Imágenes del pasado para pensar el presente: fotos anónimas del Archivo General de la Nación retratan la “década infame”
La vida cotidiana de los años 30 en Buenos Aires queda retratada en el libro del artista y curador Francisco Medail, que vincula este material con las fotografías del célebre suizo Robert Frank
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Las imágenes del pasado proyectan luces y sombras sobre el presente. Con un prólogo de la escritora Selva Almada, Fotografías 1930-1943 (Asunción Casa Editora) agrupa en cuatro capítulos 83 fotografías anónimas seleccionadas por el artista y curador Francisco Medail (Villaguay, 1991) en el Archivo General de la Nación. Desde el diseño de tapa, el libro hace un “guiño” a los lectores, al evocar Los americanos, el célebre fotolibro del suizo Robert Frank con prólogo del escritor estadounidense Jack Kerouac. Es, además, una “provocación historiográfica”, como señaló la investigadora Verónica Tell, porque el libro de Frank se publicó en 1958 y las fotos elegidas por Medail fueron tomadas en la llamada “década infame” en el país, cuando se dio inicio a una sucesión de golpes militares y gobiernos autoritarios. Los recursos formales y técnicos y la galería de personajes y ambientes de los fotógrafos anónimos se asocian con la labor de Frank. “Hubo mucho trabajo de restauración y ajuste tonal para lograr un equilibrio homogéneo entre todas las imágenes”, revela Medail a LA NACION.

Fotografías 1930-1943 se presenta también como una crónica de la cotidianidad en Buenos Aires en los años 1930, en contrapunto con las propuestas modernistas de Horacio Coppola y Grete Stern. La propuesta de Medail resalta los modos de vida en la Reina del Plata, en un período caracterizado por el fraude electoral y (como aún pasa) la corrupción. En el repertorio de imágenes se entrecruzan la historia de la fotografía y la de la Argentina del siglo XX.
“Mi trabajo es el de investigación, edición y montaje -dice Medail-. Gran parte de mi trabajo artístico hace uso de las herramientas de la curaduría para repensar otras imágenes que suelen estar por fuera del ámbito artístico. Me interesa ese movimiento”. Como en el libro de Frank, los capítulos de Fotografías 1930-1943 se abren con una bandera (argentina) y terminan con la imagen de una tumba, un descampado o una calle que se pierde en el horizonte.
-¿Qué reúne el libro y por qué elegiste a Robert Frank como referencia?
-Es un conjunto de fotografías vernáculas perteneciente mayoritariamente al Archivo General de la Nación. Se trata de un dispositivo artístico que, a través de un largo proceso de edición, le otorga unidad de sentido a ese conjunto de imágenes, develando un modo de ver, un modo de fotografiar, extemporáneo en el momento en que fueron producidas. El libro Los americanos de Frank es considerado por la historiografía tradicional un parteaguas en la fotografía. Frank rompe con la tradición modernista y la belleza del instante decisivo bressoniano para inaugurar una estética fotográfica menos solemne y mucho más sucia, más radical. Es esa estética la que evocan las imágenes de Fotografías 1930-1943, una estética que para entonces no se había cristalizado como tal. Porque estas fotografías fueron tomadas durante la “década infame”, mientras que el libro de Frank fue publicado en 1958, mucho tiempo después. Entonces uno se pregunta si acaso ya existía la estética frankiana antes de Frank. ¿Puede un movimiento artístico significar un cambio de paradigma mundial si no sucede en los países centrales? Fotografías 1930-1943 no apunta a descubrir un movimiento o fotógrafo perdido, sino a abrir la discusión en torno a cómo y desde dónde se escribe la historia.
-¿De qué modo en este trabajo se relee la historia argentina a través de imágenes y en qué medida las imágenes “hacen” historia?
-Hay varias capas de lectura en el libro. En primer lugar está el hecho de poner en escena los años 1930, un período histórico complejo y visitado en menor profundidad si lo comparamos con las investigaciones existentes sobre el yrigoyenismo y el peronismo. Por otra parte, el libro se presenta como un contrapunto con la fotografía modernista argentina de ese entonces. Si el epítome de la fotografía en los años treinta era Horacio Coppola y su registro de la construcción del Obelisco, del porvenir de la ciudad moderna, Fotografías 1930-1943 plantea la contracara de ese proceso, un lado B vinculado a la creciente tensión entre clases sociales y la idiosincrasia de aquel momento.
-¿Cómo se relaciona este libro con el presente?
-Una tercera capa de lectura es precisamente esa: traer a colación los años 1930 para pensar el tiempo presente. Ya lo alertaba Osvaldo Bayer en sus últimas entrevistas, antes de fallecer en 2018, que estábamos volviendo a un período más parecido a la década infame que a los años 1990, en tanto que hubo en el último tiempo un retorno a cierto conservadurismo, no solo político y económico, sino también social. El avance de los movimientos de ultraderecha puede ser entendido en ese sentido.
-¿Cuál es la situación de los archivos fotográficos en el país y qué se podría hacer para mejorarlos?
-La situación es muy compleja. En 2020 desde Pretéritos Imperfectos [colección de libros de ArtexArte] editamosUrgente/Emergente. Por un futuro de los archivos fotográficos, un libro escrito por Denise Labraga y María José Burgos. El título alude a la doble situación de los archivos locales: urgente porque es necesario tomar medidas cuanto antes si queremos evitar que se siga perdiendo nuestro patrimonio visual. Emergente porque a pesar del estado de precariedad, en los últimos años ha salido a la luz una gran cantidad de fondos y archivos particulares que se creían perdidos. Eso nos pone ante un momento difícil pero de oportunidad, un momento para unir los esfuerzos individuales que sostuvieron la situación hasta ahora y elaborar políticas públicas transversales, federales y a largo plazo. En ese sentido, es momento que el Estado asuma su responsabilidad en el asunto y empiece a trabajar en articulación con otras organizaciones para revertir el mal desempeño de todos estos años.
-¿Por qué le propusieron a Selva Almada escribir el prólogo?
-Su participación tiene que ver con que Los americanos contaba con un prólogo de Jack Kerouac. En el gesto de emular el libro de Frank propuesto por las editoras, además del diseño y la estructura de las imágenes surgió la idea de convocar a una novelista argentina. Selva se entusiasmó con las fotografías y escribió un prólogo, titulado “Los que salen en la foto”, en la misma línea que el de Kerouac, pero retomando cierto léxico y referencias de la época de 1930.
Más información sobre Fotografías 1930-1943 en este enlace.
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