A los 88 años, murió el artista español Bernardo Rodríguez Gil, que vivía en la Argentina
Hijo de republicanos, debió emigrar al país en la década de 1940 con su familia; fue discípulo del maestro Ideal Sánchez
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El 27 de octubre, a los 88 años, murió en la ciudad de Buenos Aires el artista español residente en la Argentina Bernardo Rodríguez Gil, informó su viuda, la escritora Alicia Maffei, por complicaciones cardíacas y renales. Hijo de republicanos españoles, debió emigrar con su madre y sus hermanas a la Argentina cuando tenía once años; su padre arribaría años después al país, desde Marruecos. Había nacido en Valencia el 24 de septiembre de 1937. Era budista y padre de una hija, la bailarina y profesora de danza residente en España Victoria Faks.
En 1964, Rodríguez Gil comenzó a estudiar artes plásticas en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón”. Uno de sus maestros fue el pintor argentino Ideal Sánchez. A partir de 1996, expuso en muestras colectivas e individuales en galerías del país y del exterior, en España, Estados Unidos, Francia y las Antiguas Antillas Neerlandesas. Tenía su taller en la zona del Jardín Botánico. Sus obras integran colecciones privadas y públicas nacionales y extranjeras.
“Las pinturas de Bernardo Rodríguez Gil afirman la vigencia del arte abstracto, muchas veces concebido como una expresión puramente formal -escribió el crítico de arte Fermín Fèvre, en 2002-. No es su caso, ya que este artista de origen español radicado desde pequeño en nuestro país, donde realizó toda su obra, logra transmitir con su pintura, sentimientos y vivencias que nos invita a compartir. Por eso su obra plástica es estimulante y cada uno de sus cuadros tiene una intención diferente, un impulso gestual propio, un espíritu particular que lo trasciende. […] Este artista reivindica una pintura que es pura transmisión energética, incitando al contemplador a volcar en ella sus propias vivencias para darle así toda su potencialidad expresiva”.
Rodríguez Gil pintó además paisajes en la línea del “surrealismo iberoamericano” y el neobarroco, marinas, escenas taurinas y tangueras, y una serie de “apropiaciones” en homenaje a los maestros españoles Francisco de Goya y Diego Velázquez. Sobre esta última, en 2006, la crítica de arte Rosa Faccaro destacó: “Sin antagonismo, figuración y abstracción se funden en un lenguaje nuevo. Transparencias, grafías, superposiciones, gestos, cromatismos, y un sentido del humor que devela una mirada irónica al siglo XVII, con una observación de admiración y crítica”.
Sus restos descansan en el Cementerio de la Chacarita.
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