Margo Glantz: "Me pregunto si el cubrebocas y estar aislados es una forma de fascismo o de salvarnos"
En las distintas fotos que enmarcan las etapas de su vida, la melena corta enrulada está siempre ahí. Un estilismo muy de los inicios del cine, al que le suma una colección singular de aros, collares, ropa. Es que a esta ensayista, periodista y escritora con maestría en Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, doctorada en La Sorbona, la moda le fascina tanto como los libros. "He escrito mucho sobre moda, me encanta. Soy como una coleccionista de tuits, de zapatos, libros, amigos", dice. Y Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) también acumula vida. A los 90 años, la pandemia la encuentra en su casa desde donde escribe acerca del confinamiento. Su último libro, El texto encuentra un cuerpo (Ediciones Ampersand), analiza los procesos de escritura en relación con la corporeidad, en especial la femenina, desde el siglo XVIII hasta el XX. Reflexiona desde esa literatura, sobre todo europea, que se ocupó de las mujeres como objeto y sujeto.
"Son textos en donde manejo una cosa autobiográfica de mis lecturas. Lo que las lecturas de adolescente me produjeron, lo que me producen ahora. Lo que significa leer para enseñar, para escribir, por placer. De joven uno lee por puro placer, y yo quisiera que volviera con la misma fuerza y goce de cuando uno lee de niño o adolescente. Creo que algo de eso está explícito en el libro. Es también una visita a toda una serie de textos que a lo largo de los años me han cautivado y sobre los cuales he escrito", dice. Este fin de semana conversará sobre este ensayo y otros libros que pueblan su biblioteca en la edición virtual de la Feria de Editores.
En Glantz, todo está atravesado por la lengua. Tuvo una infancia errante hasta que su padre, judío ucraniano que hablaba ruso, decidió establecerse con un restaurante. Ella recuerda verlo allí, escribiendo poesía en idish, que luego corregía con personajes de la bohemia mexicana. Margo, segunda entre cuatro hermanas, no se quedó con ninguna de esas lenguas, idish ni ruso, aunque vuelve cada tanto a Dostoievski. Sumaría el francés –doctorado en París con su primer marido– y el inglés que perfeccionó como agregada cultural en Londres. Desde 1995, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Glantz tenía varios ensayos publicados cuando escribió su primer libro de ficción a los 47 años. Feminista confesa, madre de dos hijas de padres distintos. A propósito de la vida en pareja, afirma que el matrimonio la volvía "muy pasiva".
–El texto encuentra un cuerpo es un ensayo y hay narración. ¿Podríamos pensarlo como un desplazamiento de las fronteras del género?
–En mi escritura siempre ha habido ese desplazamiento, no me limito a los géneros de una manera canónica. No creo en la estructura estricta. Me costó trabajo que mi ficción fuese aceptada. Era una ficción trufada por el ensayo, por las rupturas. Aunque en este ensayo está más cuidado eso, si no sería inteligible, hay una especie de ruptura que tiene que ver con el libro. Porque es un libro donde el género, la relación con la escritura femenina, tanto escrita por hombres o mujeres, es también uno de los elementos fundamentales de la compilación.
–En Virginia Woolf, a quien tomás en tu libro, está ese cruce de géneros.
–Justo estoy trabajando en un prólogo a Una habitación propia, de Virginia Woolf. Creo que ha habido muchos malos entendidos y que se ha vuelto un lugar común hablar de ese ensayo, como si uno dijera que Una habitación propia bastara para ser feminista. Se volvió una especie de slogan. Hay que releerla. Es un texto espléndido, que además es novela, texto ensayístico ficcionalizado, porque narra anécdotas para luego exponer su argumentación en torno a la falta de libertad que han tenido las mujeres para escribir. Aunque en Inglaterra hubo una tradición importante de mujeres escritoras, como lo pongo en mi libro. Jane Austen, George Eliot, que tuvo que usar un seudónimo masculino para imponerse. O las Brontë, que para publicar firmaron con apodos masculinos. Son como estrellas fugaces en el firmamento de la escritura. Creo que eso se ha terminado en muchos sentidos. Ahora, la proliferación de escritura femenina es impactante. Sin embargo, hay ciertos aspectos que las mujeres no hemos logrado.
–¿Como cuáles?
–El aborto. Y el aborto incide en la escritura. Porque si no se tiene un cuerpo propio, es difícil reflexionar sobre el cuerpo. Uno puede hablar en contra del aborto y uno puede reflexionar sobre el propio aborto. Como sucede en un libro maravilloso de Annie Ernaux, El acontecimiento, donde narra sus experiencias para abortar en una época en que estaba perseguido con la cárcel. En Francia se votó por el aborto. Pero en nuestros países seguimos peleando. Creo que eso también incide en la escritura. En la medida en que no seamos totalmente dueñas de nuestro cuerpo, algo pasa.
Cuando crea que sea natural que hablemos con el lenguaje inclusivo, me gustaría usarlo. Si no, no me gusta. No creo en él todavía. Y soy totalmente feminista""
Una vida entre libros
Recibió más de treinta premios y reconocimientos, publicó decenas de libros de ensayo y narrativa entre los que sobresalen los trabajos sobre sor Juana Inés de la Cruz, que llevó a las aulas de Harvard, Princeton. Una biblioteca personal –dicen los que la conocen–, importante, donde guarda hasta tres hileras de libros por estante. Y 60 años en la vida académica. Algo así como haber estado al frente del aula para varias generaciones.
–Sos miembro de la Real Academia Mexicana. ¿Qué pensás del lenguaje inclusivo?
–Sí, lo he escuchado muchísimo. Ustedes dicen "todes". La lengua es viva. La que se hablaba en la época de Lope de Vega o del Quijote es distinta de la que hablamos ahora. La lengua cambia, y cambia el canon. Cuando crea que sea natural que hablemos con el lenguaje inclusivo, me gustaría usarlo. Si no, no me gusta. No creo en él todavía. Y soy totalmente feminista, y creo en el aborto, en el pañuelo verde. Pero no me gusta, aunque mis amigas me dicen "amigues". La lengua es muy dúctil, la podremos ir cambiando a medida que las costumbres exijan que así sea y se introduzca de una manera natural.
–A propósito, ¿cómo fue tu entrada a Twitter?
–Por una razón política. En 2011 hubo la llamada revolución árabe en Túnez, Egipto. A través de Twitter los jóvenes se manifestaron y luego los reprimieron. Me pareció interesante que un medio electrónico pudiera servir para un cambio mental, en países con regímenes totalitarios. Por otra parte, yo escribo muy fragmentariamente. Twitter es esencial y me ha servido para muchas cosas. Por ejemplo, para un libro que se llama Yo también me acuerdo, que escribí siguiendo la tradición de George Perec. Me salió un libro de cuatrocientas y pico de páginas que me gusta muchísimo y que tiene que ver con el fragmento. Algunos de esos textos son tuits. Y luego, un último libro, el título es con un verso de sor Juana Y por mirarlo todo, nada veía. Me pregunto por qué la gente en las redes ha dejado de jerarquizar y por qué las noticias se agolpan de tal manera que no hay jerarquía entre ellas. No se diferencia entre lo más extraordinario, lo más terrible, lo más positivo con lo más banal.
–Las redes acompañan en la pandemia, ¿qué lectura hacés de esto que nos toca atravesar?
Estoy reflexionando sobre la pandemia, el confinamiento. He hecho varios programas, algunos con Mario Bellatin, sobre ciertas literaturas: La peste, de Camus; la de Fo. Pero no hemos trabajado sobre La muerte en Venecia. Al mismo tiempo, reflexionar sobre el propio confinamiento, lo que ha significado a la vida diaria. Vengo inventariando una serie de noticias para ver qué puedo hacer con ellas. Y pienso mucho qué significa la enfermedad, el cubrebocas, estar aislado. Si es una forma de fascismo, de autoritarismo o de salvarnos. La relación que tiene dos filos, por un lado nos salvamos, pero nos morimos, porque estamos muriendo para vivir. No vemos a la gente muy cercana ni vamos al cine. No puedo abrazar a mis nietos. Es una maravilla, por un lado hacer Zoom, pero por otro lo odio. Es como que hemos perdido el cuerpo. Estoy reflexionando sobre esto y quiero llegar a un punto donde sea un poco más original.
Para agendar
FED (Feria de Editores). El domingo 9 de agosto, 21.30, el periodista Diego Erlán entrevistará a Margo Glantz. Se centrarán en los secretos de su biblioteca, un recorridos por sus lecturas.
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