Héroe del siglo XX: Martin Luther King, siete claves del Nobel de la Paz que murió asesinado de un disparo
“Tengo un sueño” y otros discursos, sermones, memorias y escritos del líder estadounidense que combatió el racismo con el principio de la no violencia quedan ahora reunidos en un libro compilado por el filósofo y teólogo Cornel West
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Líder religioso, “apóstol de la no violencia”, orador brillante y activista en contra de la segregación racial (sin mencionar la existencia del Ku Klux Klan, hasta no hace mucho en Estados Unidos las personas negras eran discriminadas en ómnibus, restaurantes, parques y teatros), fue un héroe del siglo XX y hoy se lo considera un precursor del movimiento Black Lives Matter. En 1964, Martin Luther King Jr. (1929-1968) recibió el Premio Nobel de la Paz por “sostener siempre el principio de la no violencia” en su lucha para eliminar los prejuicios raciales. Ese mismo año se había aprobado la ley de derechos civiles, que prohibía la segregación y la discriminación racial en su país natal. “Acepto este premio con una fe permanente en Estados Unidos y una fe audaz en el futuro de la humanidad”, dijo King en su discurso de aceptación del Nobel.
Ministro de la Iglesia bautista y a la vez militante social comprometido, en especial a partir del “acto de desobediencia” de Rosa Parks (que se negó a cederle su asiento a un blanco en un ómnibus, en Montgomery), King Jr. fue fundamental para el éxito del movimiento de derechos sociales en Estados Unidos mediante una estrategia de resistencia no violenta. Después del Nobel, recibió críticas por parte de otros activistas y agrupaciones (Malcolm X y las Panteras Negras, por ejemplo) que preferían otros métodos para combatir el racismo. Según King Jr., algunos líderes sacrificaban la verdad en el altar del poder.
Pese a su ministerio pacífico, el jueves 4 de abril de 1968, horas después de un discurso ante trabajadores en huelga, King Jr. fue asesinado de un disparo mientras estaba parado en un balcón del segundo piso en el motel Lorraine en Memphis, Tennessee. Tenía 39 años. En marzo de 1969, el acusado, James Earl Ray (un hombre blanco), se declaró culpable del asesinato y fue sentenciado a 99 años de prisión; años después, se retractó y afirmó que se había tratado de una conspiración. Aunque las investigaciones del gobierno estadounidense determinaron que Ray era el único culpable, la pareja de King, Coretta Scott, al igual que un amplio sector de la sociedad, lo puso en duda. Tras la muerte de King Jr., el presidente Lyndon Johnson decretó un día de duelo nacional (el primero por un afroamericano); más de trescientas mil personas asistieron a los funerales y la cantante Mahalia Jackson interpretó el himno religioso favorito de King Jr., “Take My Hand, Precious Lord”.
Recientemente publicado en el país, Martin Luther King Jr. Textos y discursos radicales (Tinta Limón) acerca a los lectores una compilación de textos hecha por el filósofo, teólogo y militante estadounidense Cornel West (que a los diez años presenció con sus padres un acto del King Jr.), con traducción de Amadeo Gandolfo. Célebre por su discurso “Tengo un sueño”, de 1963, en el que compartía su esperanza de una humanidad reconciliada y unida, King Jr. desarrolló una teoría del “amor radical” -”método moral y práctico, una forma de vía y de lucha en la cual la gente oprimida podía pelear por su libertad sin infligir violencia en el opresor o humillar al oponente”, define West- basada en la filosofía de la no violencia que impulsó su admirado Mahatma Gandhi.
Como sostiene el compilador, las palabras de King Jr. resuenan en el presente. “No era un [Edward] Gibbon estadounidense haciendo una crónica sobre la decadencia y la caída del Imperio norteamericano, sino un hombre valiente y visionario del blues cristiano, que peleaba con estilo y amor frente a las cuatro catástrofes que identificaba, y que todavía hoy nos acechan”, escribe el filósofo. Esas catástrofes eran (y siguen siendo) el racismo, la pobreza, el militarismo y el materialismo. En sus últimos años, King Jr. se lamentaba del “apagón espiritual” que se vivía en Occidente, en especial entre los poderosos y la clase dirigente. “A lo largo del camino de la vida, alguien debe tener el suficiente sentido y moralidad para cortar la cadena de odio”, dijo.
Con discursos, sermones, fragmentos de sus memorias (Stride Toward Freedom: The Montgomery Story) y otros escritos del líder religioso, West organiza el libro en cuatro secciones en las que aborda la teoría del amor radical de King Jr., sus “visiones proféticas” sobre la crisis mundial, la revolución de la resistencia no violenta en contra de la supremacía blanca y propuestas para “vencer la tiranía y el odio” (donde lo compara con el “profético papa Francisco”). En los textos de King Jr. aparecen referencias a los Evangelios y la Odisea, a filósofos como Karl Marx, Ralph Waldo Emerson y Friedrich Nietzsche, y a escritores como Leon Tolstoi, Rabindranath Tagore y Langston Hughes.
Los textos reunidos en Martin Luther King Jr. Textos y discursos radicales van desde 1958 hasta el sermón que dio en una iglesia de Memphis horas antes de ser asesinado, en 1968. Durante el funeral de King Jr. se reprodujo una grabación en la que hablaba acerca de cómo quería ser recordado después de su muerte: “Me gustaría que alguien mencionara ese día que Martin Luther King, Jr., dio su vida al servicio de los demás”. A continuación, algunos fragmentos del libro.
Gandhi
Fue probablemente la primera persona en la historia en poner la ética del amor de Jesús por encima de una mera interacción entre individuos y convertirla en una fuerza social poderosa y efectiva a gran escala. Para Gandhi, el amor era un potente instrumento para la transformación social y colectiva. Fue en este énfasis gandhiano en el amor y la no violencia donde descubrí el método para la reforma social que había estado buscando durante tantos meses. La satisfacción moral e intelectual que no obtenía del utilitarismo de Bentham y Mill, de los métodos revolucionarios de Marx y Lenin, de la teoría del contrato social de Hobbes, del optimismo que pregonaba “la vuelta a la naturaleza” de Rousseau, ni de la filosofía del superhombre de Nietzsche, la encontré en la filosofía de la resistencia no violenta de Gandhi. Llegué a sentir que este era el único método moral y prácticamente viable que tenían los oprimidos en su lucha por la libertad.
Una verdadera revolución
La verdadera compasión es más que darle una moneda a un mendigo; no es azarosa ni superficial. Tiene que ver con darse cuenta de que una estructura que produce mendigos necesita ser reestructurada. Una verdadera revolución de valores pronto nos hará ver con incomodidad el flagrante contraste entre la pobreza y la riqueza. Con justa indignación nos hará ver, más allá de los mares, a los capitalistas individualistas de Occidente invertir enormes sumas de dinero en Asia, África y Sudamérica, solo para llevarse las enormes ganancias sin preocuparse por el progreso social de los países, y diremos: “Esto no es justo”.
Legal o ilegal
Nunca hay olvidar que todo lo que hizo Adolf Hitler en Alemania era “legal” y que todo lo que hicieron los luchadores húngaros por la libertad era “ilegal”. Era “ilegal” ayudar y consolar a un judío en la Alemania de Hitler. De cualquier modo, estoy seguro de que, si hubiera vivido en la Alemania en aquel entonces, habría ayudado y consolado a mis hermanos judíos. Si hoy viviera en un país comunista donde ciertos principios cercanos a la fe cristiana han sido suprimidos, apoyaría de forma abierta el desobedecer las leyes antirreligiosas de ese país.
¿Qué significa perdonar?
El perdón no significa ignorar lo que sucedió ni poner una etiqueta falsa a un acto de maldad. Significa, más bien, que ese acto de maldad ya no permanece como una barrera para la relación. El perdón es un catalizador que crea la atmósfera necesaria para empezar de cero, para un nuevo comienzo. Significa que se nos quita un peso de encima o se cancela una deuda. Las palabras “te perdonaré, pero jamás olvidaré lo que hiciste” nunca explican la verdadera naturaleza del perdón. Ciertamente, uno nunca puede olvidar, si eso significa borrar el acto por completo de su mente. Pero cuando perdonamos, olvidamos, en el sentido de que el acto maligno ya no es un bloqueo mental que impide una nueva relación. De igual modo, nunca podemos decir “te perdonaré, pero no tendré nada más que ver contigo”. El perdón significa reconciliación, una nueva unión.
El amor
No debe confundirse con una efusión sentimental. El amor es algo mucho más profundo que tonterías emocionales. Quizá la lengua griega puede aclarar nuestra confusión en este punto. En el Nuevo Testamento griego, se emplean tres palabras para el amor. La palabra eros define una suerte de amor estético o romántico. En los diálogos platónicos, eros es un anhelo del alma por el reino de lo divino. La segunda palabra es philia, un amor recíproco, un afecto íntimo y una verdadera amistad entre amigos. Amamos a aquellos que nos agradan, y amamos porque somos amados. La tercera palabra es agape: una buena voluntad redentora, comprensiva y creadora para todos los hombres. Un amor rebosante que no busca nada a cambio, agape es el amor de Dios que opera en el corazón humano. En este nivel, amamos a los hombres no porque nos agraden, ni porque sus maneras nos atraen, ni siquiera porque posean algún tipo de chispa divina; amamos a cada hombre porque Dios lo ama. En este nivel, amamos a la persona que comete una mala acción, aunque odiemos la acción que comete.
Injusticias
A menudo ha surgido la pregunta sobre mi propia peregrinación intelectual hacia la no violencia. Para llegar a esta cuestión es necesario remontarse a mi temprana adolescencia en Atlanta. Había crecido aborreciendo no solo la segregación, sino también los actos opresivos y bárbaros que emanaban de ella. Había pasado por lugares donde se había linchado salvajemente a los negros y había visto cabalgar de noche al Ku Klux Klan. Había visto la brutalidad policial con mis propios ojos y había visto cómo los negros recibían la más trágica injusticia en los tribunales. Todas estas cosas habían impactado en mi personalidad en desarrollo. Estaba peligrosamente cerca de sentir rencor por las personas blancas. También aprendí que el gemelo inseparable de la injusticia racial era la injusticia económica.
Todo está relacionado
Toda la vida está interrelacionada de una forma real. La agonía de los pobres empobrece a los ricos; la mejora de los pobres enriquece a los ricos. Somos, inevitablemente, el cuidador de nuestro hermano porque somos el hermano de nuestro hermano. Cualquier cosa que afecte a uno directamente afecta a todos indirectamente.
Un sueño
Podemos transformar el oscuro ayer de injusticia en un luminoso mañana de justicia y humanidad. Sigamos avanzando hacia la meta de la autosuficiencia, hacia la realización del sueño de la hermandad y hacia la realización del sueño de la buena voluntad del entendimiento. Que nadie nos detenga.
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