Luis García Montero: “Hay que defender el libro como referencia de una cultura que nos forma como ciudadanos”
El director del Instituto Cervantes recibió de manos de José Juan Fernández Reguera el legado de la editorial Losada para la Caja de las Letras: primeras ediciones de Alberti, Unamuno y Valle-Inclán, una ilustración y una carta
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En la sede la librería Losada (avenida Corrientes 1551), el director de la editorial homónima, el argentino-español José Juan Fernández Reguera, recibió de manos del director del Instituto Cervantes (IC), el escritor español Luis García Montero, la llave 1150 de la Caja de las Letras donde la entidad preserva los legados de escritores, artistas e instituciones vinculados con la cultura hispánica.
Losada es la primera editorial de la Argentina que tiene llave propia en la excaja fuerte del que fue el Banco Español del Río de la Plata, situado en Madrid. Este año, la editorial fue declarada bien de interés cultural por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires.
La editorial donó a la Caja de las Letras primeras ediciones de libros de autores españoles como Miguel de Unamuno, Ramón del Valle-Inclán y Rafael Alberti, además de una ilustración original del artista italiano Atilio Rossi para una novela de Jean-Paul Sartre (El aplazamiento) y una carta de agradecimiento de la mujer de Valle Inclán al fundador del sello, el español Gonzalo Losada (Madrid, 1894 - Buenos Aires, 1981), que había llegado al país como representante de Espasa Calpe. El primer libro publicado por Losada en 1938 fue La agonía del cristianismo, de Unamuno.
“Queremos dar importancia especial al mundo editorial y las editoriales, porque del mismo modo en que hay que defender el periodismo como eje de la democracia, hay que defender el libro como referencia de una cultura que nos forma como ciudadanos y nos invita a pensar y a tener conciencia crítica”, dijo García Montero tras explicar el funcionamiento de Caja de las Letras, creada en 2007. “Es una emoción especial estar aquí; Losada se convirtió en una referencia fundamental para la cultura en español […] y para el exilio español. Nací en Granada, de donde eran Federico García Lorca y Francisco Ayala, cuyas obras se publicaron en Losada”.
Para el autor de Completamente viernes, Losada fue una editorial con voluntad latinoamericana que se convirtió en un “milagro” para los intelectuales y escritores españoles exiliados en la Argentina. “Es una de las grandes grandes grandes editoriales”, enfatiza.
Losada supo articular la cultura española con la latinoamericana y la universal. En su catálogo, hay títulos de autores como Pedro Henríquez Ureña, Jean-Paul Sarte, Albert Camus, Olga Orozco, Amado Alonso, Virginia Woolf, Franz Kafka, Jorge Amado y Miguel Ángel Asturias. “Gracias a la personalidad de Juan José Fernández Reguera, se ha convertido en una de las grandes editoriales argentinas de la lengua española”, sostuvo el director del IC.
“Estoy muy agradecido -dijo Fernández Reguera, con la llave 1150 en mano-. Prácticamente, Losada es la única editorial argentina de gran trayectoria que queda. Voy a seguir adelante hasta donde pueda, siempre con visión de futuro. En los próximos meses vamos a inaugurar nuevas oficinas donde expondremos todos los documentos y las primeras ediciones”. El sello tiene un depósito en la calle Moreno, con más un millón de ejemplares.
La hija de Rafael Alberti, Aitana, era ahijada de Gonzalo Losada, recordó hoy Fernández Reguera, que se hizo cargo de la editorial en 1983. “Las cosas antes eran de otra forma. El autor y el editor eran un conjunto, no la cosa fría que es ahora. Esto era como una familia”, observó. “Gonzalo Losada era un mecenas; la prueba está en la cantidad de libros de poesía que publicó; se sabe que la poesía es la pobre de la literatura. También publicó cantidad de obras de teatro, en ese sentido fue un editor muy avanzado”.
“Los grandes grupos editoriales son muy importantes, pero una tarea fundamental es que sepan respetar la singularidad de lo que no pertenece a Random House o a Planeta, sino a una identidad e ilusión colectiva”, concluyó García Montero, que celebró con humor que Fernández Reguera fuera, como él, hincha del Real Oviedo.
Estuvieron presentes en el acto, cubierto por la prensa local y española, el cónsul de España en Buenos Aires, José María Ridao; el consejero cultural de la embajada de España, Roberto Varela Fariña; la jefa de Comunicación del IC, Sonia Pérez Marco; el académico y escritor Jorge Dubatti, la escritora Matilde Sánchez; la “histórica” secretaria de Losada, Mabel Peremarti, y Rodrigo Fernández Reguera, el hijo del editor. A las 17, en el Hall Coronado del Teatro San Martín (avenida Corrientes 1530, frente a la librería), García Montero, Ridao y Dubatti rendirán tributo a la labor de Fernández Reguera.
García Montero: “Las ofensas a los hispanos en Estados Unidos afectan a más de cuarenta millones de personas”
García Montero estará pocas horas en Buenos Aires, adonde llegó desde la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para entregar en mano la llave de la Caja de las Letras a Fernández Reguera. Hoy a la noche regresa a España. “He articulado para estar presente en el homenaje de esta tarde en el Teatro San Martín -dice a LA NACION-. Estamos apoyando mucho el mundo del libro, porque creo que las transformaciones tecnológicas están bien, hay que modernizarse, pero no se debe perder de vista lo que significa el libro en el mundo de la educación y la cultura; me hacía especial ilusión hacerle un homenaje a Losada”. Volverá a Buenos Aires en el otoño de 2026, para participar de los festejos por el 50° aniversario de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
“Hice mi tesis doctoral sobre Rafael Alberti, y estudiarlo a él y a su mujer, María Teresa León, era imposible hacerlo sin Losada -remarca-. El ensayista español Francisco Ayala, que tradujo a Sartre y a Camus, colaboró con libros de pensamiento sobre la democracia en Europa y en América Latina”.
-¿Los libros de Losada llegaban a la España franquista?
-Llegaban, aunque a veces con problemas. Como existía la censura, había libros que estaban perseguidos, pero se daba esa escena tan típica de que en algunas librerías había una despensa para clientes conocidos, a los que les decían que había llegado, por ejemplo, Entre el clavel y la espada, de Alberti, o Canto general, de Neruda, o Tratado de Sociología, de Ayala.
-Toda la obra de Lorca estaba en Losada.
-Cuando Gonzalo Losada decide poner en marcha la editorial, enseguida apuesta por colecciones que le den personalidad. Aquí surge la colección Austral, que inaugura La agonía del cristianismo. E hizo la edición de las obras completas de Lorca, el referente más claro de la cultura republicana. Guillermo de Torre, colaborador de Losada, decidió que se publicara todo el teatro y toda la poesía de Lorca.
-¿En la Caja de las Letras hay legados de otras editoriales latinoamericanas?
-Me puede fallar la memoria, pero recuerdo que por ahora hay legados de universidades. Pensando en la Argentina, están los de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Córdoba. Como editorial, el de Losada es el primero del ámbito argentino. Queremos homenajear a Gonzalo Losada y a Juan José Fernández Reguera, que se ha adaptado a los nuevos tiempos y las nuevas condiciones.
-¿Qué opina sobre lo que pasa en Estados Unidos con la comunidad hispana y los que hablan en español?
-Desde el Cervantes estamos apoyando mucho el hispanismo y el mundo hispano en Estados Unidos. Tenemos sedes en Nueva York, en Chicago, en Los Ángeles, y observatorios del español en Harvard y en Albuquerque. En Estados Unidos hay más de sesenta millones de ciudadanos estadounidenses de origen hispano, de los cuales más de cuarenta millones hablan español. Las ofensas a los hispanos no son ofensas a España, México o la Argentina; son ofensas a más de cuarenta millones de ciudadanos norteamericanos que tienen al español como lengua de uso diario o lengua materna. La democracia es la convivencia en libertad de gentes que respetan su diversidad, y por eso desde la Ilustración a la palabra libertad se añadió la palabra igualdad. Lo que está ocurriendo en Estados Unidos es que la palabra libertad se está convirtiendo en la ley del más fuerte, y por tanto la convivencia está siendo amenazada por la hegemonía. Si a una niña la castigas y le prohíbes que hable español en el colegio, se producen varias consecuencias en ella y en su familia. Castigar a los hablantes de español no es defender a Estados Unidos. La historia del colonialismo anglosajón, muy marcado por lo mercantil, ha castigado y borrado la diversidad cultural. En cambio, el colonialismo español, que también tenía intereses muy concretos, estuvo marcado por la Iglesia Católica que, con el objetivo de salvar almas, aconsejaba aprender las lenguas indígenas. El respeto es mucho mejor que la hegemonía.
-¿Está de acuerdo con el Premio Cervantes Gonzalo Celorio que declaró que España estaba “pagando” su deuda colonial con premios y reconocimientos a la cultura de América Latina?
-Estuve con Gonzalo en la FIL de Guadalajara; lo que me gusta de él es su defensa de una cultura compartida, más allá de cualquier prejuicio. Él insiste en que el exilio español fue su gran maestro, se siente heredero del exilio español por los catedráticos, escritores y filósofos españoles que llegaron a México. Le dije que podía decir lo mismo como poeta que se ha formado leyendo a Rosario Castellanos, a José Emilio Pacheco y a Rubén Bonifaz Nuño, sobre el que escribí un libro; yo también me siento heredero de la cultura mexicana. Tal y como está el tiempo, es muy importante defender lo compartido. Conocer la historia y los matices es más importante que tener prejuicios.
-¿Hicieron las paces con el director de la Real Academia Española (RAE), Santiago Muñoz Machado?
-La verdad es que no he vuelto a hablar con él. Dije que me parecía conveniente que la RAE estuviera dirigida por un filólogo y eso a él le sentó mal porque es un abogado que se dedica a los negocios. A partir de ahí, qué puedo decirle.
-¿La RAE y el Cervantes tienen objetivos en común?
-Sí, por ejemplo, la organización del Congreso Internacional de la Lengua Española que pusimos en marcha desde el Cervantes. Pero las tareas son distintas. El Cervantes se dedica a divulgar la cultura española y a enseñar el español en el mundo, y la RAE, como academia, tiene otros cometidos. Con el Cervantes tenemos 101 presencias en 54 países, con centros, cátedras, extensiones universitarias.
-¿Cómo encaran las transformaciones de la inteligencia artificial (IA)?
-El Instituto está trabajando bastante con la IA, viendo las posibilidades y consecuencias que hay. Nos parece importante no cerrar los ojos y ver las transformaciones digitales, pero también nos interesa vigilar que esas transformaciones tengan que ver con los valores democráticos y que no haya sesgos machistas, racistas o lingüísticos. Además, programamos actividades culturales que se vinculan con la IA, como la obra de Solimán López que inauguramos recientemente.
-¿Se debe regular la IA?
-A mí como hombre de cultura me interesa que la tecnología trabaje al servicio de los seres humanos. Apoyo a la Comisión Europea que intenta crear una ley de transparencia para que no difundan bulos sin asumir responsabilidades. Hay quien lo toma como una agresión a la libertad, pero una estrategia tecnológica te puede llenar el mundo de fake news. La libertad es consecuencia de la regulación. El Cervantes hizo un decálogo panhispánico de ética en el uso de IA para evitar cualquier tipo de manipulación.
-¿Va a publicar próximamente un nuevo libro?
-En Visor va a salir en los próximos días una versión que hice de Hécuba, la tragedia de Eurípides. Últimamente, estoy indagando en las tragedias porque en el mundo que vivimos la idea de fatalidad se está imponiendo. Parece que todo está escrito y que los individuos no pueden oponerse a una escritura ya programada, y que no controlamos la aceleración de la ciencia y la tecnología. Estoy trabajando mucho con el concepto trágico de la fatalidad y de la capacidad del ser humano de enfrentarse a lo que imponen los dioses. La obra también plantea el diálogo entre padres e hijos, en una época en la que parece que las generaciones ya tienen poco que contarse. La cultura y las humanidades son fundamentales para reivindicar el diálogo generacional y la experiencia humana, no como una mercancía, sino como algo que se puede compartir.
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