Las Iriarte, la única librería de San Antonio de Areco, que cumplió a sus dueños el sueño de volver al pago
Ricardo Viescas y María Iriarte son pareja y después de veinte años en la gran ciudad volvieron a su pueblo de origen con el proyecto de abrir un local donde la cultura y el intercambio de ideas son bandera; “somos exactamente lo opuesto a una cadena”, dicen
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SAN ANTONIO DE ARECO.- Ricardo Viescas y María Iriarte están parados detrás del mostrador de la única librería de San Antonio de Areco: un bastión repleto de letras que resiste los embates de las nuevas tendencias de consumo tanto como las inclemencias económicas de un país impredecible. Pero no pierden la sonrisa y mucho menos el entusiasmo. Para ellos, Las Iriarte fue el sueño que les permitió volver a sus pagos y reencontrarse con personajes e historias del pueblo. Y también un pretexto para levantar una bandera a favor de la promoción de la lectura, la cultura y el intercambio de ideas.
Las Iriarte está ubicada en pleno centro de San Antonio de Areco, sobre la calle San Martín 383, en una antigua casa típica con ladrillos a la vista donde solía funcionar un bar-restaurante. Adentro, se esmeraron por crear espacios temáticos, en los que además se reparten algunos sillones y mesas, escenario ideal para curiosos y buscadores. Nada de esta disposición particular es casualidad. Esta sede de Las Iriarte es la tercera mudanza y todo responde a una máxima que Ricardo repite con convicción: “A la librería te la arman los clientes, si los escuchás”.
Ambos nacieron en Areco y, cuando terminaron la secundaria, enfilaron hacia Buenos Aires -como la mayoría- para estudiar y trabajar. Allí vivieron durante 28 años hasta que sintieron la necesidad de pegar la vuelta. En el medio, como parte de una búsqueda que lo llevó por distintos espacios laborales, Ricardo había conseguido trabajo en una distribuidora de libros, donde se terminó quedando 19 años. Sin saber que terminaría teniendo su propia librería, fue una oportunidad única para conocer de cerca cómo funcionaba la industria. Así lo cuenta: “Siempre había sido lector, pero lo que más me gustó fue conocer de cerca el circuito del libro en el interior; me encargaba de congresos y plenarios, y escuchaba las historias de esas librerías comandadas por docentes, jubilados, todos amantes de los libros”.
Al momento de regresar a Areco, pensaron en montar un negocio que vinculara los libros con las cerámicas que elaboraba artesanalmente María. En agosto de 2011, comenzaron con un pequeño local, de cuatro por cuatro, al lado de la casa que habían conseguido para vivir en el pueblo. “Teníamos un solo tablón con libros”, recuerdan con cariño. En ese momento, en Areco había otra librería funcionando y ellos se preguntaban cómo hacer para competir, lejos del circuito comercial. “Empezamos a estudiar el mercado y ahí descubrimos que la clave era el asesoramiento, escuchar al cliente y ser serios para conseguir lo que nos pedían. Eso nos ayudó a crecer”, comentan.
Ricardo enfatiza en esta idea central. De entrada, el sueño de la pareja era tener una librería grande: “No era sólo la intención de vender libros, sino generar esa relación con el cliente. Nos costó 10 años llegar a tener lo que nosotros pensábamos, tres mudanzas incluidas, y recién en esta última oportunidad pudimos lograrlo”. En Las Iriarte identifican a tres tipos de público: la persona que busca algo específico, los textos escolares y el que entra sin saber qué busca. Para cada uno de ellos, tienen una estrategia.
Nuevos vecinos
En los últimos años, a San Antonio de Areco llegó mucha gente que eligió este destino para vivir, en especial luego de la pandemia. Ricardo especifica que “ese público está más acostumbrado a comprar en cadenas” y, por eso, en Las Iriarte se encuentran con otra predisposición a la escucha. Y les encanta. “Somos exactamente lo opuesto a una librería de cadena”, aseguran. “No se trata de lo que a nosotros nos gusta, sino de lo que podemos llegar a vender y eso se ve claramente cuando tenemos que elegir las novedades de todos los meses o de comprar material infantil, en especial importado. La librería es un rubro en el que tenés que estar estudiando todo el tiempo. Lo hacemos con placer porque a nosotros nos fascina”, añaden.
También hacen un trabajo especial con las escuelas: “Hacemos mucho en conjunto con docentes y autoridades; desde acá, aportamos y sugerimos, recomendamos materiales y estamos en contacto permanente. También hay gente que viene a ayudar a acomodar libros y tenemos las visitas de los colegios y de los jardines, con quienes leemos cuentos. Me encantan esos encuentros, nos encanta escucharlos y crecer con el aporte de todos”, explican.
Ambos tienen en claro que “la librería está para nutrir, para darle lugar a personajes del pueblo, para el reencuentro con maestras o profesoras”. Y en ese sentido, este espacio se abre como una suerte portal para suspender -por un instante- la aceleración de los tiempos que corren: “Como conocemos al público, no es que vienen sólo a comprar, sino que se da siempre una charla que se profundiza por intereses comunes”.
La esencia de las librerías independientes es justamente lograr un vínculo, una suerte de comunidad. Acá no se trata sólo de vender, sino de entablar una relación. Son librerías, como Las Iriarte, donde seguramente atienden sus dueños y, si uno tiene tiempo y ganas, es el lugar propicio para hablar sobre determinado autor o tal o cual libro, también de la vida.
Sin embargo, Ricardo y María saben que el panorama -que nunca fue sencillo- se complicó en los últimos meses con el proyecto de desregular el precio fijo de los libros, algo que protegía a las pequeñas librerías como esta, y de la caída general de las ventas. “Nuestro temor es que hay una competencia directa de cadenas, que son multinacionales, que tienen otra forma de comprar los libros, en otras cantidades”, advierten. Para ellos, este negocio no es sólo una cuestión de números (“El margen de ganancia es muy poco y la prueba es que en los pueblos prácticamente no hay librerías”, explica Ricardo), sino una suerte de empecinamiento con la difusión de la lectura. “Siempre habrá algún lector que necesite esto y nosotros queremos seguir teniendo esta librería abierta al público”.
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