tarifas de limpieza y el depósito de garantía. En recorridos extensos, los gastos pueden escalar rápidamente, por lo que conviene hacer un cálculo detallado antes de iniciar el viaje.

Los especialistas en turismo coinciden en que no se trata de una solución universal, sino de una alternativa que puede funcionar muy bien para ciertos perfiles de viajero. Para escapadas cortas en pareja, o viajes en familia con niños pequeños, las unidades más compactas ofrecen un buen equilibrio entre comodidad y practicidad.
Más allá de los costos, hay un componente intangible que muchas personas valoran por encima de todo: la experiencia. No es solo una forma de transporte, sino una vivencia distinta, donde el trayecto cobra un protagonismo central. No hay check-in ni horarios fijos, pero sí hay que asumir ciertos compromisos: conducir largas horas, organizar cada detalle y adaptarse a espacios reducidos.









