El legado de Quino: la fascinación de los chicos
Quino tenía una relación especial con los chicos. Durante muchos años, contestó las cartas que recibía de los pequeños lectores, con dibujos y dedicatorias personales. En varias oportunidades llamó por teléfono a algunos de sus fans, que no podían creer que del otro lado estaba el autor de Mafalda interesado por saber qué los atraía de sus personajes. Tantas décadas después de haber dejado de publicar la tira, todavía lo sorprendía la fascinación de los niños con sus criaturas. En todas las ferias del libro que visitaba, Quino despertaba devoción y aceptaba charlar con sus lectores y admiradores. Cuando se acercaba un nene o una nena, se tomaba varios minutos (a veces, hasta 15 o 20, mientras la fila crecía y crecía): quería saber cómo se sentían ese día, qué habían comido, cuál era su plato preferido, si le gustaba ir al cine, si leía otros libros e historietas además de Mafalda.
Según cuentan quienes lo conocieron bien de cerca, nunca se pudo explicar a sí mismo cómo fue que las tiras de Mafalda se convirtieron en material de lectura para chicos, ya que él nunca las pensó para el público infantil. Lo cierto es que sus historietas marcaron la puerta de entrada al mundo de la lectura de varias generaciones. Los chicos de hoy también disfrutan de las ocurrencias de Mafalda y sus amigos.
"¡Mamá!: llama un señor que dice que es Quino"
"Creo que Quino siempre conservó el niño que fue. Aunque no tuvieron hijos con Alicia por decisión propia, él establecía una relación especial con los chicos. Tenía una ternura increíble para hablar con ellos. Recibía muchas cartas en su casa y en la editorial. En una época contestaba una por una, siempre a mano. A veces, por algo que le llamaba la atención (él se guiaba mucho por sus emociones), si le ponían el teléfono en la nota, los llamaba. Y se daban situaciones curiosas como una vez que atendió la nena que le había escrito y cuando le dijo que era Quino, no le creyó. Escuchó que gritaba: ‘Mamá, llama un señor que se quiere hacer pasar por Quino’. Recién cuando la madre le explicó que era cierto, la chica se puso a llorar de la emoción. Quino la calmó y estuvieron hablando un largo rato. Antes de cortar, la madre le dijo: ‘Le ha dado el mejor día de su vida, que jamás olvidará’", contó la editora Kuki Miler, que fue testigo de cientos de estos encuentros durante más de 50 años.
Quino era tímido para hablar en público, pero le daba mucha curiosidad saber por qué lo leían los chicos. "Yo hacía la tira para la página editorial, no para la de historietas. Salía en la página de comentario político y de actualidad. Siempre la hice pensando en gente adulta, no para chicos. Pero ahora los chicos tienen tal nivel de información que más o menos pescan todo lo que dice en las historietas de Mafalda", dijo en una entrevista que puede leerse completa en su sitio oficial.
Como dice Miler, con Mafalda, Quino expresaba sus preocupaciones sobre la humanidad, su postura contra la guerra y a favor de la paz. "Lo planteó a través de los chicos pero con una temática que dirigía a los adultos. Lo que decía en las tiras era lo que pensaba del mundo.
¿Te gusta la sopa?
¿Y entonces cómo fue que Mafalda se convirtió en un personaje de ficción clave para los chicos de varias generaciones? Según Miler, las camadas de lectores infantiles aparecieron en las primeras ferias del libro. Y ahí fue que Quino empezó a preguntarles qué les atraía de sus historietas. Esa misma pregunta que lo acompañó aún después de dejar de dibujar la tira tiene varias respuestas, según desde donde se mire la cuestión. Para Brocha, autor e ilustrador de libros como La niña más intensa del mundo, Mafalda demuestra que "a la infancia jamás se la puede etiquetar". "La idea de que hay muchos temas que parecieran importar solo a los grandes se derrumba frente a una niña que habla sobre todos los asuntos del alma humana: el poder, las frustraciones, nuestras mezquindades y enamoramientos, los compromisos políticos y los derechos postergados; Mafalda nos ha demostrado que las niñas y los niños siempre juegan en serio", asegura.
Chanti, creador de Mayor y Menor, una historieta con mucho éxito entre chicos de 5 a 8 años, cree que el furor infantil por Mafalda tiene que ver con la identificación. "Para muchos, Mafalda fue su primera lectura. A pesar de que el genio de Quino no la había pensado para chicos, muchos niños se la apropiaron. Quizás porque estaba protagonizada por personajes de su misma edad. Seguramente se habrán reído con los chistes que entendían, los más cercanos a su mundo: la escuela, las vacaciones, los juegos; los otros chistes les habrán quedado rondando por la cabeza hasta crecer y tener la edad suficiente para entender la crítica social y la ironía", dice el historietista mendocino.
Otros autores y humoristas gráficos, como Liniers y Tute, coinciden con Chanti cuando destaca el gran logro de Quino: "Mafalda es una tira que está muy bien armada. Sus personajes se distinguen por el dibujo y por sus personalidades. Uno de sus más grandes aciertos fue haber recreado los estereotipos de nuestra sociedad".
"Yo aprendí a leer con los 10 tomos de Mafalda de Ediciones de la Flor y los releí a distintas edades –dice Tute–. No pierde vigencia porque Quino, a través de sus personajes, habla de la condición humana: el espíritu crítico y rebelde de Mafalda, preocupada por el planeta; la ambición monotemática de Manolito; el egocentrismo de Miguelito; el romanticismo de Felipe; el idealismo de Libertad; el carácter reaccionario de Susanita; la infinita ternura de Guille. Es una tira de muchas capas de lectura, disfrutable a distintas edades. Como toda obra genial seguirá interpelando a nuevas generaciones a lo largo del tiempo", agrega el creador de Batu, un personaje infantil también adorado por los chicos como Enriqueta, la niña lectora de Liniers."Quino influenció a todos los humoristas gráficos posteriores, sencillamente, porque fue genial. Fue el gran renovador, el padre del humor gráfico moderno", concluye Tute.
"Enriqueta no existiría si no hubiera existido Mafalda", asegura Liniers, que cree que la nena de seis años que adora los Beatles no es un personaje infantil. "Mafalda es una niña pero no está pensada para niños. Creo que Quino estaba haciendo una historieta para él y está tan bien hecha que uno la lee de niño y encuentra algo y la lee de adulto y encuentra otras cosas".
Para el autor de Macanudo, Mafalda y sus amigos tienen una profundidad psicológica que hace que sus vidas de ficción sean muy ricas. "No son chicos que solo hacen travesuras. Quino incluyó una dimensión social que no se veía en otras tiras y que nadie logró mostrar tan bien como él".
Entre María Elena Walsh y Los Simpson
Desde el campo de la edición y producción de Literatura infantil y juvenil (Lij), distintas voces concuerdan en que Quino logró ampliar el horizonte lector con una obra que combina sensibilidad e inteligencia. "Como dice Angélica Gorodischer, no hay una literatura para adultos y otra para chicos. Creo que con Mafalda pasó lo que pasó porque Quino tuvo la capacidad de decir lo que dijo a través de sus personajes. Esta niña librepensadora aparece en el mismo momento en que el exitoso programa de TV Buenas tardes, mucho gusto fijaba el modelo del arquetipo femenino como ama de casa. Esa mirada caló fuerte en los chicos y las chicas de una clase media progresista. Yo, por ejemplo, la descubrí más grande porque en mi casa no entraba Mafalda", contó Adriana Fernández, editora de Planeta.
El escritor Martín Blasco, en cambio, se considera un "megafanático" desde la infancia: recortaba las tiras y los chistes de Quino que salían en medios gráficos y los coleccionaba en una carpeta. Su hijo, de 17 años, heredó esa pasión y tiene en su biblioteca el tan codiciado Toda Mafalda, agotado desde la muerte de Quino."Si partimos del concepto de Gianni Rodari que dice que la literatura infantil es todo lo que leen los chicos, tanto Ray Bradbury como Julio Verne, entonces Mafalda forma parte de ese universo", opina Blasco, autor de libros para distintas edades. "Los personajes son arquetipos que van más allá de las generaciones y tienen una mezcla de mirada adulta e infantil. Eso lo vincula con una tradición de la literatura infantil donde conviven Natacha, de Luis Pescetti, y El pequeño Nicolás, del francés René Goscinny (creador de Astérix): a través de los ojos de un chico se habla de temas de adultos. Podemos incluir también a Los Simpson, en los capítulos protagonizados por Bart, en los que los adultos se ríen de algunas cosas y los chicos, de otras".
Pero, más allá del chiste, la obra gráfica de Quino apunta siempre a la reflexión. Blasco destaca que Quino prefiere que el lector piense a que se ría. "No le importa sacrificar el chiste, algo que no todos los humoristas hacen. La clave no pasa porque sus tiras sean graciosas (de hecho, la mitad de su obra no te saca una carcajada) sino que te lleva a pensar siempre un poco más. Quino nos hizo más inteligentes a todos. Y por eso los padres le pasamos Mafalda a los chicos: sabemos que es un activador de la reflexión crítica".
La influencia de Quino marcó mucho más que la historieta y el humor gráfico y llegó a la literatura infantil, sin que él se lo hubiera propuesto. "Quizá la producción de Quino (en especial, Mafalda y sus amigos) explique, al menos parcialmente, la libertad, el humor y el absurdo que atraviesan la Lij argentina desde los años 70 y, más aún, desde la vuelta a la democracia –asegura Laura Leibiker, directora editorial de Norma–. Los lectores argentinos nos reflejamos en esa niña desafiante, que se hacía preguntas y reflexionaba sobre los problemas políticos y sociales con humor e inteligencia. Aprendimos a leer el mundo desde esa perspectiva. Muchos escritores han producido literatura para chicos con esa misma premisa: la de poner en jaque al sistema, la de discutir lo convencional. Pienso, por ejemplo, en Ema Wolf, en Adela Basch, en Luis Pescetti".
María Fernanda Maquieira, autora y gerente editorial de Loqueleo Argentina, coincide: "Creo que Mafalda tuvo una fuerte influencia en los personajes de la literatura infantil argentina, no solo en el estilo de muchos jóvenes ilustradores, sino en la concepción del mundo, el humor irónico y la agilidad narrativa. Curiosamente, nació en la misma época que Dailan Kifki, de María Elena Walsh, y de alguna forma se hermanaron en ser pioneros en su época y en marcar el camino de las infancias lectoras".
Otro editor literario que vincula la obra de Quino con la de María Elena Walsh es Juan Ignacio Boido, director editorial de Penguin Random House. Y lo hace con una imagen potente: "Son dos de nuestros Beatles, dos artistas de una época cultural muy fértil. Quino y María Elena comparten la genialidad de hacer obras complejas y, al mismo tiempo, accesibles a edades tempranas, con valores como la inteligencia y la sensibilidad. Es la genialidad de la aparente sencillez, como la paloma de Picasso".
Opinión
Adultos derrotados, neuróticos y maniáticos
Por Pablo De Santis
Un recurso eterno de las narraciones protagonizadas por niños es poner entre paréntesis a los padres, para que los chicos tomen decisiones que no pueden tomar en la vida real. Ocurre lo mismo en la historieta. Charles Schulz (autor de Peanuts, entre nosotros, en tiempos lejanos, Rabanitos) borró por completo el mundo de los adultos. Quedaban fuera de campo. Quino, muy marcado por la tira de Charlie Brown, decidió incluirlos, pero son adultos derrotados, neuróticos, maniáticos, más débiles que los niños. Pero en Quino, igual que en Peanuts, los chicos no representan solo a los chicos, sino que son piscologías complejas bajo cuyas máscaras estamos todos. Quino se tomó trabajo para definirlos: no aparecieron todos juntos, sino que entraron en escena a medida que transcurrían los meses y los años.
Creo que el encanto perenne de Mafalda está basado en la coexistencia de estas personalidades distintas, tan opuestas como Mafalda y Manolito y que sin embargo conviven. A medida que los años sesenta se acercan a su fin, y comienza la violencia política en la Argentina, esa convivencia se hace imposible. Es justamente Libertad, esa Mafalda radicalizada, la última en aparecer, y tiempo después la tira se termina, porque el tiempo de la convivencia se había terminado.
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